Los Cuentos de Bob_wide_color

Martes, 3 de diciembre 2013

Sueño Nr. 3 (23:50 – 00:15 h.)

Sueño en formato de documental para TV, con muchas infografías  y animaciones 3D, en el que se explica la creación y el funcionamiento de nuestro subconsciente en forma de planeta. Para ello se reproduce un corte esquemático de su interior con las diferentes capas que lo componen:

En su centro encontramos el núcleo interno, un líquido viscoso y ardiente formado por los primeros recuerdos uterinos: voces, ruidos orgánicos, formas borrosas en tonos anaranjados y carmines, las primeras sensaciones táctiles, nociones aún muy indefinidas del espacio y la gravedad… Un lugar extraño, remoto e inaccesible.

El núcleo está envuelto por una delgada costra que nos dejó el primer shock con el que nos recibe la vida, nada más haber sido expulsados de nuestro cálido y apretado refugio materno. El primer contacto con el mundo real sobrecarga todos nuestros sentidos; los abruptos cambios de luz, temperatura, sonidos, olores, posicionamiento, etc., envían tal cantidad de nueva información a nuestro pequeño cerebro, que al saturarlo forman alrededor del núcleo su primera capa sólida.

Sobre esta base se van depositando en el transcurso de la infancia recuerdos cada vez más definidos. A partir de ahora, una interminable e incesante llovizna de pequeños fragmentos de la realidad, recogidos a través de las células sensoriales, formarán el manto y harán crecer de tamaño al joven planeta. Todo, absolutamente todo lo que se vea, oiga, huela, sepa, toca o sienta, se depositará sobre su superficie. En los primeros años de infancia el paisaje que encontraremos será caótico pero muy colorido, compuesto de objetos sobredimensionados y sensaciones intensas repartidas sobre una orografía plana y uniforme.

Según va pasando el tiempo, los recuerdos pierden su gigantismo y saturación, tapando a los anteriores sedimentos. El paisaje se va haciendo cada vez más definido y con la toma de consciencia, aparece el propio sujeto como un habitante más de su particular planeta. Poco a poco, se va formando un cierto orden que empieza a vislumbrar lo que se podría definir como un ecosistema.

Tras más de una década de lluvia de recuerdos, el núcleo primigenio ha quedado envuelto en una gruesa capa formada por millares y millares de trozos de información recogidos del mundo externo. La revolución de las hormonas al entrar en la pubertad provoca el segundo shock que se registra en la superficie del planeta: un tsunami de nuevas emociones choca de lleno contra el mundo infantil y arrasa todo lo que encuentra a su paso, cubriendo continentes enteros. Encima de esta capa de fango llueven los primeros recuerdos de adulto. Con ellos se construye un mundo nuevo, más racional, pero también cada vez más aburrido.

Algunas veces surgen catástrofes en el plano real que se ven proyectadas en el planeta con una invasión de monstruos. Son etapas en las que se pierde algo o a alguien muy importante. Mientras que la conciencia puede ignorar en muchos casos estos acontecimientos, llegan a la superficie de ese otro mundo sin censura ni restricción ninguna, provocando el más absoluto caos y la destrucción de todo vestigio de la anterior vida. Pero tarde o temprano, los monstruos mueren y la lluvia de la realidad cotidiana termina por sepultarlos.

Año tras año, el manto del planeta sigue creciendo, lo que se traduce en una mayor presión en sus capas internas. En algunas partes, la presión y el paso del tiempo hacen que determinados recuerdos se licúen o gasifiquen. Estos combustibles fósiles son extraídos de bajo tierra y utilizados por los habitantes de la superficie para abastecer de energía a sus ciudades. Con ellos vuelan sus aviones, funcionan sus coches e iluminan sus hogares de noche. Las emociones del pasado, esos infinitos campos de flores primaverales, o las tenebrosas selvas infectadas de monstruos, siguen así abasteciendo de fuerza vital a un paisaje maduro.

También la erosión empieza a hacer acto de presencia, dejando a veces al descubierto reliquias del pasado. Ya no llueve tanto y en algunas partes el viento ha dejado visibles parte de los cimientos de antiguas murallas y castillos. Entonces, sus habitantes deciden construir un museo y llevar allí los objetos encontrados durante las excavaciones.

La última capa de este planeta escogido como muestra, está formada por la corteza, el ahora. Altas montañas y profundos abismos oceánicos se alternan en una superficie cuyo atractivo principal está en la variedad del terreno y en los habitantes que lo conforman. Debajo, decenas de capas de sedimentos siguen guardando todos sus recuerdos.

Ohne Titel_Corte esquemático de recuerdos_Oliver Behrmann

El documental acaba aquí, sin enseñar como evolucionará ese planeta en el futuro. ¿Ocurrirá alguna nueva hecatombre en su superficie? ¿Chocará con otro cuerpo celeste, creándose tras la explosión un nuevo núcleo de magma? ¿Se agotarán en algún momento los combustibles fósiles y el planeta se quedará a oscuras? ¿Se convertirá el museo en el centro neurálgico del planeta cuando sea anciano? ¿Será absorbido, al final de su ciclo útil, por un agujero negro? ¿Hay algo detrás de un agujero negro?

Preguntas y más preguntas que este documental onírico ha dejado en el aire. Habrá que seguir mojándose bajo la lluvia de recuerdos para encontrar las respuestas.

 

Oliver Behrmann

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