El cuestionamiento del papel de artista emergente es empleado como motor expositivo en el ciclo de Área 60 Una antropología de la emergencia comisariado por Néstor Delgado. En Pedí ventanilla y el cristal voló el conjunto de obras es elaborado desde una colectividad de artistas conformada por José Otero, Moneiba Lemes y Francisco Castro. Este tipo de organización es una de las muchas vías a las que los artistas plásticos, por naturaleza entes individuales, deben someterse con objeto de prosperar. El auténtico problema, no obstante, reside en que su trayectoria se ve condenada a la intermitencia, ya sea por falta de circuito o de la carencia de una gestión institucional adecuada.

Las piezas expuestas se conciben desde la lógica de que toda situación de progreso engendra en sí misma su fatal problemática. Ello se ilustra con la imagen del legendario accidente del transbordador espacial americano Challenger, retransmitido en directo. El discurso pretende, por tanto, señalar que la propia precariedad de la vida del artista se contiene intrínsecamente dentro del sistema capitalista ficcional actual. En base a ello, todos los creadores parten en esta muestra de un vector predestinado al desastre.

Merece especial atención detenerse en el Ángelus Novus de corte pop presente en sala ya que este, en la pintura original de Paul Klee, fue concebido como el nuevo espíritu la Historia por Walter Benjamin. Aquí, enmarca una dicotomía cómico-trágica en el devenir del art world, refrendada por la imitación de ciertas piezas de Martin Creed, gurú del sistema y artista cotizadísimo.

El recorrido hacia el estrépito queda centralizado por un avión condenado a estrellarse contra uno de los muros del espacio expositivo y al que le sirve de fondo un amasijo compositivo a modo de caos final. Todo ello queda complementado por diversos estudios de la propia explosión del Challenger o de la caída libre de la figura humana, aderezados por la música de José Otero, cuyas composiciones contienen un cuestionamiento del propio papel artístico disfrazado de cumbia y salsa.

En reglas generales, la obra expuesta desprende un tono de despreocupación irónico, una deliberada falta de apego hacia el sistema, algo que debería casar plenamente con el propósito de Área 60. Sin embargo, precisamente esta indolencia hace que la relación física de las obras con la complejidad del argumento pretendido por la labor comisarial sea tenue. Puede pensarse que este carácter de anécdota sea deliberado o accidental, pero el mismo planteamiento de la cuestión hace que la muestra pierda fuerza por momentos y se asiente sobre un terreno pantanoso en el que se debería haber requerido, posiblemente, una expresión más clarificadora de la problemática tratada.

trayectoria y catastrofe

Vista general de la sala

 

Pedí ventanila y el cristal voló

Francisco Castro, Moneiba Lemes, José Otero.

Área 60. TEA Tenerife. Santa Cruz de Tenerife.