Foto de unas manos tocando una guitarra eléctrica

Fue una decisión incierta. Después de un año y medio asistiendo al Master de Periodismo en su primera edición –organizado por Prensa Canaria y la ULPGC- había que decidir el tema de la tesina, del trabajo fin de Master. El mundo del rock –aunque fuese canario- no parecía en principio un tema que pudiese atraer al tribunal por el que luego habría de pasar. No obstante, decidí, después de mucho divagar y darle vueltas a algunos temas como el análisis de revistas culturales de islas menores, trabajar sobre el mundo del rock en las islas. Tenía cierto camino andado, pues me llevaba moviendo en ese terreno desde hacía ocho años con el programa de radio En Bandeja de Plata. La idea era, ya que conocía –y bien- el presente, ir un poco hacia atrás. Quería en un principio trabajar sobre la década de los ochenta, pero aquello era inmenso, sobre todo a la hora de revisar la prensa; así que decidí finalmente ocuparme del bienio 1980-1982. La elección se debió a que en ese tiempo en la Península acababa de implantarse lo que se llamó la movida –madrileña, al principio-. Ese fenómeno supuso un cambio bastante radical en lo que se refiere no sólo a sonidos -el power pop de los pubs o el punk inglés y neoyorkino-, sino por el cambio en el concepto de estrellato, de músico o incluso de distribución con el nacimiento de nuevos sellos independientes. El momento citado no coincidía con exactitud en el Archipiélago. En realidad, el fenómeno se estaba produciendo con la eclosión de nuevas bandas, pero en al ámbito discográfico no tenía su correlación. El primer disco de la nueva ola canaria podemos datarlo en el año 1982. Verdaderamente son varios los que coinciden en ese año, si bien quizá el disparo de salida lo da el single de Familia Real (de donde luego surgirán Ataúd Vacante), que contenía los temas Destruye y Depresión. La grabación fue el resultado de un concurso que organizó Paco Dorta. Manzana, al igual que las demás compañías discográficas, no fue ajena al fenómeno que ya era una realidad (Javier Segura estaba dentro de esa nueva realidad musical) y creó Ja Ja Records, un subsello para editar la nueva ola canaria. Así, en ese mismo año se publicarían los singles de Escorbuto Crónico y Skalectric, con los hermanos Segura (Manzana) como ingenieros de sonido –Javier- y productores –Alberto-; o el single de Arte Moderno, Ninette en New York, en cuya formación estaba tocando Javier Segura junto a Juan Belda y Mandi Capote. Los dos primeros seguirán sus carreras en solitario con la edición de LPs, mientras que Mandi se consagrará como un músico de estudio obligado en las bandas chicharreras. El single de Escorbuto, Documentación, se convertirá en un clásico de la época; además, la banda dará origen a Guerrilla Urbana, el único grupo de esos años que ha continuado editando discos hasta nuestros días.

Decidí analizar un par de periódicos a lo largo de esos dos años: La Provincia y Diario de Avisos fueron los elegidos (con sus respectivos diarios paralelos: El Diario y La Tarde). La Provincia porque me gustaba bastante más que Canarias 7, y el Diario de Avisos porque tenía buenas referencias de Paco Dorta, que escribía en él. Había leído algunos artículos suyos y tenía cierta idea de su labor en los medios, así como del apoyo que había prestado al rock canario –aunque estaba muy lejos aún de conocer su papel fundamental en toda esta historia.

Ese iba a ser el núcleo fundamental del trabajo, para el cual disponía de seis meses. Así que empecé a aparecer por la hemeroteca hasta hacerme un asiduo, y me metí de lleno en ese olor a papel viejo, en ese mundo de ácaros. Llegué a saludarme con unos cuantos habituales que pasábamos tardes completas a la luz de aquellos pequeños fluorescentes individuales. Los auxiliares que atendían la hemeroteca eran amables y eficientes; cada vez que localizaba algo interesante, relacionado mínimamente con el rock, lo marcaba con unos papelitos de reciclaje que ellos mismos me daban y al final de la tarde dejaba encargadas las fotocopias de todas las hojas seleccionadas. Al día siguiente, cuando regresaba a mi reclusión vespertina, allí estaban perfectamente realizadas.

A mitad de camino me di cuenta de que necesitaba algo más, y ahí fue donde encontré la verdadera línea de trabajo, el trabajo de campo. Empecé a pensar en quién podría entrevistar para recoger información sobre aquel bienio. Necesitaba personas de los medios de comunicación que hubieran estado implicadas en el mundillo musical de aquel momento, pero también eran parte fundamental los protagonistas directos: los músicos. Del mundo de la prensa tenía claro que Paco Dorta era la clave en Tenerife. Por otra parte, al haber buceado en La Provincia, comprobé que Diego Talavera -su director en el momento de contar esta historia- escribía en aquellos años unas páginas de fin de semana –que, como en otros periódicos, surgieron a raíz de las separatas de El PAIS de los viernes-. En ellas incluía un apartado, Música Plástica, en el que hacía comentario de discos y alguna reseña de conciertos. Además, La Provincia estaba directamente implicada en la organización de conciertos de bandas locales en el Club de Prensa Canaria.

Más tarde me movería en el mundillo musical, y a raíz de lo que había visto en la prensa los grupos que mandaban eran todavía los que daban los últimos coletazos al concepto de superbanda de los setenta: Prana, Teclados Fritos, United, Palmera…. Si bien tanto Palmera como Teclados dan un giro que anticipa, en parte, el concepto de nueva ola. La primera etapa de Palmera, cuando usan el nombre de El Eructo del Bisonte, está en la línea nuevaolera. El disco que editan con ese nombre tiene cierta repercusión en las emisoras que programan música independiente, de tal modo que El Kiosko de la paz suena con cierta frecuencia. Posteriormente, y ya como Palmera, la banda pasa a formar parte de la programación de las rafiofórmulas, donde se instalará con una canción del verano: Las llaves de la moto. Así se convirtió en una banda que pasó de Radio 3 a Los 40 Principales. Por su parte, Teclados Fritos es incluida, en ocasiones, como una banda que se integra en el nuevo movimiento. Llegan a tocar en el templo de la movida, el Rock Ola, pero reniegan un tanto de la nueva ola. Son una banda especial que bebe del rock sinfónico, el rock potente y el glam rock; todo ello debido a las fuertes personalidades de Jaime Llorca, Manolo Benítez y José Mary Suárez (amén de Emilio Molina).

Los elegidos para completar el trabajo de campo fueron Óscar Santana de Palmera, Enrique de Prana, y Juan Torres y Alfredo Santana de United. Estos personajes fueron un verdadero hallazgo, con un diamante entre las joyas: Paco Dorta. Gracias a él pude tener acceso a algunas grabaciones de las que hacía en el Guimerá en aquellos Rock and Films: Naranja, Fire Explosion Band, Imada, Roundabout, Yumbosis, Origen, El Eructo del Bisonte, Teclados Fritos… Además pude contemplar su magnifica colección de fotos.