No creo que haya habido época más prolífica que la de este comienzo de milenio en lo que se refiere a las distintas disciplinas del Arte. Las redes sociales y la gran difusión que permite Internet han posibilitado que cualquier creador exponga su obra, con la esperanza de ser descubiertos por el gran público.
Músicos, artistas gráficos, fotográficos, escultores, músicos, poetas, escritores, grafiteros, exhibicionistas todos, luchan (luchamos) a brazo partido para que se (nos) conozcan.
Hay una gran proliferación de blogs, salas de exposición virtuales, ediciones digitales, “youtubes” que, unidos a las grandes redes sociales como facebook, twitter, linkedin, pinterest y otras muchas que no cito porque el listado sería interminable, andan detrás del gran objetivo.
Todos buscan lo mismo: el éxito, la trascendencia, la fama, ser conocidos en todo el mundo. Cosa que no es fácil de encontrar, precisamente por la misma razón que les permite ‘colgar’: la enorme competencia. No es fácil encontrar el éxito singular en medios de masas, llenos de competidores que buscan lo mismo.
Como quiera que el asunto me interesa de forma particular: ¡yo también quiero trascender! Me he propuesto analizarlo de forma científica. Así que me he vuelto a repasar mi biblioteca de manuales matemáticos: Cálculo Infinitesimal, Análisis Estadístico y Lógica Matemática (Todavía recuerdo a Fernando Hernández Guarsch, en la Escuela de Magisterio diciendo: “Hay verdades, mentiras y estadísticas”, dicho que muchos años más tarde le devolví en una Mesa Sectorial, en oportunidad al caso)
Así que después de sesudas averiguaciones estoy en condiciones de ofrecer la fórmula para el éxito. Confieso que esta no es la primera vez que me ocupo de asuntos parecidos y remito a un artículo aparecido en mi blog en 2008.
Para aquellos que no quieran curiosear en mi prehistoria les resumo el asunto: Joel Stein, articulista de éxito de la revista TIME dice que la influencia (otra aproximación al éxito) se puede medir con una sencilla ecuación. Es verdad que es un poco más compleja que la famosa de Einstein, que se contenta con menos términos (E=m c2).
No nos vamos a liar con Einstein que juega en una división superior, sino con el más simple Stein (para los que no sepan mucho de alemán, Stein significa Piedra y Einstein, Unapiedra)
Pues el tal Stein, que no Einstein, dice que su ecuación debería ser formulada así:
Influencia = ( G + Y +4W) x N
F
Esta ecuación cifraría la influencia de una persona calculando sus entradas en Google, añadiendo sus vídeos en YouTube, más los enlaces de Wikipedia, multiplicados por 4. Estos elementos deben estar ponderados por dos constantes: N, que representa el índice de novedad, multiplicativo en sí mismo y la F, que representa el índice de frivolidad del personaje, claramente divisor.
Independientemente de que la elección de los parámetros sea más o menos afortunada, el señor Stein ha introducido con humor y cierto sentido la reflexión de poner orden al caos de no saber quién es influyente y por qué o, a lo mejor, uno terminaría de entender algunas apariciones fugaces como las de algún “famoso” de escándalos o las famas efímeras de programas tomateros y actrices conflictivas; por no hablar de políticos en el candelero o de cualquiera que se llame “influyente”.
Yo, que no soy menos pesado ni osado que Stein, me atrevo a formular la Ecuación del Éxito, basándome en las sesudas deducciones de los ambos, Stein y Einstein. Y aquí está la fórmula del éxito:
donde E, es el éxito, considerado como la trascendencia temporal del mismo, no el efímero. I es el índice de influencia de Stein mencionado más arriba, A, el azar que juega con todos nosotros y Q es la constante de calidad absoluta de la obra.
Así que ya saben todos aquellos que busquen el éxito, decidan por qué factor apuestan. Yo tengo claro que la calidad eleva a todos los demás factores de forma exponencial.
Foto por avlxyz. Ver original.
Antonio te paso otra anecdota de Einstein »
La cuestión es que estaba Albert Einstein trabajando en su despacho de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, cuando alguien le preguntó:
-Profesor, usted que tanto sabe, ¿podría decirme la fórmula del éxito?
Aparentemente el científico no había prestado atención a la pregunta y siguió escribiendo en una pizarra que tenía en su despacho, como estaba haciendo antes de ser interrumpido. Pero lo que escribió en la pizarra fue: A=X+Y+Z, y pasados unos momentos dijo: esta es la fórmula del éxito.
Como el otro, lógicamente, no entendía, Einstein le explicó los términos de la fórmula.
-Se trata de una fórmula algebraica en la que la letra A representa en éxito en la vida; para alcanzarlo hay que ser constante en el trabajo, que está representado por X. Luego tener algo de suerte, que es la Y. En cuanto a la Z, se trata de un factor variable, de un imponderable, que es la tranquilidad y el silencio, y sobre todo la seguridad de que mientras uno se ocupa de sus asuntos no se acerca un pesado a molestarle con preguntas ociosas. ¿Me entiende?….Abrazos,Ricardo Ripa de Argentina
Ricardo,
Gracias por tu apunte sobre Einstein. No conocía la anécdota sobre su fórmula sobre el éxito. Y es agradable comprobar que coincidimos en que tanto el éxito como la inspiración deben ser esperados mientras uno trabaja.