Foto portada del libroLa historia del rock siempre ha tenido entre sus protagonistas a grandes olvidados: sus víctimas. En Canarias también existen – no íbamos a ser menos. En está última década tenemos a músicos que por unas u otras circunstancias se quedaron en el camino. Recuerdo ahora al primer batería de Los Martines, a uno de los componentes de La Causa, José Pérez, o a Pepe Torres componente de United y Hermanos Brothers.

En los años sesenta y setenta tenemos a un gran guitarrista que arrastró su leyenda entre los músicos de las bandas y los iniciados en el mundillo. Estamos hablando de Adolfo Pareja –Fito para todos.

Durante el año 97 trabajé en una tesis final de curso del I Master de Periodismo de la ULPGC. Su título era “El tratamiento de rock en la prensa insular durante el bienio 80-82”. Para desarrollar este trabajo entrevisté a gente del mundillo de las bandas setenteras en Gran Canaria y en Tenerife. A los músicos de la capital grancanaria cuando les preguntabas por un personaje que marcara aquellos años y al que no se le haya hecho justicia, de sus labios sólo salía un nombre: Fito. Al mismo tiempo que pronunciaban aquel nombre notaba cambios viscerales en su estado de ánimo, algo así como si un escalofrío les recorriese y en sus caras se dibujase una mezcla de sonrisa plácida acompañada de ojos vidriosos: se destapaba la caja de los truenos.

Fue uno de los mejores guitarristas de aquellos años. Para más señas, en los setenta se habla de dos grandes guitarristas en la capital grancanaria: Alfredo Santana y él. Se los nombra por contraposición. Alfredo era la slow hand del momento. Su técnica era depuradísima, y si bien tenía mucho alma al tocar, el dominio técnico era superlativo. Fito era el otro extremo, el músico que iba a todos los lugares con su guitarra –a pesar de que, como dice Toba Macho, nunca tuvo la suya propia-. Fito era puro alma, el sentimiento elevado al infinito. Sentimiento frente a técnica. Era un bluesman al que le gustaba, sobre todo, sentarse junto a sus pocos amigos y tocar y tocar. Alfredo le recuerda: “Más que técnica, tenía mucho gusto. Te llegaba, impregnaba lo que tocaba. Sentimiento frente a técnica. Ahora todo es técnica en los guitarristas famosos, pero en los setenta había cuatro tonos y de ahí se sacaba todo”.

Foto de Paco Toribio y Fito

Paco Toribio (izquierda) y Fito (derecha)

Creo que su primera banda fue Los Happy Boys, de Arenales (cada barrio tenía sus propios grupos). Corrían todavía los años sesenta y pronto entraría junto con Cristóbal Suárez, Paco Toribio, Alberto y Jaime (Jorge y Pepe Cabrera pasarían también por la banda) en la formación de Nosotros. Con ciertos cambios en la banda recorrería la práctica totalidad de Andalucía, deteniéndose en las bases norteamericanas de Morón y Rota. Toba recuerda que Fito era la base de la banda en aquel rock progresivo de finales de los sesenta y entrada en la nueva década: “los Beatles habían quedado atrás –hasta se habían disuelto- y era el momento de Cream, de Jimy Hendrix. Nosotros hacíamos versiones de esos nuevos sonidos que exploraban el mundo con sus incursiones guitarreras. Temas que se extendían en el tiempo y donde las improvisaciones eran la verdadera composición del grupo. La guitarra de Fito hacia estragos”. La banda siguió después hacia Sudamérica, por donde recorrieron países como Argentina o Brasil. Cristóbal Suárez recuerda de forma entrañable la figura de su compañero en Nosotros: “El grupo hacía mucha improvisación, y, como cualquier obra, los temas tenían su comienzo, nudo y desenlace. Sobre todo nos basábamos en Fito, que para mí y para mucha gente ha sido el guitarra más importante que ha parido esta isla. La parte central de los temas, el nudo, era la improvisación de Fito con la guitarra, y ahí empecé también yo a hacer algunos solos de armónica… Fito ha sido el mejor guitarra con el que yo he tocado, y he tocado con guitarras muy buenos como Germán, de Los Canarios, o Alfredo Santana de United. Fito era un punto y aparte en la música que lamentablemente nunca tuvo su propio instrumento. No era un sonido técnico el que sacaba de la guitarra, sino que le sacaba el alma. Era el clásico bluesman. En el homenaje que se le hizo tras su muerte ninguno de los miembros del grupo tocamos; yo sí asistí, pero aquel no fue el festival que Fito se merecía. Ahora que abandono la música me queda la espina de no hacer un macroconcierto dedicado a él”.

De vuelta a Las Palmas de Gran Canaria, Fito seguía tocando con sus colegas. Así fue como lo conoció Juan Torres: “Nos juntábamos unos amiguetes para descargar los jueves o los viernes, y allí estaba Fito. Se calentaba como las cacerolas, como los trenes de antes; según le ibas echando leña se iba calentando y cuanto más caliente estaba, mejor tocaba. Fito era un hombre de la noche, le gustaba la tramoya y el vacilón, le gustaba vivir…, lo que le permitió su salud”. Juan recuerda que su primer concierto con United fue el once de noviembre de 1973 en la OJE de Schamann –“Con Franco todavía vivo”-, y que el último fue precisamente en el Homenaje a Fito realizado en el López Socas, diez años después. United ya se habían disuelto pero la banda se reunió para aquel evento, con el que se pretendía hacer llegar algo de dinero a la familia de Fito.

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