Entrevista con el comunicador nacido en Los Realejos (Tenerife), que este jueves presenta en Santa Cruz su segundo libro, ‘Policromía’, volumen editado por Cathaysa

‘Policromía’ se presentará este jueves (a las 20.00) en la Asociación Cultural Equipo Para, en Santa Cruz (calle de La Marina, 4), con la actuación de Socos Dúo y las narraciones Héctor Ruiz Verde

Roman Delgado

Román Delgado García, periodista, geógrafo y profesor, presenta el 27 de noviembre, jueves próximo, su nuevo libro, Policromía. Lo hará en la sede de la Asociación Cultural Equipo Para, en Santa Cruz de Tenerife (calle de La Marina, 4, a las 20.00). Este lanzamiento editorial contará con las notas musicales de Socos Dúo (www.socosduo.com) y con las narraciones de textos del propio autor a cargo de Héctor Ruiz Verde. Con este esquema de espectáculo, Román Delgado también marca diferencias en la presentación de su segundo libro (el primero lo llamó Creaciones urgentes, publicado por Ediciones Idea), que no es únicamente una recopilación de artículos. Detrás de esa edición, se encuentra un arduo trabajo de selección de textos y conceptos, todo ello acompañado por las ilustraciones del artista plástico tinerfeño Gervasio Cabrera.

– El libro está dividido en tres partes, Verde explosión, Amarillo transición y Rojo desesperanza. ¿A qué se debe esta estructura?

“Pudimos hacer dos cosas con el libro: una era encadenar un artículo detrás de otro sin relación entre ellos y otra, ésta un poquito más difícil y trabajosa, buscar una estructura que diera cobijo a distintos tipos de artículos, a modo de secciones y epígrafes. La idea era apoyarnos en colores convencionales, como son el verde, el rojo y el amarillo [los del semáforo], y vincularlos a simpatías y emociones. El verde representa la creación literaria más pura, aunque todos los artículos pretenden tener ese componente; el amarillo es una transición hacia el rojo, una narración de lo que es el espacio urbano de Santa Cruz, y, por último, el rojo es la desesperanza absoluta en referencia al estado en que hoy se encuentra la política”.

Policromia Roman Delgado– ¿Y cuál es la relación de esos conceptos con el título de la publicación?

“Elegí los conceptos y los asocié a los colores. ¿O fue a la vez? Por eso el libro se llama Policromía. Tendría un único color si hubiese soltado todos los artículos uno detrás de otro, o sea, utilizando otro parámetro como podía haber sido el tiempo. El modo elegido para Policromía es más conceptual”.

– ¿Le gusta más su faceta de escritor o la de periodista?

“Ahora no las puedo separar. Mi objetivo siempre ha sido poder diferenciarlas, pero llegué a la conclusión de que esto es imposible. Una vez me preguntaron si sería capaz de escribir sin urgencia, y la verdad es que no lo sé… Creo que no. No sé contestar a esta pregunta con certeza. Me gustaría mucho más hacer literatura que periodismo, por lo aburrido en que hoy en día se ha convertido este oficio. Hay un periodismo que sí me gusta mucho y que, inevitablemente, está asociado a la literatura”.

– En la contraportada se asegura que usted tiene un modo de “analizar la realidad desde un punto de vista crítico, sufrido, nostálgico, a veces desalentador…”. ¿Es más fácil hablar del dolor?

“Sí, es posible. Al final escribes tal y como eres. Terminas siendo de una manera por las influencias que concede el medio y aquello que lees (el yo y la existencia). Creo que me he disfrazado un poco de algunos de mis autores favoritos, como son los casos de Thomas Bernhard, un tipo desolador, maniático, reincidente y liquidador, y Enrique Vila­Matas. Son autores que llevan en su literatura la exaltación de la desesperación, del agotamiento, del descontento…, y lo hacen casi sin razones bien visibles y singulares. Entiendo que en la parte roja de Policromía sí se traslada un visión muy negativa y extremadamente exagerada de determinadas cosas. Es verdad que la sociedad ha perdido la capacidad de observar ciertos asuntos y, por eso, en el libro yo los ofrezco bien grandes para que entre más fácil el mensaje”.

– También se resalta su “valentía a la hora de enseñar su interior sin reserva ni engaño”. ¿Tiene algún tipo de miedo al escribir?

“No, la verdad es que no. A veces escribes un texto y, cuando lo repasas, dices: ‘Bueno, voy a poner lo mismo pero un poquito más blando, no voy a ser tan agresivo’. Sí es verdad que en todo este tiempo he dicho lo que he querido decir. Nunca me he planteado qué me podría pasar por manifestar pensamientos que igual no convendrían al periódico. Me siento bastante satisfecho en este aspecto”.

– ¿Y en el ámbito personal? ¿Le asusta exponerse?

“No me da miedo porque una de las bondades del ser humano es trasladar coherencia. Si además actúas con honradez y sentido común, no pasa nada por mostrarte cómo eres y cómo piensas”.

– ¿Alguna vez ha usado sentimientos prestados para escribir?

“Hay algunas influencias, pero más bien en el modo de plantear la estructura o las intensidades de la crítica, de convertir muchos mensajes en hipérboles, obsesiones y manías. Este mundo es un poco reflejo de lo que he leído. Esto es inevitable, pero realmente el objeto esencial es amplificar, ser agresivo y ser un poquito tocateides”.

Policromias Roman Delgado Presentacion– Escribir: ¿oficio, autoayuda u órgano vital?

“Ahora quizá sea oficio. Si tienes ganas de hacerlo, si eres ordenado y exhibes capacidad de organizarte, de reservar en tu agenda el tiempo para escribir, a pesar de que tengas algunas carencias, éstas seguro que las puedes suplir. Por eso sobre todo es oficio, aunque luego es cierto que hay dos cosas que son claves: leer mucho y tener imaginación y creatividad”.

– La musa es…

“La musa es el oficio. Y es verdad que a veces aparecen ideas que se convierten en pequeños átomos que luego explotan y son capaces de desarrollarse en algo interesante. Una de las cosas que siempre hacía durante mi estancia en el periódico Diario de Avisos era pasear mucho. Ahí me aparecían muchas ideas que guardaba en la nevera y luego las descongelaba para darles vida otra vez dentro de una caja o artículo. Para escribir hay que tener imaginación y ésta se debe apoyar en la formación adecuada sobre lo que es la escritura, la gramática…”.

– ¿Existe algún hábito que lo defina?

“Precisamente el paseo. Mirar las nubes. Casi siempre estoy mirando arriba, y ahora, con esto de los móviles inteligentes, retratando. Pasear y sentarte, desconectar, también es una forma de imaginar y, sobre todo, de limpiar un poco el cerebro y todo lo que hierve en él. De este modo logras que todo eso se pose o decante, y es cuando alcanzas el estado emocional y psicológico más sosegado, el adecuado para escribir”.

– ¿Se atrevería con una novela?

“No sabría decirle porque todo lo que he hecho hasta ahora ha sido escritura de urgencia. Que la caja de las letras te espere en el periódico es muy distinto a hacerlo porque de verdad quieres y te pones a ello. Creo que podría conseguir organizarme y que del tiempo invertido en la escritura saliera algo razonable… Bueno, tengo mis dudas por la inexperiencia. La novela es lo máximo. Creo que no se es creador narrativo si no se hace una buena novela. Ya me gustaría”.

– ¿Debe ser el periodismo un modo de protesta?

“Tiene que serlo, pero cada vez lo es menos. Ahora estamos en un proceso en el que los medios tradicionales son menos críticos porque están más controlados, por cuestiones económicas y políticas. También hay que tener en cuenta que las plantillas se han visto reducidas y así es mucho más difícil hacer periodismo con buena nota”.

– También pasa con la cultura, ¿verdad?

“La cultura puede ser muchas cosas, y una de ellas, sin duda, el medio para la protesta. Por cierto, el periodismo bien hecho, bien concebido, es puro arte. No se puede disociar la actividad periodística de la subjetividad, igual que nadie se plantea que la obra artística sea objetiva. El periodismo debe ser el instrumento para que la gente se entere de las cosas que pasan a partir del criterio y de la imparcialidad del gestor de la información. Abogo por un periodismo más abierto, honrado e imparcial, claro que sí; pero a la vez creativo, hondo, que busque el análisis, el desnudo total. Si todo esto lo puedes mejorar con dosis de literatura y haces que la gente se divierta y entretenga a pesar de que el contenido sea para echarse a llorar, pues fantástico. Hay que procurar que el periodista se divierta escribiendo. Una de las maneras de conseguirlo es combinar periodismo y literatura, que, para mí, es casi lo mismo”.

 

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