Conocida también por Romance del Trigo o Cho Juan Pereñal, esta danza agrícola es una de las joyas folklóricas del repertorio tradicional canario. Recogida por Julio Guerra con forma de romance, la Agrupación Coros y Danzas de Santa Cruz de La Palma empezó a interpretarla en los escenarios desde sus inicios, en 1948.

Se interpretaba marcando un ritmo ternario (dejando libre el segundo tiempo) con el golpe de una vara sobre el suelo o sobre una caja de madera. El romance comienza con las estrofas: Cho Juan Pereñal tiene un arenal / un grano de trigo lo quiere sembrar/ lo siembra en la cumbre lo coge en la mar. Seguidamente, se van describiendo las partes del proceso que va desde la siembra hasta la ingesta del gofio.

Los bailadores, colocados hombres y mujeres en filas enfrentadas, van realizando la mímica correspondiente a cada faena. Según algunos informantes, la forma antigua de interpretarla implicaba una formación en círculo de los danzantes.

La versión palmera es la más popular, pero no es la única que se conoce. En Fuerteventura también se interpretaba, aunque cayó en el olvido. La variante majorera, descrita en el s. XIX por Ramón Fernández Castañeyra, fue grabada a una informante octogenaria por Manuel González Ortega, y editada en un Cd publicado en 1993 por el CCPC.

Algunas canciones infantiles peninsulares guardan un evidente parentesco con las versiones canarias, como el extremeño Tío Tintaina.  Pero es en las variantes sefardíes donde se denota el claro origen judío de esta danza. Como canto de boda, el conocido como Viva Ordueña está extendido por comunidades del norte de Marruecos, Grecia o Canadá. Poco se sabe de cómo llegó y se instaló en el Archipiélago, pero es uno de los pocos vestigios claros de la tradición judeo-sefardí que se conservan en Canarias.