La trayectoria del pintor manchego afincado en Tenerife Francisco Olivas, es amplia y extensa. El objeto de este texto es la obra expuesta en el Real Casino de Tenerife que tiene como pretexto la experimentación del autor sobre fondo azul. Ha de señalarse, asimismo, que la muestra tiene un propósito solidario al ejecutarse en colaboración con la Fundación África Directo.
Una de las primeras implicaciones a tener en cuenta al encorsetar la creación artística a un fondo cromático determinado es la creación instantánea de una disposición espacial uniforme para toda la obra. Al modo surrealizante mironiano, se establece aquí una libertad inmediata en la que las formas pueden recorrer los límites del lienzo sin riesgo de pérdida. Ello motiva el encuentro. Olivas recoge el guante y establece en la mayoría de las numerosas obras de pequeño formato dispuestas en sala, pares que concuerdan en forma y tonalidad.
Las piezas expuestas toman como punto de partida la forma de la esfera, trabajada ampliamente a lo largo de la trayectoria de Olivas. Esta geometría encierra en sí misma una multiplicidad enorme de cuestiones, de entre las cuales la más práctica es considerarla un reflejo del sujeto contemporáneo, con sus virtudes y problemáticas. Así, se parte de ella como mancha que es esparcida sobre el azul. Esto configura un rastro en forma de trayectoria, mientras que la geometría que se deriva de este proceso configura un paisaje, cósmico y onírico, en el que se sitúa el individuo. El recorrido de este no es nunca solitario y queda arropado por su complementario.
De este modo, el fondo neutro de los cuadros presentados en sala se ve horadado por la mancha brillante. Este proceso, que a priori podría resultar violento debido a la elección del color oscuro como telón, se armoniza en un ejercicio que resulta, en un primer momento, lúdico. Sin embargo, se demanda un segundo análisis en el que se aprecia que de la cadencia cromática emerge un ritmo plácido y pausado. Todo ello termina remitiendo a nociones afectivas relacionadas con la inevitabilidad del itinerario vital.
El encuentro de la diferencia, descrito aquí como el diálogo entre fondo y figura, es, para el filósofo francés Alain Badiou, el estadio inicial del amor. Este, a su vez, queda situado como un método de acceso a lo suprahumano. No se pretende aquí establecer las coordinadas de aquello que supera el logos ni dar la fórmula secreta del devenir excelente, pero sí poner un acento sobre la calma y la placidez que subyace en la obra de Olivas a través del detalle y la sensibilidad. El afecto es, a fin de cuentas, siempre puro e inexplicable aunque nazca del tumulto.
Abstracto en azul. Francisco Olivas.
Sala de Exposiciones Joaquín Amigó. Real Casino de Tenerife.
Hasta el 29 de febrero.
Que forma más sutil de describir una producción de arte combinada con solidaridad. Leyendo este artículo, parece q estuvieras los ojos absortos en la obra y los sentimientos q la misma te originan. Encontrar un hecho con finalidad noble y contado utilizando las palabras exactas es difícil en los tiempos q corren. Gracias al autor por su creación, a las personas q se mueven hacia la solidaridad y gracias a quien nos lo cuenta de una forma tan original. Lienzo, corazón y plumas de verdaderos artífices de maestría.
Maravillosas palabras Kumar, sencillamente maravillosas. Eres tu el entendido, eres tu el que nos describe con esa pulcritud la obra de Francisco… El detalle y la sensibilidad en la obra es desbordante en esa colección de pequeñas grandes obras… Pero hay otra verdad,»el afecto es, a fin de cuentas, siempre puro e inexplicable aunque nazca del tumulto», bien dices… también subyace en la obra…
Fantástico artículo!! Felicidades a Kumar!! Yo añadiría q es una obra para recorrerla y sumergirse en ella paseandolas y disfrutandode llos paisajes creados o inventados por el espectador, una obra muy interesante!!! Felicidades de nuevo por el artículo!!