EFE.- Dos «graffiti» en los templos de Abidos y Dendara muestran el paso por el Egipto del siglo XIX del arquitecto español Juan Víctor Abargues, un personaje poco conocido que vendió piezas al Museo Arqueológico Nacional y cuya actividad en el país norteafricano constituye aún un enigma.

Miguel Ángel Molinero

Miguel Ángel Molinero

El egiptólogo Miguel Ángel Molinero, profesor del Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Universidad de La Laguna (ULL), ha situado ambos «graffiti» en su contexto histórico y cultural en un artículo publicado por la revista británica «Egyptian Archaeology».

Molinero, que es director de la misión arqueológica de la ULL, en la que estudia la tumba TT209 de Luxor, está integrado en un proyecto de Historia de la Egiptología española y conocía el nombre de Juan Víctor Abargues de Sostén y García por las referencias a la colección de antigüedades que vendió al Museo Arqueológico Nacional.

Encontró uno de los graffiti en una visita al templo de Dendara y posteriormente, siguiendo la referencia de un viajero inglés, aprovechó una de las campañas de excavación en Luxor para desplazarse a Dendara y allí pudo ver la segunda de las inscripciones realizadas por el arquitecto español en 1877-78.

De ellas llama la atención el que hay varias visitas y lo bien hechas y cuidadas, con trazos desarrollados sin prisa.

«Si tuvo tiempo para realizar las inscripciones de forma tan cuidada, ¿es que tenía alguna actividad cerca de allí o incluso en el propio templo?. Son preguntas a las que por ahora no hay forma de responder con la documentación disponible», señala el egiptólogo.

Juan Víctor Abargues nació en Argelia, probablemente aprendió árabe en su niñez y llegó en 1872 a Egipto, donde vivió hasta 1916.

No se sabe bajo qué condiciones trabajó como arquitecto para el Gobierno egipcio desde que sólo tenía 22 años.

Los «graffiti» de Dendara y Abidos están cerca de su lugar de residencia, Girga, aunque se desconoce qué actividad profesional precisa realizaba allí.

Posteriormente, en un documento fechado en 1913, Abargues se refiere a su reciente responsabilidad en la creación de campos de algodón.

Juan Víctor AbarguesEn la época en la que realizó los «graffiti» hizo varios viajes a España y en cada visita fue vendiendo al Museo Arqueológico Nacional más de 200 piezas pequeñas -amuletos, escarabeos, estatuillas de bronce- y cien monedas, y en el inventario se detalla el origen: principalmente Abidos, Luxor, Dendara y Edfu.

Al respecto, Miguel Ángel Molinero opina que podría revisarse esta colección del Museo Arqueológico, que vuelve a abrir sus puertas próximamente, para así resolver las dudas sobre la autenticidad de algunos de los objetos vendidos por Abargues.

Esto forma parte del «misterio» de un personaje cuya mentalidad el egiptólogo aún es incapaz de determinar, «si por su actitud era un patriota, un espía, alguien que actuaba sólo por su propio interés o es un aventurero. Me tiene sorprendido y fascinado».

Además, en 1877 Abargues donó 24 bocetos a la Real Academia de Bellas Artes de Madrid que se han perdido, aunque se conservan moldes de yeso de trece de ellos que muestran escenas y detalles de relieves del templo de Abydos y una cabeza femenina greco-romana.

Todo ello debería animar a encontrar más documentación sobre las actividades de Abargues, del que tampoco se conoce bien su relación con el Gobierno español mientras trabajaba para el egipcio.

De hecho en 1876 se le encargó comprar animales en el Alto Egipto para un «Jardín de bestias» en Madrid y en sus viajes a España dio varias conferencias, entre ellas, el primer discurso documentado en el país sobre la religión egipcia antigua.

También asistió a congresos de geografía y debatió cuestiones como el interés de España en participar en el movimiento colonial en África.

Asimismo, llegó a escribir informes al Gobierno español en los que recomendaba tener presencia en un puerto del Mar Rojo y le escribió privadamente al Rey para aconsejar que España tomase posiciones para cultivar algodón en el norte de Marruecos.

En 1881 recibió financiación privada para una expedición a Abisinia que duró un año y cuyo equipamiento militar fue proporcionado por el Rey español, en un viaje que deparó interesantes resultados topográficos y que hasta la actualidad, es el único episodio bien documentado de la vida de Abargues.