Tradición y respuesta

El autor americano James English Leary, miembro fundador de The Bruce High Quality Foundation, colectivo de arte alternativo de Brooklyn, es un artista de gran proyección internacional. Leary se cita en la galería Leyendecker para su segunda exposición individual tras Rorsach Rhapsody, hace justo un año, amén de su presencia la colectiva The Fire Next Time de la temporada inmediatamente anterior a esta que comienza.

Se ha descrito la obra del artista estadounidense en base a los tintes coloristas heredados del cómic y recogidos por Philipp Guston o Tom Wesselmann, entre otros. Todo ello es fruto de la liberalización del objeto en tanto hechura artística desarrollada en el período pop. En esta nueva muestra, Sticky Fingers, sin embargo acontecen dos interpretaciones separadas más allá del carácter cromático y la interpretación de la forma.

En primera instancia, se deben tomar en cuenta las posturas, en el tiempo radicales, de Ellsworth Kelly o Frank Stella con respecto al formato cerrado del lienzo de la obra. Este pasa a configurarse de un modo irregular e incluso a ser ensamblado para crear la forma deseada. Esta tradición americana perdura en Leary con la salvedad de que su quehacer puede concebirse en un primer instante como un sincero divertimento. Sin embargo, la obra Whistling in the Wheatfield, introduce la idea de un deseo inacabado que se complementa con las distancias vectoriales establecidas entre los cuerpos de Agression and repulsión, así como la introducción de una cierta cantidad de teórico pecado en la ridiculización de Catholic Church in Chicago o la posibilidad de la reproducción y la vida en los cigotos de Orgone Diagram #3.

Sea como fuere, el conjunto de lienzos que complementan lo citado, NYPD o JFK, atañe a las posturas caligráficas que ya preocuparon a Franz Kline o al propio Antonio Saura. Con todo, Leary se encuentra liberado de presiones de exposición del gesto o de censuras con lo que establece un diálogo en apariencia ameno. Pero, precisamente esta superficie descrita es la que obliga a aprehender el mundo circundante en torno a los iconos creados en la tradición americana y a su desarrollo global. No suponen más que adalides de un capitalismo ficcional que oculta los acontecimientos que nada tienen que ver con la cultura del ocio.

Se trata, a fin de cuentas, de la exhibición de un problema común derivado de la producción y el consumo concebidos desde el deseo. La obra expuesta muestra la controversia visible en cualquier artefacto de la mega-modernidad: la imperiosa necesidad de obviar las carátulas y la imposibilidad real de hacerlo.

Leary

Foto: Kumar Kishinchand López

James English Leary. Sticky Fingers.

Galería Leyendecker. Santa Cruz de Tenerife.