Nino Díaz

Desde hace semanas, la política y los políticos han entrado a la palestra para ser más protagonistas, si cabe, de nuestras vidas. Los medios de comunicación nos fusilan cada minuto con encuestas, propuestas electorales, mítines, debates… Y todos con algo en común: el miedo y la violencia. El miedo al nuevo escenario político generado por el fin de las mayorías, y la violencia utilizada para intentar hacerse un hueco en semejante marabunta.

Yo voté la semana pasada por correo a las generales, y ya he solicitado el voto por correo para la segunda convocatoria de mayo. Para las primeras, las nacionales, fue relativamente fácil decidir, pero para las segundas (Ayuntamiento, Cabildo, Gobierno de Canarias, regionales y europeas), cada vez que lo pienso se me pone mal cuerpo.

En general, en todo este tiempo he escuchado pocas propuestas emocionantes e ilusionantes, y si nos vamos al ámbito de la cultura… ¡Apaga la luz y vámonos!

Los representantes políticos de nuestro país, a pesar de ser el tercero del mundo con más patrimonio declarado por la UNESCO como Patrimonio de la humanidad, y a pesar también del gran talento y creatividad que posee, llevan décadas convenciéndonos de que nuestra tierra tiene que ser el parque de atracciones de Europa, la zona de copas y de prostíbulos. Un escenario de cartón piedra con figurantes.

Nada mejor define mi estado de ánimo en estos momentos que el título de una película del gran embajador de la cultura española, Pedro Almodóvar: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Y, ya aterrizando en Canarias y más concretamente en mi amada Lanzarote, la cosa se enturbia mucho más.

Me gustaría aprovechar este día de reflexión para, en pocas líneas, definir la realidad de Lanzarote y cuáles creo yo que deberían ser las líneas culturales a seguir.

Para poder diseñar políticas culturales transformadoras, habría que partir de tres premisas:

  1. Lanzarote, debido a su pasado reciente de pobreza, lleva un retraso evidente en infraestructuras, en gestión cultural y en consumo cultural.
  2. Lanzarote en la actualidad es un territorio multinacional y multicultural. Los casi 150.000 habitantes residentes de la isla son de 119 países; esto hace que la población oriunda de Canarias esté en minoría y retrocediendo.
  3. Más de 1.000.000 de turistas eligen Lanzarote cada año para pasar sus vacaciones.

Partiendo de todo esto se pueden trazar tres objetivos estratégicos sobre los que se debería actuar:

  1. Proteger nuestra cultura (arte, patrimonio material e inmaterial, y nuestro estilo de vida).
  2. Integrar a todos los habitantes venidos de fuera para evitar guetos, y así conseguir una sociedad más rica y plural.
  3. Hacer de la cultura un complemento perfecto al “sol y playa” para los turistas.

Aquí van mis propuestas culturales a modo de carta a los Reyes Magos:

  • Aumento del presupuesto de cultura al menos hasta un 3% del presupuesto total (mínimo recomendado por la UE).
  • Creación de una mesa de diálogo permanente con el sector.
  • Creación de tres líneas de subvenciones con una partida inicial de 1.500.000€:
    • Para artistas y creadores.
    • Para el tercer sector (asociaciones y Fundaciones).
    • Para empresas culturales.
  • Creación de una empresa pública (preferiblemente una fundación) para gestionar con profesionales las infraestructuras y eventos de titularidad insular:
    • Teatro Insular Víctor Fernández Gopar “el Salinero”
    • CIC El Almacén
    • La Casa Amarilla
    • Auditorio Jameos del Agua
    • MIAC
    • Museo Arqueológico
    • Festival Internacional de Música Visual
  • Creación de una Banda Insular de Música (con profesionales seleccionados por concurso).
  • Construcción de un auditorio con un aforo mínimo para 1.000 personas en Arrecife.

Para concluir, decir que me hubiera gustado ver una campaña más serena. Una campaña con menos violencia y con más sueños que propuestas (como la de Martin Luther King). Me hubiera gustado que la cultura hubiera sido protagonista y, como no puede ser de otra manera, uno de los pilares que sostuvieran la nueva sociedad del bienestar.

Hoy toca reflexionar, nos toca a todos, a los votantes y a los candidatos. Mañana a votar, y el lunes “Dios dirá”.