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Al cabo de un año empezó a haber mucho movimiento. Los estudios de Radio Libertad Televisión se montaron en la planta de abajo. Estamos hablando de la Avenida de Escaleritas 110, junto a la casa Mercedes. Poco después se fusionaron con dos televisiones locales más para montar Canal 6, y la televisión empezó a comerle personal a la radio. Los técnicos y la caza de publicidad se desviaron totalmente a la tele. Radio Libertad cerró, algunos se recolocaron en la televisión con esos contratos inexistentes –como funcionan los medios locales- con los que estás en la calle de un día para otro. Héctor, nuestro control, y su padre –con un montón de años en la emisora, cubriéndoles con un magazine diario la tarde-, se vieron en una situación de verdadera precariedad. Pero los medios funcionan así, excepto los grandes fichajes de las grandes cadenas o el personal de Televisión Española. Aquello debió de ser por el mes de marzo o abril, llegaba la Semana Santa. Por lo que a nosotros se refiere, hablamos con Armando, el responsable de programación. Nos dijo que la idea era que Radio Libertad arrancase de nuevo en octubre y que contaban con nosotros para el lanzamiento, con mucha más promoción y con la tele detrás. Efectivamente, Radio Libertad volvió a abrir, pero en el último trimestre de 2000, dos años después de su cierre.

Tomamos las palabras de Armando Vallejo –un tipo estupendo- como lo que significaban, buena voluntad y agradecimiento por el programa, pero empezamos a buscar emisora desde ese momento.

Tanto en Onda Isleña como en Radio Libertad teníamos tres horas de programa, gracias a lo cual podíamos centrarnos con tiempo en las actividades culturales. En esa etapa además de bandas canarias y nacionales pasaron por la emisora la práctica totalidad de galeristas de las islas, compañías de teatro, responsables de áreas de Juventud y Cultura para informarnos de diferentes actividades, y nombres consagrados como Fernando Guillén, María Isbert, Antonio Canales, Sara Baras, Els Joglars, Enrique Morente, y tantos y tantos artistas que pasaban por la isla con sus compañías. Tocaba, pues, buscar nueva emisora para no perder el ritmo, sin esperar a que la anterior volviera o no a abrir, y luego ya se vería.

MC2 debía de llevar poco más de un año emitiendo. Empezaron muy fuerte -me refiero a su apuesta musical-. Era una radio independiente con música independiente y gestionada por gente muy joven. Ponían carteles en locales de moda y contaban con una audiencia muy, muy joven. Antes de que llevasen un año, era la emisora que corría de boca en boca entre el mundillo universitario, la gente que escuchaba Radio 3 o programas de música independiente. Lola y yo nos habíamos sentado para ver qué punto del dial nos podía acoger. Al final nos centramos en radio MYD y en MC2. El director de esta última era Diego Rombola. Nos presentamos allí y hablamos con él y algunos de los colaboradores de la emisora. Diego conocía a Lola, él gestionaba el Campus Rock y ella hacía en aquel momento el programa Enróllate en la TVE-C –con actuaciones de bandas de rock canario-. Además, algunos jóvenes con espacios en la emisora conocían nuestro programa. No hubo ningún problema; bueno, realmente sólo uno: buscar banda horaria. Nos pudimos ubicar los miércoles –tan sólo dos horas- entre las ocho y las diez de la noche. En aquellos momentos estaba de jefe de programación Jorge, un chaval joven, eficiente y encantador donde los haya. Un organizador nato, un profesional de tomo y lomo. No duró mucho. Como digo, la gente que trabaja en estas emisoras lo hace a tiempo parcial o con contratos inexistentes y muy mal pagados. A Jorge, en concreto, le ofrecieron irse a la Televisión Autonómica. Él, además había hecho Imagen y Sonido, y aparte de estar mejor pagado iba a un campo que le atraía más.

El rollito en MC2 era inmejorable. Éramos los abuelos de la emisora. Tuvimos un par de controles hasta que se quedó fijo con nosotros Paulo. Nos conocía, ya que él en su día había estado en nuestro programa en la etapa de Radio Nacional con su grupo, Dirección Sur. La audiencia era mucha y el teléfono no paraba de sonar. Después de Radio Nacional, con su cobertura en todo el archipiélago, MC2 era, sin duda, nuestro dial –el 91.5, por cierto.

Al cabo de un año, más o menos, la emisora empezó a girar. La banda sonora había sido Sound Garden, Asian Doub Fundation, Greenday, Terrorvision, Massive Atack, Radiohead, Suede… Una mezcla de Festimad y FIB. El giro se produjo en un acercamiento a las radiofórmulas. La lista de la emisora dejó de parecerse a la de Billboard para acercarse un poco a la de la Cadena Ser. José Vázquez dejó su programa, El Pathfinder, para pinchar, simplemente pinchar, algunas cosas que le gustaban y otras que no le gustaban tanto. Las imposiciones de las discográficas. Diego Rombola iba y venía a Miami, donde empezó a hacer durante una temporada un microespacio dentro de un programa de televisión de un amigo suyo. En realidad la emisora tenía cierto éxito económico, y sus directores, Diego y Antonio Márquez, ponían en casa de todos los universitarios de la ULPGC un fanzine cada mes; disponían del mailing de los universitarios y con él en la mano supongo que es algo más sencillo atraer publicidad. Como en las radiofórmulas, los principales sponsors eran Ballantimes, JB, Beefither, LM, Camel… Ese era el soporte básico de la emisora. Eso sí, nosotros seguíamos sin tener publicidad en nuestro programa. Absolutamente ninguna.

MC2 aprendió a mantenerse sola, si bien, José Vázquez ayudaba a ello desde su puesto de jefe de programación, y, por supuesto, muchos jóvenes que vivían la radio con ilusión. Diego Rombola siguió diversificando la inversión, y a bares como el Camel añadió la apertura de un café, El Tía María, en la esquina de Mesa y López con Olof Palme. Aunque en realidad creo que lo que a Diego le gustaba eran los coches -tenía dos o tres deportivos Mercedes y BMW-.