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El pasado día 20 de junio se celebró una rebosante Asamblea General de la SGAE. Una Asamblea para aprobar las cuentas y poco más. Pero la realidad es que aquello se pareció más a un intenso plebiscito que a una rutinaria aprobación de cuentas. Algunos de los miembros de la junta directiva, en alianza con otros autores, quisieron dar un «golpe de votos» para forzar la dimisión del actual presidente Antón Reixa.

La idea era muy simple; si no se aprobaban las cuentas se crearía una difícil situación para un presidente que se vería forzado a dimitir. O eso era al menos lo que pretendían. Y estaban convencidos de su éxito. Una dura campaña que incluyó correos llenos de insultos y descalificaciones hacia Antón Reixa y que, inexplicablemente, fueron enviados a los socios de SGAE cuando esas direcciones solo las tiene custodiadas la SGAE. O la filtración de los nombres, apellidos y cantidades percibidas de los investigados por SGAE en el caso de «la rueda de las televisiones», datos que también están custodiados por la entidad.

El supuesto plebiscito se saldó a favor de Reixa por mayoría absoluta (un 56% de los votos emitidos) y cualquier persona con dos dedos de frente pensaría que con ese resultado se acabaría la disidencia y que los que perdieron se verían obligados a poner su cargo a disposición de Antón Reixa puesto que perdieron su intento. Pero lo realmente increíble es que, aun habiendo perdido las elecciones en su momento, habiendo perdido la moción de confianza planteada en el consejo de dirección hacía tan solo unas semanas, y habiendo perdido ahora su intento de plebiscito en la Asamblea General… ¡Siguieran pidiendo la dimisión del presidente en vez de presentar la suya!

El argumento esgrimido es que ganó con un escaso margen. Parece obvio que si hubiera sido a la inversa hubieran pedido su dimisión, lógicamente. Y si hubiera perdido por mucho margen también la habrían pedido, con más razón. Pero da la sensación de que si hubiera ganado con un margen holgado también le estarían pidiendo su dimisión argumentando cualquier cosa como que los votos han sido manipulados o que se equivocaron al levantar la mano.

En cualquier caso, a la SGAE la están convirtiendo en un polvorín ingobernable ya que, a pesar de perder tres veces seguidas, quieren quitar a Reixa para sentarse ellos en la presidencia.

Si Antón Reixa, habiendo ganado con margen suficiente no está legitimado para dirigir la Sociedad ¿Lo puede estar quien ha perdido sistemáticamente en las urnas?

¿Cuáles pueden ser las claves para entender esta absurda pretensión?

En el artículo titulado «Quién es quién en la lucha interna de la SGAE» ya explicaba las distintas facciones que entraban en juego en esta cuestión y mencionaba que nadie se atrevía a poner el cascabel al gato por miedo a represalias. Y no es de extrañar. Ya Luis Cobo ‘Manglis’ denunció en una Asamblea General toda la trama que luego sirvió como corpus para la operación SAGA que metió, nada más y nada menos, que a la guardia civil en la sede de SGAE y detuvo al entonces presidente Eduardo ‘Teddy’ Bautista junto con otros cargos. Esto le costó a ‘Manglis’ el enfrentamiento con la directiva de aquel entonces (entre los que se encontraban José Miguel Fernández Sastrón – vicepresidente actual y aparente cabecilla de este intento – que lo atacó duramente) y le costó también un expediente disciplinario y una multa económica.

Por otro lado en el mismo artículo explicaba la opinión de que este sector está inmerso en la corrupción y las malas prácticas (como casi todos los sectores en España, incluida la política) y que son muchos los que no están dispuestos a perder sus privilegios obtenidos con años de malas artes.

Así que tal vez lo primero sea definir de forma clara, y con nombres y apellidos, el quién es quién en este polvorín.

¿Quién es quién?

Por un lado tenemos a Antón Reixa, actual presidente de la SGAE que en una búsqueda en Google nos da 241.000 resultados. Los cuatro primeros son en referencia a noticias sobre su labor profesional y la quinta es una entrada en la Wikipedia. Antón fue un líder de la «movida galega» y representó a los «renovadores moderados» en las pasadas elecciones. Una especie de Adolfo Suárez dispuesto a plantear una transición entre una presunta dictadura de mano ferrea a una democracia participativa. Una vez ganadas las elecciones integró en su equipo a personas que, no habiendo obtenido el número de votos suficientes, consideró importantes para afrontar las complicadas reformas, como ha sido el caso del mencionado Luis Cobo «Manglis» o Miguel Ríos.

En el otro extremo están los defensores del modelo instaurado por Teddy Bautista, que llegando al poder mediante las urnas cambió las leyes que obligaban a tener que dejar los cargos después de dos legislaturas consiguiendo perpetuarse, asignarse plenos poderes y una jubilación abultada. Entre este grupo destaca la ACAM, dirigida de facto por Juanjo Castillo como gerente, el que fuera responsable del colegio electoral de Teddy Bautista, responsable de su guardia pretoriana, director de ROAIM (la presunta federación de asociaciones musicales financiada por SGAE para apoyar a ciegas las ideas de Teddy), director de KOPress y KOComunicación, efectivo troll conocido en las redes bajo diversos nics como Chari Ferrer o Sol Sostenida. Está todavía pendiente resolver en la operación SAGA una presunta mala utilización de votos delegados, incluidos motoristas que recogían votos en blanco, mediante la cual, presuntamente, Teddy ganaba por mayoría aplastante como en las repúblicas bananeras. A Juanjo Castillo no se le encuentra en Internet. El presidente de ACAM es José De Eusebio, cuya búsqueda en Google nos ofrece 240.000 resultados. Las primeras posiciones son para la Wikipedia, sus redes sociales, y le siguen artículos diversos de su actividad profesional. Destaca como especialista en Albéniz y defensor de su obra. También representa esta opción la UMCA, Unión de Músicos de Canarias, muy vinculada a Juanjo Castillo y con la que, en una maniobra nada clara de creación de una supuesta federación fantasma que levantó una gran polémica entre las asociaciones profesionales en Canarias, crearon el PNL con apoyos públicos y de varias sociedades de gestión.

El contrincante más severo al actual presidente siempre ha sido José Miguel Fernández Sastrón que la búsqueda en Google nos arroja 125.000 resultados en el que la primera entrada habla de cuestiones del corazón que nada tienen que ver con la música y en el resto aparecen más cuestiones de esta índole que asuntos profesionales. Fundó DOM, De Otra Manera. Como ya se ha dicho con anterioridad, fue miembro del equipo directivo de Teddy Bautista y se enfrentó a Manglis cuando este puso de relieve las malas prácticas que ahora están pendientes de juicio. Hasta la fecha parece más continuista que reformista. La Asociación AMA es una asociación que tiene entre sus líderes a miembros de DOM y consejeros de SGAE y que han manifestado su oposición como colectivo a Reixa.

Ahora se ha creado otro grupo, liderado aparentemente por Juan Márquez y José Luis Rupérez Cebolla, que representan los intereses de «la rueda de televisión», los 11 presuntos autores investigados por SGAE. Un asunto turbio, que si se demuestra que es verdad sería una de las prácticas más inmorales y deleznables, que harían parecer los casos de corrupción que asolan los telediarios como juegos de niños: Una ama de casa que, de buenas a primeras, registra cientos de obras; representantes artísticos que, de buenas a primeras, registra miles de obras; y todos, de buenas a primeras, ganando millones de euros mientras las televisiones logran el retorno del 50% de lo que están obligados a pagar por derecho de autor. Curiosamente este grupo tiene el apoyo de la casi la totalidad de socios que alguna vez han trabajado en televisión cediendo hasta más del 75% de sus derechos porque temen que la cuestión pudiera salpicarles o afectarles a su única forma de obtener ingresos cuando, en realidad, lo que se está estudiando son solo 11 casos flagrantes y sangrantes.

¿Cual es la situación actual?

Tanto Sastrón, como los defensores de Teddy y los de la rueda de televisión, se han aliado para derrocar a Antón Reixa. Incluso algunos miembros del propio equipo de Reixa, a raíz del expediente abierto por la cuestión de la rueda de las televisiones, se han aliado con la oposición. Primero intentaron una moción de confianza y luego lo han vuelto a intentar convirtiendo la votación de las cuentas en un plebiscito. No ganaron ni una cosa ni otra pero siguen igual, presionando para que Antón Reixa dimita.

El tema no creo que sea tanto el intentar averiguar quien es más honrado o quien está más libre de pecado. La cuestión ahora sería: ¿Es razonable que un grupo de personas que no logran obtener el poder por los votos pretendan conseguirlo por la fuerza? Si Antón Reixa, como ellos afirman, no tiene los suficientes apoyos para ser el presidente ¿Lo podría ser quien tiene menos apoyos aún?

¿Pero puede haber alguien que piense que en pleno siglo XXI se pueden hacer estas cosas que nos retrotraen al golpe de estado del general Franco o al intento de Tejero solo que sin pistolas y fusiles?

Foto por dschmieding: Ver original.