preguntas a los alisios

¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el coraje para intentar cosas nuevas?
Vincent van Gogh

 

¿Son tan pocos los músicos y artistas en general que apoyan una nueva visión para un Festival de Música DE Canarias? ¿O deberían parecernos muchos por el estatismo imperante en este sector? Tan solo unos 857 aproximadamente [de los que no podemos deducir que todos sean músicos], a través de la campaña change.org: Apoya la nueva visión del Festival de Música y su aplicación a la cultura en general, respaldan un festival que favorezca una mayor promoción de los artistas canarios, afincados o formados en Canarias, bajo unas proporciones adecuadas de inversión pública. ¿Por qué son tan escasos los respaldos a la petición de un festival sin desajustes descomunales?

Visto desde el otro lado, es decir, desde los que no respaldan la nueva visión: ¿Son tantos los músicos y artistas canarios o afincados en Canarias que están de acuerdo con la trayectoria marcada hasta ahora? O, que muy bien pudiera ser: ¿Son tantos los que tienen miedo a expresarse porque piensan que les van a cerrar unas puertas que nunca han estado abiertas para ellos?

No deberíamos confundir [la línea es muy fina] entre diplomacia y servilismo, pues con la segunda se desafina bastante. ¿Es tanta la desidia o escepticismo ante este asunto que se columpian entre la necesidad o no de un festival como éste? ¿Puede ser esto lo que les hace mantener un peligroso mutismo que, sin pretenderlo, les acerca a una involuntaria connivencia con el establishment?

Cuando los ‘entendidos’ derraman sus datos más objetivos sobre la promoción de los creadores e intérpretes canarios en estos treinta y dos festivales, los datos son ridículos en comparación con el capital invertido para agasajar al producto foráneo. ¿Es éste un mundillo farisaico que solo gusta criticar cuando nadie les escucha o que lo hace en círculos donde sus palabras ninguna trascendencia tendrán? ¿Es tanta la suspicacia del canario que solo atiende al mensajero sin concentrarse en el contenido del mensaje y personaliza todas las causas? ¿Acaso piensan que esto es un problema que no les compete? ¿Quizás relegan por defecto este debate a los asesores y ‘entendidos’ que nunca pasaron ocho horas diarias para lograr una cierta excelencia en la habilidad de interpretar una escala? ¿Piensan que este discurso compete exclusivamente a los mal llamados músicos “clásicos” o son, precisamente, estos “clásicos” los que menos participan en el discurso debido a una frustración heredada que ha aniquilado toda esperanza de cambio?

Sigo: ¿No comprueban los lectores de esta diatriba al viento que existe una enorme desproporción entre los que públicamente se atreven a discrepar entre la vieja escuela y la nueva visión que ha estado oculta desde tiempos inmemoriales y que ahora ha asomado un poquito la cabeza? ¿No se preguntan por qué es así? ¿Se han fijado que estas voces aleccionadoras, mayoritariamente, se encuentran o han estado vinculadas en algún momento a ese corpúsculo círculo de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas o de la Asociación Wagneriana de Canarias?…

No arremeto contra estos círculos intelectuales, pues los encuentro tan vitales y respetables como cualquier otro círculo humanista que forme parte de la historia cultural y artística de Canarias; solo apunto a que es digno de análisis, pues me parece un debate sumamente caleidoscópico e interesante como para que finalmente se concentre en tan pocos ciudadanos y, consecuentemente, no exista o quede soslayado el debate.

No quiero con estas preguntas encender más fuegos de los que ya se han provocado, pues parece que tener posiciones encontradas nos convierte en ‘parásitos’ a los que opinamos o apoyamos una postura divergente, total o parcialmente, de la dirección establecida. El nivel de tolerancia a la discrepancia en este lobby cultural es muy bajo, por lo que han podido mostrar y les acalora (debe ser el verano) a unos niveles preocupantes.

He comprobado en muchos medios de comunicación controlados íntegramente por ellos mismos cuánta bilis se ha derramado con ríos de tinta, ¡cuánta irascibilidad para un debate cultural! En cualquier caso, ¿cómo puede provocar tanta crispación algo que todavía no se ha puesto en marcha y de lo que se ignora, por tanto, sus consecuencias? Se comportan como la iglesia en sus épocas más terribles, que, ante la imposibilidad de amar con libertad, aplacan su frustración adjudicándose el control del cómo, cuándo y con quién se puede yacer.

Sé que las respuestas no llegarán a puerto transitable y quedarán al designio de Apolo, Calíope y Orfeo. Las interrogantes se alejarán con la misma energía que llegaron y serán los alisios los culpables.

 

Y nadie podrá reír ante el vacío
Vicente Huidobro

 

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