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Cuando uno se ha cansado de ver lo mismo de siempre. Cuando uno quiere dejarse llevar. Cuando a uno no le importa perderse en un mundo diferente pero que está en éste. Cuando uno está dispuesto a asumir que lo ridículo y lo fascinante pueden ir de la mano. Cuando se quiere romper con todo. Cuando uno ama al cine.

Respuestas a una pregunta que no se ha hecho. Respuestas a una pregunta que podría ser: ¿En qué momento he de ver Arrebato?

El problema es que no creo que nadie esté preparado para esta película. Se sale de todos los contornos, como cuando de niños pintábamos con ceras. Va haciendo eses por terrenos que pocos han transitado. Veas el cine que veas, seas de la condición que seas, Arrebato te producirá sensaciones. Guste o no.

A algunos les arrebatará (chiste fácil), a otros les repelerá. Y estos últimos seguramente tendrán más razones: algunas interpretaciones son de risa, escenas rodadas a la carrera, esa música con la que no sabes si todo es una broma… Pero ahí está la esencia. Con todo ello, la película arrastra al final a todo aquel que se aventure a verla, con diferentes resultados, pero siempre con un toque de fascinación.

Iván Zulueta declaró su amor por el cine con esta película, y el cine le correspondió devorándole, haciéndole desaparecer.

“La pausa es el talón de Aquiles, es el punto de fuga, nuestra única oportunidad”.