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Julio Pérez Tejera: Caleidoscopio (Mercurio Editorial, 2013)
Edición y preliminar: Victoriano Santana Sanjurjo.


, , , , , y 7ª parte


7o objeto textual de forma irregular

Viernes, 9 de diciembre de 2011. A eso de las 19.30 horas, llego a las Casas Consistoriales junto a Rita Navarro. Saludo a los presentes y, por primera vez, a Julio Pérez Tejera. Reconozco que me emociona conocer a quien he tenido muy presente durante el último mes a través de la firmeza de una prosa que nada tiene que envidiar a la de los grandes de la literatura en lengua española.

No debe ser mi pluma la que se haga eco de lo sucedido en el acto, pues otra más brillante, la de Jesús Ruiz Mesa, a día de hoy uno de los mejores cronistas de eventos culturales de Canarias, relató para Teldeactualidad.com lo sucedido en tan dichoso día.

Concluye el acto. Le reitero a Julio mi particular felicitación por la obra publicada. En ese momento, mi ángel, mi instinto, mi inspiración, mi álter ego… me dicta las palabras que le digo mientras me despido de él: «Seguiremos en contacto. Descuida. No me olvidaré de ti…», con lo que dejaba la puerta abierta a no sé muy bien qué.

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Creo que Julio Pérez Tejera nunca sabrá a ciencia cierta cuánto le debe la Biblioteca Canaria de Lecturas (BCL), pues gracias a él, y sin que sepa nuestro autor muy bien cómo, nació.

Te cuento: los días posteriores a la presentación fueron agitados en la medida que sentía un cargo de conciencia cuyo origen se hallaba en un código deontológico no escrito cuyas líneas básicas durante esas jornadas eran las siguientes:

Bien, hace poco he presentado a la sociedad una excelente obra; un libro que merece ser difundido, conocido y estudiado; un volumen en el que cualquier editor con un mínimo de sentido común invertiría y promocionaría como se merece, pues posee la suficiente calidad como para que sea un producto mercantil apetecible, dejando al margen su valía cultural, que es incuestionable. ¿No debería hacer algo -no sé qué- para que la obra se expanda más allá de los límites tan reducidos en los que ahora mismo se mueve? ¿No va en mi condición de filólogo (especialista, en principio, en literatura) hacer algo -no sé qué- para contribuir con el conocimiento de este «Tú no te acordarás… y otros relatos»? Y voy más lejos todavía: ¿Cuántos Julio Pérez Tejera hay en nuestro entorno? ¿Cuántos autores alejados de la etiqueta de «joven promesa» hay cerca de nosotros: autores excelentes que, por mil y una circunstancias, no han tenido la oportunidad, la fortuna, el hado… que les permitiese ver publicada una obra que, desde el punto de vista crítico (ya sea literario; ya, ensayístico, etc.), merece realmente la pena que vea la luz? […]

De la convicción de que debía hacer algo que permitiese a estos autores el que tuviesen un espacio para que sus obras se publicasen con las mejores garantías editoriales, surgió la Biblioteca Canaria de Lecturas; del deseo de dar a Tú no te acordarás… y otros relatos la relevancia que se merece, vino la asignación del número 1 de la colección.

Antes del verano de 2012, la BCL era un proyecto que me causaba un regocijo particular, pues consideraba que sus fines iniciales eran nobles por cuanto satisfacían la obligación deontológica expuesta. Expuse a Julio mi deseo de hacer una edición de su obra y, tras su visto bueno, comenzó a nacer en nosotros una relación de la que me considero un auténtico privilegiado, pues no solo se confirmó con nuestro trato la inmensa calidad literaria que posee nuestro autor, sino que descubrí en él una serie de cualidades que lo han hecho aún más grande para mí. Si me preguntan cómo es Julio Pérez Tejera, al margen de ponderar su valía autoral, destacaría su calidad como persona y zanjaría la cuestión con un rotundo:

Es un hombre profundamente bueno,

intensamente humilde,

abrumadoramente humano…

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Hasta llegar a la edición que nos ocupa, múltiples fueron las tareas realizadas, mucho se hizo y no poco se deshizo; mucho se pospuso y bastante no terminaba de salir adelante por mi culpa, pues muchos calderos editoriales se cocinaban en mi hornillo. Las fechas para la versión final se iban posponiendo y quisieron las circunstancias que nuestro barco fuese llegando poco a poco al puerto esperado hacia finales de 2013.

En la travesía de este largo viaje, que se hizo interminable pues a las ansias por ver el deseado tomo 1 de la BCL se iban interponiendo elementos que requerían atenciones prioritarias, hice acopio de mucha producción de originales literarios que, con infinita gentileza, me cedió el autor. Fue así como surgió la necesidad de que los relatos de la obra principal se viesen incrementados con otros que Julio había desechado para Tú no te acordarás… y otros relatos y que, a mi juicio, poseían una excepcional calidad.

En el índice de nuestro libro, estos relatos forman parte del apartado “Otras prosas”. Aunque el conjunto de los eliminados de la ópera prima era elevado, concluimos que los seis escogidos para la edición que nos ocupa merecían ver la luz.

 Siguiendo los criterios asumidos para clasificar los diferentes relatos que componen la obra principal de esta edición, considero que los seis títulos deben situarse así:

  • “La deuda” y “A una desconocida” son relatos situacionales por cuanto el narrador analiza un hecho que padece o contempla y que le conduce a una reflexión donde se remueve su yo y, con él, su visión del mundo que le circunda.
  • El resto de los textos pertenecen al grupo de los relatos ficcionales. “El hombre” y “Soy un libro viejo, ¡por favor, no me tires a la basura!” atesoran un incuestionable valor didáctico, aunque con diferentes grados de explicitud: más difícil de percibir en el primero, muy evidente en el segundo, donde se capta al destinatario que obra en las intenciones de nuestro autor, los niños.

Las otras dos narraciones (“El tizo” y “El pozo de los sueños”) son todo un prodigio de texto humorístico, una faceta que Julio sabe explotar muy bien y que forma parte de su estilo haciendo un uso muy bien calibrado de la socarronería canaria, la ironía y los dobles sentidos. Tú no te acordarás… y otros relatos posee sobresalientes muestras de lo que apunto, lo confirma “El hombre” y, sobre todo, lo ratifican estos dos relatos.

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Cuando ya tenía a Julio situado en el parnaso de los prosistas de pro, surge la figura del autor que, en el fondo, siempre ha querido ser: un poeta; un modesto misionero de los versos que, lejos del juego retórico de fray Luis de León, sí siente verdaderamente, cuando lo declara, que sus obras se le han caído de entre las manos.

En el vagón de los originales, cayeron en mis manos composiciones de primer nivel por su musicalidad, sencillez, fino sentido del humor y profundo didactismo. Es el caso de Las fábulas del Guirre Sabedor y La décima parte.

En Cuaderno de notas hallamos al Julio que traza una alianza emocional con su tierra y sus gentes, como testimonia el visceral “La trapera”; sin duda alguna, uno de los mejores poemas compuestos sobre la órbita que traza en la conciencia literaria de los canarios la aclamada creación “La maleta” de Pedro Lezcano.

En “Monólogo contigo”, aparece un Pérez Tejera volcado hacia la poetización de unos sentimientos sujetos a la cotidianeidad; en la impresionante “Cuaderna vía”, el compromiso de nuestro autor es con la literatura en sí, ofreciendo de esta manera el homenaje a los autores que han hecho fecundar en él su voluntad de componer versos.

Tras la lectura de sus poemas y hecha la pequeña antología que sigue a “Otras prosas”, llega a mi memoria Cervantes. Por fortuna, no tendrá Julio que acudir nunca a ningún Viaje del Parnaso particular para hacer suyos unos versos como estos del alcalaíno

[…] Yo, que siempre trabajo y me desvelo

por parecer que tengo de poeta

la gracia que no quiso darme el cielo […]

porque los suyos bien valen un potosí; mas he de ser coherente con lo que pienso, creo y defiendo: enaltezco al gran poeta, pero sublimo al extraordinario prosista; y elevo al altar de mis mayores y mejores consideraciones a la persona, a este hombre profundamente bueno, intensamente humilde, abrumadoramente humano, que conocí hace hoy 753 días y por el que siento un especial afecto.En estas páginas he procurado reflejar la experiencia de su conocimiento. Releo lo escrito y concluyo que he procurado contar cuanto sucedió, no de la mejor manera, como te mereces, sino de la única manera que sé hacerlo. A ti te corresponde, mi dilecto lector, por un lado, comprobar que, aunque con mi natural parquedad a cuestas, en nada he mentido sobre lo contado; por el otro, como todo es veraz, buscar un hueco en el jardín de tu piedad donde halles algunas semillas de compasión para que las plantes en quien ya no te incordiará más con este preliminar.

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NOTAS

[1] Aunque me encantaría seguir extendiéndome más sobre estas cuestiones del paratexto, porque son apasionantes en la medida que conllevan un trabajo de investigación parecido al de los forenses, no debo continuar aportando más de lo dicho, pues cabe la posibilidad, dada mi natural tendencia hacia la dispersión, de que me desvíe más de la cuenta del camino que debo seguir en este preliminar. Si el tema te resulta atractivo o curioso, te invito a la lectura de mi Análisis paratextual de ‘Ninfas y pastores de Henares’ de Bernardo González de Bobadilla, publicado en Anroart Ediciones en 2008.

[2] Si deseas ahondar más en esta cuestión, te sugiero que consultes El género pastoril a través de ‘Ninfas y pastores de Henares’ de Bernardo González de Bobadilla, que publiqué en Anroart Ediciones, en 2011.

[3] Según el DRAE: «1. m. Genio, índole, condición, especialmente cuando se manifiesta exteriormente; 2. m. Jovialidad, agudeza […]».

[4] El hecho de que el topónimo de Telde sea Telle, “tierra de higueras” en el idioma aborigen, se suma de manera connotativa al marco geográfico indicado.

[5] Hermosa imagen de la serpiente (“hiedra de hojas lustrosas”) enroscada en el Árbol de la Ciencia y cuya visión causa placer (“nos miramos sonriendo”) y conciencia (“estamos desnudos”) en estos particulares Adán y Eva. Surge aquí el conocimiento, la convicción del conocimiento, como fuente para acceder a los límites del verdadero paraíso, que llega a trascender las fronteras de la propia literatura.