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Llevo unas semanas escribiendo sobre la especulación en el arte, una práctica también muy extendida en otros sectores, ya sean primarios, secundarios, de primera necesidad o de lujo. En el artículo El arte de especular o especular con el arte… ¿Es razonable hoy? hablaba de la última subasta multimillonaria de cuadros contemporáneos de autores muertos. En Roban un ‘graffiti’ y lo venden por un millón de euros hablaba del sorprendente caso de un Bansky londinense. Ahora quiero hablar de la canción ‘Cumpleaños feliz‘, esa que llevamos toda la vida escuchando y cantando cada vez que un familiar o amigo se hace un año más viejo.

La canción en la que se inspira el popular Happy birthday to you fue compuesta en 1883 por dos jardineras del estado de Kentucky llamadas Mildred y Patty Smith Hill. El tema se llamaba ‘Good Morning to All’ y la tradición oral, el boca a boca, fue convirtiéndola en la que ahora utilizamos. Hasta aquí todo correcto.

Hace unos meses la productora estadounidense Good Morning to You Productions, de la mano de la cineasta Jennifer Yuh Nelson, decidió hacer un documental sobre la canción en cuestión y cual no fue su sorpresa cuando Warner / Chapell, una división de la gran compañía discográfica Warner Music, le exigió 1.500 dólares en concepto de derechos de autor por la canción.

El argumento que esgrime la multinacional para pedir ese dinero es que en 1988 compró por 25 millones de dólares Birchtree Ltd, la pequeña empresa que tenía los derechos del ‘Good Morning to All’ original de las hermanas Smith, así que ahora tienen los derechos de la obra hasta 2016 en la Unión Europea y 2030 en Estados Unidos.

La productora no se amilanó con tal pretensión, habló con su abogado Mark C. Rifkin, y decidieron interponer una demanda en los tribunales federales de Manhattan en la que piden a Warner que devuelva los “millones de dólares de una tarifa de licencia ilegal” basándose en que la canción ya pertenece al pueblo. Hablamos, concretamente, de unos 2 millones de dólares que es lo que, según la demanda, ha cobrado Warner hasta la fecha ya que esta no pierde ocasión de cobrar los derechos de autor ya sea en el cine, en televisión o en un acto público.

Como en el caso de las subastas de cuadros, graffitis robados o en toda especulación, la pastaza se la queda un intermediario avispado y nada llega al creador. Y luego nos extraña que se produzca la burbuja inmobiliaria, la crisis y las preferentes… ¡Pero si hasta especulamos con el dinero que solo es una medida!

Foto por Will Clayton: Ver original.