Foto de Samuel Aguilar con fondo de rocas volcánicas

Entre ríos de lava, jameos y brisa alísea descubrió Samuel Aguilar los sonidos más actuales y a los grandes genios de la música internacional. De la mano de su padre, uno de nuestros más importantes creadores canarios, Samuel aprendió a admirar la belleza de la naturaleza, a disfrutar del arte y asimilar que todo proceso creativo se nutre de duro trabajo, perfeccionamiento y honestidad. Como decía Pablo Picasso; «la inspiración existe, pero te debe pillar trabajando».

Así su talento lo fraguó con una extensa preparación académica que fructificó en un importante palmarés de éxitos transnacionales. Hablamos con Samuel Aguilar de su mundo, de su trabajo, de sus ideas, de su pensamiento.

– ¿Y cómo comenzó todo?

«Inicié mis estudios de música en Lanzarote, continué en Estados Unidos, después en Londres, y los finalicé en Tenerife. Esos son los principales sitios donde estudié, pero diría que la formación musical comenzó desde que nací. Por suerte, el arte y la música en particular han estado siempre muy presentes en mi casa y hoy me doy cuenta de que fue un auténtico lujo crecer escuchando a los Beatles, Pink Floyd, Dire Straits o Radio Futura… pero es que junto con esos grupos también escuchaba a Brian Eno, Arvo Pärt, Somei Satoh, Stockhausen o Ligeti con total naturalidad. Dicho esto ¿Hace falta explicar más? Lo que soy hoy sin duda se lo debo a mis padres».

– Usted es hijo de un importante artista canario. Ya ha dicho que esto le marcó muy positivamente en su formación. ¿Ayuda en el desarrollo de una carrera ser hijo de Ildefonso Aguilar?

«Por supuesto que ayuda, ver a mi padre trabajando a diario en su estudio no sólo me ha enriquecido y educado artísticamente sin yo darme ni cuenta, sino que me ha hecho aprender valores que hoy considero fundamentales para una profesión como esta: la constancia, la honestidad, la coherencia, la sinceridad, el perfeccionismo… Supongo que esto, que al final se traduce en hacer tu trabajo lo mejor que sabes, lo único que puede hacer es abrirte puertas. Además, siempre me he sentido apoyado y animado por mis padres en todo lo relacionado con la música. Es mucho más agradable y reconfortante trabajar así. Sé perfectamente que esto es un privilegio que, por desgracia, no en todas las familias se da».

– De su extensa actividad creativa… ¿Qué destacaría en un rápido repaso mental? 

«La verdad es que no lo suelo hacer, pero cuando me paro a repasar el trabajo realizado me doy cuenta de que es muchísimo y muy variado. Aunque suene a tópico, a cada obra le tengo un cariño especial por distintos motivos. Quizá la grabación de la Música para los Jameos del Agua fue algo especial para mí por lo joven que era y por ser el primer disco que editaba. Realmente la intención incial no era hacer un disco, simplemente grababa en el estudio de mi casa obras que pudieran ser una hipotética música ambiental para Jameos. Cuando fue cogiendo forma y salieron varias obras, surgió la idea de editarlo. Creo que, a pesar de los años que han pasado, es un disco interesante.

También disfruté escribiendo la música del cortometraje La Tierra desde la Luna, mi primera banda sonora, que hice con algunos de los que entonces eran mis compañeros del conservatorio además de con mi hermano. Nunca olvidaré la primera vez que nos reunimos para ensayar, fue un día precioso. Esta grabación fue inolvidable, eso sí, llena de contratiempos debidos a nuestra falta de experiencia. Sólo te diré, por ejemplo, que con la grabación ya realizada tuve que viajar a Gran Canaria porque era donde estaba el viola ese día para grabar una nota ¡Sólo una nota! Claro, en esos años todavía no teníamos las tecnologías y las librerías de sonidos que existen ahora.

La composición de Cuerpos Kandinsky, mi primera obra para danza, fue muy enriquecedora. Estuve varios meses trabajando intensamente a diario en el Auditorio de Tenerife con los bailarines para hacer esta música. Aprendí muchísimo con ellos».

– Usted ha realizado relevantes bandas sonoras que se utilizan en espacios tan emblemáticos de Lanzarote como los Jameos del Agua o el Parque Nacional de Timanfaya… ¿Hasta qué punto ha influenciado el particular paisaje conejero en su discurso musical?

«Es evidente que el paisaje de Lanzarote es muy especial. Es primitivo y fuerte como pocos lugares en el mundo y supongo que de alguna manera eso se escucha en mi música, no lo sé. También se podría rebatir fácilmente esta idea si escuchamos a Brian Eno, Christian Wallumrød o Arvo Pärt. Sin conocer la isla ya hacían música que funciona perfectamente con el paisaje de Lanzarote. No lo sé, es un tema complejo» (Risas).

– Usted compone, interpreta, es docente… ¿En qué ámbito disfruta más?

«Aunque los estudios en el conservatorio están casi siempre dirigidos hacia la interpretación, este campo es el que menos me atrae. Lo que de verdad me interesa es la composición, pero a veces es una actividad muy solitaria, por eso me gusta tanto trabajar en proyectos con bailarines, pintores, directores de cine… es muy enriquecedor. Me parece aburridísimo trabajar sólo con músicos».

– ¿Qué se trae ahora entre manos?

«Últimamente estoy dedicado casi exclusivamente a la música para danza. Ahora mismo es lo que más me gusta. Como he dicho, trabajando y colaborando con creadores de otras disciplinas distintas a la música aprendo muchísimo. Hace unos días Teresa Lorenzo presentó en el Teatro Leal de La Laguna El Desencanto de Mefistófeles y en las próximas semanas la compañía EA&AE realizará una gira por Nueva Zelanda, Australia, Singapur, Vietnam y Filipinas para bailar Entomo y Antípodas, dos piezas con música mía».

– ¿Y más a largo plazo?

«Ahora estoy escribiendo una obra que se estrenará el próximo 15 de abril, pero no me gusta mucho hablar de proyectos futuros. El único proyecto futuro que tengo claro es seguir trabajando».

– Desde muy joven ha estado estrechamente vinculado al Festival de Música Visual de Lanzarote que dirigía su padre… ¿Como es que desapareció una de las convocatorias más internacionales y originales de las Islas?

«El Festival llegó a ser muy importante y reconocido a nivel internacional. Los mejores músicos de vanguardia de todo el mundo lo conocían y querían venir. Pasaron por aquí Terry Riley, Brian Eno, Stephan Micus, Michael Nyman, Andreas Vollenweider, Alberto Iglesias y una larga lista de grandes intérpretes y compositores. Aunque se celebraban muchos conciertos en otros espacios, la sede principal del Festival era el auditorio de los Jameos del Agua, y cuando éste se cerró para su rehabilitación decidimos continuar con el Festival durante unos años. Pero organizar un concierto en un espacio que no esté mínimamente acondicionado para ello es una tarea muy complicada y que requiere una logística y una cantidad de trabajo desmesurada ¡Imagínate organizar todo un Festival en estas condiciones! Aún así, continuamos haciéndolo unos años, pero era inviable y se decidió parar un tiempo para retomarlo cuando se reabriera el auditorio… Y hasta la fecha.

Es una pena, el Festival se había convertido en una referencia a nivel internacional pero también le interesaba y asistía a los conciertos mucha gente local. Prueba de ello es que todavía hoy, más de 10 años después de su desaparición, hay gente que pregunta por él y lo recuerda, o te hablan de algún concierto al que fueron y que les marcó por algo en concreto».

– ¿Las vanguardias pueden ser negocio mediante la venta de entradas, por ejemplo? Dicho de otra manera ¿La alta cultura tiene que ser negocio?

«Las vanguardias pueden ser negocio, claro que sí. Que algo sea negocio tiene poco que ver con su calidad o con su grado de innovación o conservadurismo. Todo depende en gran medida de cómo y cuánto nos vendan ese producto. No hay más que encender la televisión un rato. Sobre la financiación con entradas, es posible, pero de todas formas creo que hay cosas cuyo interés y validez van más allá de cuestiones puramente económicas».

– ¿Qué opina de la situación actual?

«La situación actual es dramática. ¿Quién no tiene cerca, si es que no lo está viviendo en primera persona, a alguien que lo está pasando realmente mal? Lo peor de todo es que ahora estamos muy mal, pero creo que en unos años estaremos incluso peor, porque será cuando los efectos de las decisiones que se están tomando ahora se dejarán notar. Si seguimos así, estamos llamados a fracasar. Un país que no invierte en educación y cultura es un país sin futuro.

– Y en Canarias concretamente ¿Qué opinión le merecen las políticas culturales?

«Por desgracia, creo que en Canarias las palabras política y cultura difícilmente pueden ir juntas en la misma frase».

– ¿Considera que deberían ir juntas?

«En el Gobierno de Canarias hay una Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes. Los ayuntamientos tienen sus Concejalías de Cultura. Entiendo que necesariamente debería haber una política cultural. Ha habido épocas mejores y épocas peores, pero desde luego la gran mayoría de los políticos actuales han demostrado con sus decisiones que no tienen ningún interés por la educación ni por la cultura».

– ¿Cómo ve al sector cultural en Canarias?

«Primero habría que discutir si realmente existe un sector cultural en Canarias. Yo creo que más bien hay personas o pequeños grupos de personas que de forma casi siempre independiente y descoordinada nos dedicamos a actividades más o menos relacionadas con la cultura. En general desconocemos lo que está ocurriendo a nivel cultural en otras islas. Y lo peor no es que no lo conozcamos, sino que realmente a casi ninguno nos interesa. Esa es precisamente la mayor debilidad que veo, todavía no hemos sido capaces de organizarnos, preocuparnos e interesarnos por el supuesto “sector” al que pertenecemos. Entiendo que la insularidad puede ser un problema, pero ni siquiera dentro de cada isla hay organización, o por lo menos yo no la veo.

La situación actual tampoco ayuda, ahora más que nunca deberíamos unirnos y apoyarnos unos a otros, pero tristemente hay mucha gente que por necesidad o por puro egoísmo está centrada exclusivamente en aquello de cada palo que aguante su vela. Pero bueno, esto no es importante, y creo que se podría solucionar relativamente fácil. Lo verdaderamente importante es el enorme talento que existe en Canarias, esa es la fortaleza que tenemos y debemos aprovecharla. En cualquier campo creativo el potencial existente es impresionante. Pero claro, el talento por sí solo no es suficiente, para poder desarrollarlo hace falta organización, formación, trabajo, ilusión, constancia…

Foto primer plano de Samuel Aguilar– Siempre nos gusta cerrar las entrevistas con un consejo para los jóvenes…

«No lo sé, yo creo que mi único consejo, para mi especialidad o para cualquier otra, sería que dediquen su tiempo a lo que les guste. No se me ocurre una tortura peor que decidir pasar tu juventud estudiando algo que no te gusta para después dedicar el resto de tu vida a algo que no te gusta. Así sólo se consigue ser una persona frustrada, que nunca realizó o ni siquiera intentó realizar sus sueños. No tiene sentido. Yo soy profesor en el conservatorio, y me sorprende ver que hay alumnos que después de más de 10 años estudiando música, ni siquiera se han planteado si eso realmente les gusta o no. El problema es que muchas veces las decisiones que tomamos no están pensadas por lo que queremos o podemos hacer, sino simplemente por inercia o, peor todavía, por los resultados económicos que éstas nos pueden reportar. No importa si tu ilusión es ser panadero, escritor, albañil o abogado. Lo importante es que vas a dedicar mucho tiempo de tu vida a tu profesión, por eso debe ser algo que te llene. Si tu actividad realmente te motiva, muy probablemente llegarás a ser un buen profesional, y si eres un buen profesional seguramente podrás encontrar un espacio en el que desenvolverte a pesar de lo difícil que esté el mercado laboral».