Pep Bruno (Barcelona, 1971) es escritor, narrador y editor. Pero sobre todo es un extraordinario “escuchador”. El sábado 18 de octubre, de 11 a 13h, impartirá un taller en Arrecife, dirigido a niños a partir de seis años que deberán asistir acompañados de un adulto. La cita será en la Biblioteca Infantil de la capital lanzaroteña y la reserva de plaza se está realizado a través de la web www.palabrasalvuelo.com. Hablamos con él:

PEP_BRUNO_Mausba Foto

Pep Bruno. Fotografía: Mausba

– ¿Cómo nace la idea de impartir este taller? Parece que une dos cosas: la animación a la lectura y el juego/aprendizaje familiar.

De alguna manera educar es, sencillamente, mostrar lo que uno es. Que padres e hijos compartan tiempo y juego alrededor de los libros es una buena manera de emocionarnos juntos con las historias, de mostrar a nuestros hijos que nosotros también disfrutamos escuchando y participando en propuestas lúdicas vinculadas al libro. Educamos con el ejemplo.

– ¿Cómo puede un libro atrapar la atención de un niño acostumbrado al formato audiovisual?

Lo audiovisual tiene gran presencia en los días de muchos niños y niñas, pero no es menos cierto que dentro de nosotros pervive esa necesidad de escucha atenta, esa pulsión de transitar por tierras de ficción. Una buena historia acaba por atrapar hasta al más duro de oreja.

– ¿El taller será de carácter teórico-práctico? Explícanos el mecanismo.

Llevaré diversas propuestas de cuentos participativos y juegos con libros. Son propuestas grupales y no precisan voluntarios ni personas que hagan algo a nivel individual frente al grupo.

¿Qué podemos esperar del taller? ¿Es necesario llevar alguna herramienta o habilidad entrenada?

No hace falta llevar nada previamente, sólo asistir con ropa cómoda y con ganas de pasar un buen rato.

– Una última curiosidad: ¿Te contaron cuentos de pequeño? ¿Cómo ha evolucionado esta costumbre practicada en algunas casas?

Cuando era pequeño no me contaban cuentos propiamente dichos. En mi familia había (hay) grandes narradores espontáneos que siempre que podían tomaban la palabra para contar historias: escuchar en casa era (es) siempre una fiesta. La situación de la oralidad en las casas es muy diversa: desde familias que todavía cuentan y leen cuentos a sus hijos (incluso siendo estos muy mayores) a familias que nunca han hecho nada en ese sentido. A pesar de la gran competencia con otros ‘rellenadores de tiempo’, no hemos de olvidar los grandes beneficios que nos proporciona la escucha feliz de un buen cuento.