Los Sabandeños ha sido un depositario de personajes de muy variado perfil. En una trayectoria tan intensa, las vivencias y anécdotas se acumulan como parte del activo emotivo del grupo, y sus componentes son los protagonistas de muchas historias que combinan tanto lo humano como lo musical.

Los Sabandeños en concierto

En casi cincuenta años de andadura, varios de ellos ya nos han dejado. Algunos prematuramente, como pasó con el cantador Manolo Mena, o -hace escasos días- con Pedro Serrano.

La incorporación del contrabajo en un grupo folklórico fue una revolución en el sonido de la música canaria. Ocurrió de la mano de Falo Perera, primer contrabajista de Los Sabandeños, al que siguieron personajes como El Tiburón o El Sebas. Pedro Serrano, que compartía proyectos con Alberto Delgado, se incorporó a finales de la década de 1970, y, al poco de entrar en el grupo, se convirtió en su nuevo bajista. Apodado como El Bachiller, aportó una manera particular de entender la conducción del bajo, que se convirtió en una referencia para los demás grupos. También a partir de él se empezó a sustituir el pesado y aparatoso contrabajo por el bajo eléctrico, estéticamente menos agraciado para una formación de música popular, pero mucho más práctico para transportarlo.

Pedro Serrano Rivero

Pedro Serrano Rivero «El Bachiller»

Pero el Bachiller no sólo fue un músico que ofreció un sonido nuevo del bajo en el folklore. También poseía una chispa natural que cautivó a todos los que lo conocimos. Hay quien cuenta que Dacio Ferrera le adjudicó el apelativo de Bachiller precisamente por su velocidad para sacar un chascarrillo ingenioso de cualquier situación.

Pedro fue sustituido por otros bajistas, aunque siguió manteniéndose en activo en la cuerda de tenores segundos. Su última actividad social fue asistir a un ensayo sabandeño, del que se despidió (cómo no) con un chiste.

Descansa en paz, querido Bachi.