Canarias siempre fue un país de buenas salidas para la música. Las buenas salidas musicales eran el aeropuerto de Gando y el de los Rodeos. Por sus conexiones con Londres y con Ámsterdam. Con Viena y con Colonia. Con Nueva York y con Boston

Paráfrasis canaria de ‘El arpa de Sísifo‘ de Rubén Amón

El timple y las chácaras de Sísifo

Quiere decirse que cualquier carrera ambiciosa requería una experiencia transfronteriza o ultramarina.

Proliferaron así los aventureros, como diría la ministra de Trabajo, aunque es cierto que el erial isleño prosperó mucho en poco tiempo gracias a las infraestructuras, a la descentralización y aparición de las escuelas de música, conservatorios y al regreso de los colonos. Parecía resolverse la crisis académica, pero luego sobrevino la crisis económica, de tal forma que el músico canario talentoso representa el mito de Sísifo con un timple al hombro y las chácaras entre las manos. Cada vez que regresa, tiene que marcharse.

Porque los recortes en educación y cultura malogran el hábitat musical. Porque la degradación institucional y la mezquindad de las fuerzas vivas de la música por un frívolo entretenimiento coarta la actividad profesional de los repatriados. Hay más salidas que nunca para la música en Canarias porque hay más aeropuertos que nunca, no porque tengamos un Festival de Música de Canarias que los contrate. Semejantes vaivenes no implican que debamos renegar de nuestro proceso evolutivo.

Preguntárselo si no a Clara Marrero que la tenemos de gerente en la Staatskapelle de Berlín, o a Dionisio Rodríguez que es viola en la Orquesta Nacional de España, o a Alberto Roque que es director y compositor en la Hungarian Symphony Orchestra Budapest, o a Germán Díaz que es el oboe solista de la Qatar Philharmonic Orchestra, o a Juan José Olives que es el director y compositor del Grupo Enigma (formación residente del Auditorio de Zaragoza), o a Gabriel Delgado que es director de la Orquesta Universitaria de Granada, o a Isora Castilla que es pianista y directora y trabaja en Bern Konservatorium de Berna en Suiza, o a David Ballesteros que es violín tutti de la London Symphony Orchestra, o a Polo Ortí que es profesor en la Berklee College of Music de Valencia, o a Juan Manuel Marrero que es compositor y musicólogo, doctor en Estética, Ciencia y Tecnología de las artes y profesor de composición en París, o a Patricio Gutiérrez que es profesor de violín en el Conservatorio de Salamanca, o a Eva León que es concertista en New York, o a Tarek Al-Shubbak del Castillo que es pianista, musicólogo y manager musical en Trinity Laban y Conservatoire of Music and Dance, o a Alicia Sánchez que es trompista en la Orquesta Filarmónica de Stuttgart, o al tenor Celso Albelo, o a Víctor Parra que es miembro de Enigma (formación residente del Auditorio de Zaragoza), o a Claudio Álvarez que es violín co-principal de violines segundos en la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro en México, o a David Delgado que es primer violín en la Staatskapelle de Berlín, o a Miguel Ángel Ortega que es profesor de piano en la Escuela Superior Reina Sofía de Madrid y profesor de piano en el Conservatorio Superior de Zaragoza, o a Lucas Alemán que es violinista en la Dallas Symphony Orchestra, o a Aday Rodríguez que es director asistente en Hamburgo, o a Carlos Parra que es violinista en la Orquesta Filarmónica de Medellín en Colombia, o a Tania Arnesto que es segundo violín en la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, o a Juan Aguiar que es violinista en Ritmos Gitanos en Barcelona, o a Luis Lozano que es compositor y productor musical en Madrid, o a David Rodríguez que es profesor de violín en Alemania, o a Eligio Luis Quinteiro que es guitarrista y director y trabaja en la Capilla Cayrasco en Londres, o a Juan Belda que es compositor y productor en Madrid, o a José Antonio Concepción que es tenor en el Centro Universitario de Belcanto en Módena, o a Nauzet Valerón que es tenor en el Coro de la Ópera en el Gran Teatro de Ginebra, o a Julio Tejera que es pianista y arreglista y gira por todo el mundo con Miguel Bosé, o a Silvia Saavedra que es profesora en el Richard Wagner Konzervatorium Wien e ISA Opera Viena, o a Alicia García que es soprano en la Opera de la Bastilla, o a Mónica Déniz que es profesora y jefa del depatamento de piano del Conservatorio Profesional José Salinas de Granada, o a Rodrigo García que es barítono en la Ópera de Ginebra, o a Elisa Vélez que es soprano en el Conservatorio del Liceu, o a Blanca Valido que es soprano y está en la Escuela Superior de Canto en Madrid, o a Ruben Askenar que es compositor y está en la Royal Academy of Music, o a Jorge Robaina que es pianista en la Escuela Superior de Canto de Madrid, o a Rebeca Nuez Suárez que es violinista en Maastricht, o al violista Carlos Campo Medina, o a la contrabajista Paloma Torrado García, o al guitarrista y compositor David Dahoruch que está en Austria, o al compositor y productor Diego López, o al compositor Juan Manuel Ruiz que está en Madrid, o al compositor Samuel Aguilar, o al compositor Ricardo Fernández, o al compositor Daniel Real que está en China, o al trompista Abel Pérez que está en Leipzig, o al saxofonista y compositor Gilberto Rivero que está en Lleida, o a la saxofonista Alba Gil Aceytuno que está en Holanda, o a la flautista Sara Brito que está en Granada, o a la clavecinista Patricia Robaina que está en Zaragoza, o al percusionista Xerach Peñate que está en Barcelona, o a la directora y compositora Gloria Isabel Ramos que está en Austria, o al director Rafael Sánchez que está en Alemania, o a la violinista Marta Pérez López que está en Alemania, o a la contrabajista Marta Bautista que está en Barcelona, o al cellista Ángel Luis Quintana que está en Madrid, o al compositor Gabriel González alias ‘Vidanauta’ que está en Madrid, o al compositor Sergio López Figueroa que está en Londres, o al tenor Juan Antonio Sanabria que está en Madrid, o a la soprano Nora Carrasco que está en Viena, o a la soprano Estefanía Perdomo que está en Madrid, o a la soprano Yolanda Auyanet que está en Italia,  o a la soprano Davinia Rodríguez que está en Italia, o a la mezzosoprano Belén Elvira que está en Madrid o al compositor, director, empresario y gestor cultural Nino Díaz que estando en Berlín volvió a Canarias para trabajar por un Festival de Música de Canarias para todos los canarios y por todos los canarios que fuera más inclusivo, sostenible, abierto, justo, razonable e innovador, y a cambio lo que ha obtenido han sido los insultos más abyectos proferidos por las ‘personas de bien’ de la cultura local.

Son todos los que están… pero no están todos los que son, y pido disculpas por ello pero jamás nadie ha hecho un estudio sobre el tema.

Queda claro que tenemos la generación mejor preparada de nuestra historia. Nunca han pululado en los grandes escenarios y conservatorios de todo el mundo tanto talento canario, pero esta expresión de ilustres exiliados se resiente del problema perenne de los ‘poderes ocultos’, de ‘las fuerzas vivas’, de los ya tristemente famosos ‘expertos de mucha influencia social, política y mediática’ que tienen secuestrada la cultura en las Islas desde el nacimiento de la autonomía. Y mientras se ven insultados y vilipendiados en los grandes medios de comunicación por estos seres infames de tanto poder, tienen que hacer como Sísifo, llevar la piedra hasta lo más alto de la montaña para que vuelva a caer en un ciclo que parecía eterno hasta ayer mismo pero que, afortunadamente, tiene ya sus días contados.

 

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