El viernes pasado tuve la suerte de asistir, como padrino, a la licenciatura de derecho de mi hijastra menor en Brasil. Durante la ceremonia, y antes de recibir su diploma, les obligaron a todos los alumnos a hacer una especie de juramento hipocrático (como el que realizan los médicos, pero adaptado al derecho y al ejercicio de la abogacía) que fue realmente muy emotivo. Un juramento que, si todos los profesionales tuviéramos la obligación de hacer y cumplir (incluidos los políticos), tendríamos un mundo maravilloso ya que el eje del juramento era ‘la supremacía del bien común frente al bien particular además del principio de justicia’.

El FIMC, la prensa y la opinión pública

 

La prensa y su compromiso hipocrático

Ya el escritor inglés George Monbiot hizo un análisis sobre el papel de la prensa, a raíz del cierre del tabloide ‘News of the World’ de Rupert Murdoch, en el que propuso una especie de juramento hipocrático para periodistas, ya que si los medios de comunicación tenían, inicialmente, como principal objetivo el hacer rendir cuentas al poder (tanto económico como político), esta idea había sido invertida, según su punto de vista (y el de muchos). Ahora los columnistas y periodistas serían empleados del poder corporativo, según afirma Monbiot, que amedrentan a las personas que osen criticar sus intereses, intimidando a los débiles.

También el periodista colombiano David A Osorio S asegura que: «Los magnates de la prensa permiten a los gobiernos de vez en cuando promover los intereses de los pobres, pero nunca permiten obstaculizar los intereses de los ricos. También intentaron disciplinar al resto de los medios de comunicación. La BBC, en los últimos 30 años, se convirtió en una sombra de la emisora ​​valiente que era, y ahora trata a los grandes negocios con servil deferencia. Cada mañana a las 6.15, el reporte del programa de negocios de Today le concede a los ejecutivos la clase de acceso que de otra manera estaría indiscutiblemente reservado a Dios en el Pensamiento del Día. El resto del programa busca la controversia y establece conversaciones entre los opositores, pero estas personas no se enfrentan a sus críticos«.

La prensa y el FIMC

En este sentido, estamos viviendo en Canarias un ejemplo clarísimo de esta situación con el Festival de Música de Canarias. Mientras que los profesionales del sector de la música y las personas de a pié que han ido a algún concierto del Festival han apoyado de forma masiva el proyecto de innovación liderado por la Consejera Mariate Lorenzo y por Nino Díaz (con un 89% a favor frente a un 7% en medios digitales y redes sociales (menos Facebook) y, concretamente, en Facebook con 52.500 me gustas, comentarios y compartidos de los cuales menos de 75 fueron negativos y pertenecientes a menos de 15 personas), y mientras que tanto las encuestas de satisfacción realizadas en los propios conciertos por público asistente (varios centenares de formularios firmados con nombres y apellidos y datos de contacto para poder verificar la autenticidad) así como las recogidas en el blog oficial del Festival (también con nombres y apellidos y datos de contacto para poder confirmar la veracidad y con un sistema de protección que impedía la repetición de encuestas) son también de un indiscutible apoyo aplastante…  ¿Cómo es que en la inmensa mayoría de los medios de comunicación hay columnistas y tertulianos que hablan de «fracaso del Festival de Música de Canarias» de forma reiterada?

¿Quienes forman ese mínimo porcentaje que consigue que una buena parte de las personas que escriben a cambio de un sueldo coreen al unísono el machacón estribillo?

Es evidente que la inmensa mayoría de canarios no han asistido al Festival (como la mayoría de los que están opinando sobre el mismo) y que se están formando una idea por lo que la televisión, la radio y la prensa escrita repite a diario.

¿Es esta la labor de los medios de comunicación? ¿Es esta su misión en la sociedad de hoy? ¿Hacen los medios exactamente lo mismo con el resto de contenidos que comunican?

El resultado de la campaña de acoso y derribo

No obstante, no deja de sorprender que esta campaña de acoso y derribo contra todas las personas que han tenido que ver con el 33 FIMC o que, simplemente, «han osado criticar sus intereses», como denunciaba George Monbiot, no parece calar de forma definitiva en la opinión pública.

Las redes sociales han venido jugando un papel muy importante en la compensación de fuerzas planteadas por Monbiot, llegando al cierre de medios de comunicación o, como mínimo, reiterados ERES que han esquilmado las plantillas y que, por otro lado, a los pocos privilegiados que han mantenido sus puestos los han hecho más vulnerables, sumisos y más dependientes que nunca de las ‘líneas editoriales’.

En un medio de comunicación en el que escribe uno de los más destacados miembros de estos elegidos, acaban de realizar una encuesta en la que preguntaban si Mariate Lorenzo debía de dimitir… Solo consiguieron que un 35,7% de personas apoyaran tal pretensión.

Pero las amenazas arrecian y prometen «hacer la vida imposible hasta que deseen no haber nacido» a los implicados directa, indirectamente o simplemente por opinar. Como en la Sicilia más profunda y arcaica. O «estás con nosotros y te irá muy bien o contra nosotros y te machacaremos públicamente hasta tu muerte profesional». Somos libres de elegir.

La opinión pública

¿Tiene algún valor lo que opine la inmensa mayoría de la sociedad civil? ¿Tiene algún valor lo que opinen la práctica totalidad de los profesionales del sector? ¿Tiene algún valor las encuestas de satisfacción rellenadas por personas que sí estuvieron en el Festival? ¿Tienen algún valor los datos estadísticos que, por primera vez, se han recopilado?

Solo tenemos que esperar unos días para comprobar si el Gobierno hace caso de esa minoría que, sin lugar a dudas, utilizando todo su poder, le está presionando para que el Festival de Música de Canarias vuelva a manos de los de siempre, esa minoría muy poderosa, o si, por el contrario, y como cabría esperar, sigue haciendo caso al sector y a la opinión pública como ha hecho desde que llegó al poder. Por eso inició este proceso y así lo comunicó el Presidente de Canarias, la Consejera de Turismo, Cultura y Deportes y el propio Coordinador del Festival personalmente cuando recibieron a un nutrido grupo de representantes de las asociaciones profesionales y educativas del sector en la entrega de las mil firmas de apoyo a estos cambios.

Todos somos conscientes de que cualquier político, para alcanzar el poder, necesita del apoyo de los medios. Es indiscutible. Y para mantenerse en el cargo, mucho más.

¿Pero no se debe más al sector? ¿No pesa más la mayoría? ¿No valen más los votantes? ¿No prima más el valor del pueblo soberano?

Lo comprobaremos en breve.