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La escritora grancanaria Rosario Valcácel presenta su nuevo trabajo ‘Moby Dick en Las Canteras Beach’ en el Casino de Telde el próximo jueves 13 de junio a las 20:00 horas. Por este motivo le hacemos esta entrevista para Canarias Cultura en la que navegamos por la novela.

– ¿Por qué escribiste Moby Dick en Las Canteras Beach?

«Quería narrar una importante época de la vida de estas islas, y de los protagonistas. Recuperar recuerdos que se entrecruzan para conseguir una novela basada en un hecho histórico como fue el rodaje de la película Moby Dick en los años 1954-55. Y aun cuando se pueda decir que ya se ha escrito casi todo, esta tiene la particularidad de estar dirigida a los adolescentes, de todas las edades. Ediciones Anroart la ha catalogado para mayores de 12 años, pero también es apropiada para niños más pequeños. Tiene la particularidad de haber recogido las voces de los protagonistas, tanto actores como isleños que intervinieron de alguna forma en el rodaje de la película».

– Citas el gran precedente del texto de Herman Melville como homenaje.

«Cierto. Esta es una novela elaborada con un tratamiento literario, con hechos documentados, y que funciona a través de la propia novela de Melville, mediante pequeños episodios que se van intercalando  en la propia narración y a través de un narrador- protagonista, una adolescente llamada María Teresa que nos va acompañado y presentando a los artistas  de Hollywood y  a los protagonistas  canarios que intervinieron en el rodaje.  Nos va ayudando a entender cómo era la isla en aquellos años».

– Ahora que todo es tan rápido y tan efímero, has querido potenciar la memoria de aquel rodaje tan significativo, la primera vez que Hollywood desembarcaba en Canarias.

«Quise escribir este libro a modo de testimonio o quizás porque me apetecía retroceder en la historia, contar y revivir todas aquellas anécdotas que sucedieron durante la realización del rodaje en  Gran Canaria. Y tuve la suerte de encontrar dos personas que me han ayudado mucho en este objetivo,  de no sentirme sola en el camino. Por una parte Luis Roca Arencibia me facilitó su  trabajo “Salvar La Memoria Moby Dick y Tirma”, las voces de muchos de los protagonistas.  Y por otra fue  Andrés Padrón quien me cedió fotos de su colección privada, instantáneas que ilustran el libro y que me  han permitido describir la presencia física, el misterio,  poder definir lo desconocido, atravesar el escenario. O quizás quise escribir este libro, porque cada día soy más consciente de que la vida y los recuerdos son una interminable sucesión de momentos, de rutinas que pasan tan rápido que se nos escapan que se pierden en las memorias. Así durante un tiempo me he sumergido en el mundo apasionante de los platós, de las aguas de El Confital, de nuestras aguas de Las Canteras. Me he sumergido en los rincones y las esquinas del Puerto de La Luz,  en los  Astilleros, en la compañía carbonera que pertenecía a la Casa Miller donde se construyó el armazón de la  gran Ballena Blanca. Y he escuchado a uno de los operarios, a Juan Socorro, decir el día de la terminación de la maqueta que le parecía de verdad como si fuese de carne y hueso, que parecía que tenía alma.  He disfrutado con la llegada  de los artistas  al  aeropuerto,  con la llegada del hidroavión, con el bautizo de Moby Dick. He escuchado anécdotas  como las de las gaviotas o el día que se echaron a volar al mar  unos dólares en una partida de póker y unos de los canarios que trabaja en el film los recupero. He escuchado el  bullicio del Juan Pérez y del Hotel Madrid».

– En tu mente, Moby Dick casi es una criatura real.

«Sí, porque he escuchado los ruidos y los silencios de la ballena blanca. Un personaje especial,  un personaje del mundo de la ficción pero que, a medida que me iba acercando a ella, iba comprendiendo lo hermoso de la diversidad y lo pequeños que somos los humanos en comparación con otros seres vivos.  Me he detenido en sus emociones ingenuas y he observado su expresión bondadosa, y me ha llegado a la memoria la serenidad de su mirada el latir de su corazón, aquel candor tan infantil que emanaba de ella desde la primera vez que la vi.

He intentado transmitir la magia de un personaje especial. Un personaje del mundo de la ficción que se vuelve tan real como la propia realidad. Que sufre por las injusticias por la que fue creada, que no entendía el por qué el destino disponía de ella a su antojo, el por qué tenía que interpretar a aquel cachalote malvado de Melville. Un personaje que siente una gran soledad y una necesidad de comunicación. Una ballena que, a diferencia de la de  nuestro escritor americano, en la que existe en mi libro no  hay lugar para la maldad porque la bondad lo ocupa todo».