Foto de unas manos tocando una guitarra eléctrica

Pasan los días, las semanas, y sigo rebuscando historias sobre Fito entre la gente que en aquellos momentos estaba centrada en el mundo del rock canario, aquí, en la capital grancanaria. Así que me pongo en contacto con uno de los maestros radiofónicos de los setenta que ha continuado, afortunadamente, hasta nuestros días con múltiples aventuras y desventuras en las ondas hercianas: Higinio Rayo.

“Yo conocí a Fito a finales del año 69; en realidad no fue sólo a él, sino a un grupo llamado Nosotros. Yo trabajaba en una emisora de Sevilla, La Voz del Guadalquivir. Me los presentó Antonio Navas, que debía ser algo a sí como el productor del grupo. Era un momento en el que se estilaban los grupos de versiones, y Nosotros se extendía en los solos personales de sus miembros. Colaboraba también en una sala de conciertos en Sevilla, en la  que realmente los descubrí, impresionándome profundamente”.

Así recuerda Higinio Rayo el momento en el que toma contacto con Nosotros y con Fito, el guitarra solista. La banda la completaban en aquellos momentos Toba Macho, Paco Toribio y Jaime. Luego se fue Toba y entró un cantante provisional y hasta un teclista (Bandy o Mandy, algo así intenta recordar Higinio).

“A mediados del setenta yo regreso a Canarias y les pierdo la pista, pero sé que siguieron tocando e incluso fueron de gira a Sudamérica.”

Estamos grabando la entrevista en video digital en los estudios de Radio Televisión Libertad, Canal 6, donde él sigue enganchado a la radio. Se refiere a Fito como un guitarrista excepcional, muy influenciado por Hendrix, por su lado creativo y experimental. Según Higinio, Fito sabía conservar una versión en su punto de calidad y marchamo de origen, pero además le añadía un toque personal que la enriquecía. Poner un toque personal en temas de Cream, Hendrix o Procol Harum era muy difícil.

Foto de Higinio en aquella época“Para mí, Fito no ha sido un miembro de un grupo como tal, me refiero al momento de su regreso a Canarias; era un guitarrista que pasó por muchas agrupaciones, por muchas jams, por muchos conciertos. Yo no recuerdo el nombre de un grupo canario en el que Fito militara con una cierta fidelidad, él estaba en los conciertos y se subía a tocar con el grupo que estuviera encima del escenario, como un artista invitado, como una colaboración excepcional. Fito no mantenía la disciplina de ensayos que requería la permanencia en una banda concreta; para mí era tan anárquico en su personalidad como en su música, en su nivel de creatividad. En aquellos años Maxi Radio ya organizaba conciertos y recuerdo haberle visto tocar en eventos musicales con United, Roundabout, Teclados, Abismo, Uaca…”

Son las seis de la tarde, primeros de mayo, y hace un calor insufrible debido al efecto lupa de las cristaleras del estudio de la radio en el que nos encontramos. Higinio fuma contínuamente y no abrimos las ventanas para evitar que se cuele el ruido de los coches en su discurrir por la autovía.

“Fito no lo pasó bien; su tarea no ha sido realmente reconocida, la prueba es que está vivo dentro de un ambiente muy reducido. Fito no fue un hombre muy afortunado, ni siquiera para morir. De todas formas él era una persona que necesitaba muy poco para vivir, y una de las cosas que necesitaba era tocar, y eso, al menos, lo consiguió.”

Trato de tirarle de la lengua un poco más sobre los aspectos personales: “Eran tiempos difíciles; ser rockero en esos días era jodido, no estaba bien visto, y Fito era el paradigma, el ejemplo más claro de ese tipo de vida. En la historia del rock muchas estrellas se han quedado en el camino; el caso de Fito fue como el de Hendrix pero a nivel provinciano. Su vida era lo que él era, lo que él aparentaba realmente, y eso tiene un precio. Fito fue el personaje que él interpretó y lo pagó”.

El cenicero rojo sobre la mesa del estudio sigue acogiendo las nuevas colillas que Higinio apaga a la perfección, aprieta la brasa contra la superficie, ahogándola, sin permitir que quede nada de aire entre medias. Al cabo de tres segundos la colilla ha pasado a mejor vida, en esa fosa común que empieza a parecer el cenicero. Miro de reojo su paquete blando de Marlboro, vacío y estrujado. Sin detenerse en su discurso pone uno nuevo sobre la mesa, en señal de que todo está controlado, que no hay prisa. “Recuerdo ver tocar a Fito en los locales de la época que se alquilaban para estos conciertos, como el Cine Guarnarteme, el de Tafira, un local en Schamann, algunos casinos en los pueblos…, subiéndose a tocar con las bandas que estaban en el cartel”.

Higinio nos confiesa que desgraciadamente nunca tuvo a Fito en ningún programa de radio de los que él hacía en aquellos años. Como anécdota nos cuenta que una vez en Lora del Río coincidieron en una medio borrachera y estuvieron hablando algo así como doce horas sólo sobre música, a piñón fijo.

 

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