Ayer, jueves 8 de Marzo, participé en una de las manifestaciones convocadas por las organizaciones feministas, en la de la isla de Gran Canaria, que acabó en la Plaza de Santa Ana.

Me sumé convencido el mismo día que Ana Doreste Suárez, lunes cinco de marzo; nos animaba a la convocatoria desde el Instituto Tony Gallardo. En dicha institución se la homenajeaba por su trabajo de desarrollo comunitario en la isleta. Y por su lucha solidaria e incansable por la igualdad de las mujeres.

Saludos calurosos nada más llegar, por parte del director, docentes y conocidos. Periodistas de la televisión canaria la entrevistaron y grabaron, antes y después de descubrir la placa con su nombre para una de sus aulas. Alumnos y alumnas la arroparon y agasajaron. Ana Doreste escuchaba antes de su intervención a dos jóvenes estudiantes, que elegidos o voluntarios, leyeron en pocas líneas, su dilatada vida volcada en tantos trabajos de desarrollo social y político, tantas luchas, tantos éxitos y reconocimientos.

Ana acostumbrada al arte de la teatralidad, solo aprovechó su experiencia para hablarles de pié. Compartiendo su energía vital y positivista con los presentes. Ella recibía amor y quiso compartir y repartir amor, así lo expresó. Le dijo a su audiencia, que ellos, (los jóvenes); eran el futuro y desde ese momento, todos se enlazaron con sus palabras y la siguieron expectantes (algunas hasta con un brillo especial de admiración). Habló mucho y de muchas cosas, y preguntó también. Incitándolos a que descubrieran las luces de su futuro. También expuso a modo de recordatorio que eligió la isleta para trabajar porque su madre era de la puntilla (la isleta), y que todas las que pusieron en marcha el proyecto por las mujeres en la isleta, venían de los movimientos cristianos de base. Y otras, las menos, del partido comunista clandestino. Su trabajo – la luz de su vida- fue al inicio por los derechos de las mujeres pero con el tiempo se hizo abiertamente feminista. Fundadora con su primo Carlos Suárez (Látigo negro) y otros compañeros del Partido Comunista Canario provisional que duró unos seis años. Etc.,etc.

En fin… terminado el acto, aplausos, más aplausos, besos, abrazos, unos presentes y muchísimas muestras de afecto y cariño. Ana consiguió comunicar e interactuar, pero sobre todo, y creo que es de las cosas más importantes, Ana dejó su huella.

Ya en la manifestación del día de la mujer, acompañado de Ana Doreste y Paqui Casiano, me sorprendí gratamente de la increíble implicación. Miles de personas gritando. Luchando por la igualdad. Por los derechos. Reivindicando el papel de las mujeres en la sociedad y en la construcción de la cultura. Mujeres de todos los ámbitos. Trabajadoras. Estudiantes. Organizadas. Una lección de unidad y de fuerza. Ni siquiera la anécdota de los varios intentos de despliegue de pancarta del Partido comunista de los pueblos de España, delante de las organizadoras y participantes, a las que todas y todos, al unísono, respondieron gritándoles: “Tu no eres feminista”, consiguió eclipsar esa tarde-noche reivindicativa; aclarando, que sin pancartas, porque para la lectura del manifiesto eran “apartidistas”. Donde, por otra parte, mostraron una capacidad de captar todas las sensibilidades, incluso dieron las gracias a las luchadoras que habían vivido en Canarias, antes, en y después de la II República, e incluso recordaron agradecidas a las luchadoras anticolonialistas. Una demostración, como decía de fuerza, pero también de inteligencia.

Ana Doreste me recordaba que a finales de junio de 1978, ya casi hace 40 años, ella fue una de las organizadoras de la primera manifestación en Las Palmas, en las que hicieron su presentación como feministas, casi mil mujeres, en el Parque San Telmo. Muy ilusionada, me decía; que cada vez habían más mujeres concienciadas y en la lucha. Y nos despedimos hasta la siguiente semana. Pero para terminar este escrito voy a recurrir a una de las lecturas poéticas preferidas de Ana Doreste Suárez. “El ojo de la mujer” de la activista y poetisa nicaragüense Gioconda Belli: “Una no escoge el país donde nace, / pero ama el país donde reside. / Una no escoge el tiempo para venir al mundo, / pero debe dejar huella de su tiempo”. Ayer, Ana Doreste Suárez y muchísimas mujeres unidas y combativas, dejaron su impronta…dejaron su huella.

Pedro J. Brissón