no suena bien

Esta semana se vienen celebrando unas charlas en Santa Cruz de Tenerife sobre la búsqueda de trabajo e Internet, y se ha hablado de competencias, actitudes, el yo digital y muchas cosas más. Además, esta semana descubrí que aunque tengo un título que me acredita como ingeniero técnico industrial nunca he ejercido en el estricto sentido de la palabra, muy a pesar de lo que diga el epígrafe de mi primera alta en el IAE (ahora tengo tres actividades más). Y por eso nunca más pienso presentarme como ingeniero técnico, tampoco como un emprendedor, quizá como iniciador.

También esta ha sido la semana en la que arranqué mi último proyecto, una tienda online exclusivamente de cuerdas para instrumentos musicales: www.CuerdasLowCost.com. Y el concepto es muy sencillo; ofrecer primeras marcas con buenos descuentos y con tarifa plana para el envío de solo 1 EUR. Pues sepan que nada más nacida la criatura se me echa encima el sector acusándome de “reventar el mercado”, y eso que todavía no he vendido ni un sola cuerda.

Lo bueno, cuando me compararon con “cuatro idiotas que quieren fastidiar el mercado”. Y digo bueno porque me compararon entre otros con Thomann, la mayor tienda de instrumentos musicales de Europa, y probablemente una de las mayores del mundo.

Lo malo, que los mismos que hoy se escandalizan porque decido poner un 30% de descuento en una super-conocida marca de cuerdas (no mencionaré el nombre para no hacerle publicidad, pero pueden entrar en mi tienda y comprobarlo), no se dan cuenta que yo soy un mero Quijote que pienso que puedo arañar un 0,0001% de las ventas de Thomann.

Lo peor, que esos mismos puede que mañana o quizás pasado mañana, no existan como tienda al uso.

Lo ‘más peor, que seguro que ellos mismos compran ropa en las terceras rebajas, la leche de oferta y las barritas de merluza rebozadas y ultracongeladas a 3 € el kg cuando la merluza sin procesar se vende a 10.

Lo ‘más peor de lo peor’ sería que esos mismos ni siquiera hicieran lo anterior, es decir que no compraran nada y aún así se quejen de que los demás no compramos en su tienda.

No se quien lo dijo, pero tenía más razón que un santo: un pesimista se queja porque ha cambiado el viento, un optimista se queda esperando a que vuelva a cambiar; un realista simplemente cambia las velas.