Orquesta del Mozarteum de Salzburgo

Anoche, como tantos otros amantes de la música, acudí al Alfredo Kraus. Clausura del Festival, Orquesta del Mozarteum de Salzburgo, Coro de Viena y dos compositores Haydn y Mozart, el Réquiem ni más ni menos.

Por lo visto, este concierto es uno de los programas heredados de la programación que la ex directora del Festival había previsto para la 33 edición del FIMC, según informa Victoriano S. Álamo en la edición de Canarias7 de este domingo.

El Auditorio lleno de personas.

Ante todas las sandeces que se han dicho en torno a los conciertos del Festival, en los que muy pocas veces se ha hablado de música y sí de cifras, estadísticas, dineros, butacas vacías y no sé cuántas cosas más que nada tienen que ver con el ARTE, tengo la necesidad de expresar mi humilde opinión como espectador.

El concierto de la Orquesta del Mozarteum me pareció una tomadura de pelo. Empieza la sinfonía: la orquesta desafinada, desajustada, con ataques diferentes y muy exagerados de las cuerdas, sin equilibrio sonoro. Las violas no se oían y los contrabajos eran puro atrezzo. Las trompas (en la sinfonía) bajas y el fagot con una afinación tan desigual que hacía zozobrar a todo el conjunto.

Observé al señor García, el crítico de La Provincia. ¿Qué debía pensar después de calificar a la maravillosa Mahler Chamber Orchestra de orquesta de ‘bolo’?, ¿Quizás sentía en ‘sus adentros’ que la Mozarteum que teníamos enfrente, era un grupo de músicos que se habían encontrado en la terminal del aeropuerto?.

En la segunda parte, mi sorpresa, mi decepción, mi enfado, fueron en aumento. Nunca, nunca, y conozco bien la obra, había escuchado un Réquiem de Mozart tan desastroso. La orquesta, tocando fuerte tapaba a un coro nada equilibrado que no daba la talla. ¡¡¡Dios mío!!!, ¡¡¡no, no, no!!!, la orquesta seguía al concertino, el coro iba por su cuenta y el director iba moviendo los brazos a diestro y siniestro sin que nadie le hiciera el menor caso. Por un momento pensé que iba a parar. A trancas y barrancas, la maltratada obra de Mozart continuaba, los tempos de las diferentes partes de la obra no tenían relación unos con otros, la soprano poniendo ‘techo’ a los agudos, el cuarteto solista desigual, el señor de la butaca de atrás jugando con el papelillo del caramelo, las toses numerosas y exageradas entre parte y parte, en fin…

Eso sí, al final el público aplaudiendo a rabiar y fue entonces cuando le dije a mi vecino de asiento, al que no conocía: ¡¡¡Arráyate un millo!!!!.

He acudido a casi todas las citas del Festival, un Festival que nos ha brindado la oportunidad de acceder a músicas de diferentes épocas. Yo no soy nada aficionado a la música antigua pero me emocioné de verdad con l’Accademia del Piacere, qué gran concierto y qué gran oportunidad; me emocionó también ver a nuestras dos orquestas tocando juntas y me pasé el concierto observando la gran complicidad que existía entre los profesores. Flipé con la perlita –La pregunta sin respuesta de Charles Ives- que nos ofrecieron la OST, con la obra de nuestro Juan Hidalgo y con Erwartung de Schönberg, magistralmente dirigidos por el maestro Tamayo. ¡Madre mía!, yo lo denomino concierto exquisitez. Me perdí el Ensemble Mosaik, aunque lo que hacen me parecen altamente interesante. ¿Cómo llamó a la propuesta el afamado crítico? ¡Ah!, sí, PALEOVANGUARDIA. Tengo entendido que la palabreja ha sido la comidilla de los compositores de Canarias y parte del extranjero.

Ignoro qué dirá el señor García de La Provincia sobre el concierto de clausura del Festival. Sí, el de la Mozarteum de Salzburgo. Mientras escribo estas líneas aún no se ha publicado su crítica o ¿quizás debería decir crónica?. A buen seguro relatará maravillas sobre el concierto que nos ocupa, no puede escribir una crítica mala a tenor de los aplausos que el respetable dedicó a los Salzburgueses, porque el público pensaría que dice mentiras…¡¡¡Y ha dicho tantas!!!. La verdad es que muy pocas veces entiendo lo que escribe ese venerable señor. Me parecen frases hechas que, a buen seguro, debe tener colgadas en las paredes de su casa y las va utilizando en función de lo que sucede. Casi nunca estoy de acuerdo con sus opiniones, por ejemplo cuando habló del Cuarteto de la Habana que a mí también me pareció pésimo, escribió de la viola lo que tenía que haber escrito del violonchelo y viceversa y puso bastante bien al segundo violín que en ningún momento estuvo a la altura. Con Goyescas, creación de una gran amiga suya, fue benévolo; a mi me pareció un concierto con powerpoint, sin unidad escénica ni musical.

De tanto en tanto hay que revisarse el oído, estimado señor, porque a veces uno piensa que tiene el oído absoluto y lo que tiene son dos zapatillas. Y permítame una recomendación, con todo mi cariño señor García de La Provincia, disfrute de la vida y de su familia y no se haga ni haga mala sangre que la vida son dos días y ya a estas edades no estamos para sustos.