La verdad y la falsedad_wide_color

Tengo un sobrino de cinco años que es la alegría de la familia. Es activo, cariñoso, pícaro y muy observador. Es un espía en potencia. Cada vez que entra en mi casa, en cuestión de segundos, hace un “scanner” fotográfico de cada cosa que hay en las mesas, sillas, estanterías, etc. Una vez realizado, lo compara con los scanner archivados de visitas anteriores y me dice…

–        ¿Tío  esto qué es? Señalándome algo nuevo (cogiéndolo en la mano) que ha visto y en lo que está interesado.

–        Yo intento satisfacer su insaciable curiosidad con una sencilla respuesta. Normalmente acompañado de un efectivo: “Déjalo en su sitio”, en vez de un  “no lo toques” de escasos resultados.

Hace unos días, en una de sus inesperadas visitas, yo me encontraba lavando los platos a espaldas de la mesa del comedor, a la que él se dirigió con un saludo cordial:

–      ¡Hola tío!

–      ¡Hola sobrino! ¿Cómo estás?

–      ¡Bien! Fue su corta respuesta y como un relámpago, también su visita.

–      ¡Qué raro que se haya ido tan rápido! No me ha dicho: “¡Tío vamos a jugar!” su frase favorita. Umm, ¿qué estará tramando?

Dejo de lavar los platos y me doy la vuelta intentando ver si me falta algo… Mi “scanner” fotográfico  y la memoria archivada en mi disco duro está bastante desordenada y confusa, por lo que me tomó un buen  tiempo notar la ausencia de un euro, en un pequeño rincón donde había dejado 17€ para pagar algo.

Me asomo al jardín de la casa y con voz firme y fuerte digo:

–        ¡Sobrinoooo! ¡Ven!

Segundos después, mi querido ángel cariñoso entra en mi casa.

–       ¡Sí tío!

–       Sobrino, no encuentro 1 € que estaba aquí en la mesa, (pobre de mí, si le pregunto si ha cogido un € de la mesa) ¿sabes dónde puede estar?

Con su cara de pícaro intelectual: mano derecha en la barbilla y ojos pensativos con mirada perdida hacia arriba…

–       ¡Ya sé donde está tío!

Se mete debajo de la mesa y gateando por un minuto escaso, se levanta alegremente de haber ayudado a su tío.

–        ¡Lo encontré tío, estaba debajo de la mesa!

–        ¡Gracias sobrino! Este € tiene patas sobrino…

Con su sonrisa picara de héroe en tal difícil hazaña, sale de mi casa, esta vez lentamente, pero con uno de los bolsillos delatándole: lo de adentro hacia a fuera.

Me falta algo_Guillermo Bueno

La naturaleza humana es protectora, con hambre de admiración y reconocimiento. ¿Cuántos de nosotros, en una misma situación, habríamos admitido el error y pedido disculpas?. Realmente hacerlo, requiere  una valentía y heroicidad diferente: poco común, y  de poca recomendación popular.

“El  que es sincero consigo mismo, a nadie podrá engañar”
(Shakespeare)

*Imagen de portada: Fragmento de la Obra escultórica ‘La Verdad y La Falsedad’ (1857-66) de Alfred Stevens. Victoria and Albert Museum.