representantes, agentes, intermediarios y sinvergüenzas

Mientras que un representante guía la carrera profesional de un artista, o de un grupo de músicos, aconsejando sobre cualquier tema y en todo momento, cobrando a cambio generalmente entre el 10 y el 20% de los ingresos, el agente se suele encargar exclusivamente de la negociación de los contratos a cambio de un 5% o un 10%. Esta línea divisoria no siempre se cumple y muchas veces es el propio representante el que hace de agente o viceversa.

Pero también existe otra figura que es la del intermediario, o también denominado como agente de zona, que sería la persona conocedora y experta en una zona geográfica y que ayuda al representante o agente a entrar en una determinada plaza. Una especie de conseguidor que por sus contactos facilita el acuerdo entre partes. Esta persona suele cobrar en torno al 5% del total, aunque podría llegar hasta el 10%.

Para finalizar tenemos a los sinvergüenzas, jetas, listillos, advenedizos y aprovechados que cobran lo que les da la gana y solo porque tienen «al amigo en el sitio apropiado» y al que, en la mayoría de los casos, agradan con regalos, viajes, comidas o sobres en negro. Mientras que los anteriores son profesionales que ayudan al desarrollo de sólidas carreras de artistas y deportistas de manera continuada, estos últimos son una tipología que lleva existiendo toda la vida pero que tarde o temprano tendrán que desaparecer porque son insostenibles, injustos y solo causan daño a la profesión y generan distorsiones en la economía de todos ya que no generan ningún valor añadido. Ni tienen infraestructura, ni inversión alguna, ni gestionan web, ni marca comercial, ni redes sociales salvo, en algún caso, solo para demostrar su exquisito nivel de vida.

La relación simbiótica de todos estos con el FIMC

En la memoria del 33 Festival de Música de Canarias se advierte de la importancia de tener cuidado con estas figuras que no siempre están bien definidas y que en algunos casos encarecen muchísimo la contratación. Y ahí se queda la memoria. No dice nada más. No explica nada más. Muy elegante.

Pero nosotros vamos a profundizar más en esta cuestión porque creemos que lo merece.

En el 33 FIMC, por ejemplo, se dieron dos conciertos titulados ‘Goyescas’ en el Teatro Leal de La Laguna y el Teatro Pérez Galdós al que acudieron 590 personas recaudando un total de 7.880,50 € y que obtuvieron tres buenas críticas en Platea Magazine, La Provincia y El Día.

Este espectáculo, según el programa del Festival y la memoria mencionada, lo formaban Rosa Torres Pardo (piano), Manuel Gómez Ruíz (Tenor), María Isabel Rey (Soprano), Hugo Alonso Ruíz (Vídeo artista) y Ramón Betancor (Guión). Lo que no decía el programa, cosa normal, es que Vicky Melián Guzmán (viuda de Rafael Nebot, el primer director del FIMC) ejerció de intermediaria en representación de los artistas mencionados, además de que participó en el concepto y guión junto con el tenor Manuel Gómez Ruíz.

La cantidad inicial solicitada al FIMC ascendía a 76.000 euros, gastos no incluidos (transportes, alojamientos, etc). Eso significaba que Goyescas iba a ser el más caro de todos los conciertos de cámara del Festival, incluidas las famosas hermanas Labèque, y hasta más caro que los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria o la Orquesta Sinfónica de Tenerife y que, obviamente, las bandas de música que se incorporaron este año por primera vez. Solo serían más caras la Orquesta Mozarteum de Salzburgo y la Mahler Chamber Orquestra.

Pero la negociación fue muy difícil, ya que estamos hablando de la viuda de Rafael Nebot, toda una institución a la que nadie se atreve a llevar la contraria y que está protegida por el núcleo duro de los nostálgicos, especialmente por Jerónimo Saavedra, que presionaron fuertemente a todas las instancias. Pero aún así, era tan descabellada la propuesta económica que el coordinador Nino Díaz logró rebajar a 47.000 euros el cachet, un precio que todavía resultaba muy por encima de mercado pero que no le quedó más remedio que aceptar.

¿Pero cómo fue el reparto de ese cachet? Según han informado a este colectivo que escribe estas líneas, los artistas cobraron menos de 18.000 euros en total, incluido el extra de Manuel Gómez por el concepto y el guión. Lógicamente no todos los artistas cobraron igual. Los cantantes solo intervenían al final mientras que la pianista interpretaba durante todo el concierto. Alguna persona cobró un precio simbólico por su amistad con la intermediaria y porque esta también les pedía que rebajaran su cachet debido a que «la cosa estaba difícil».

Sea como fuese, hablamos que la intermediaria en cuestión consideraba razonable ganar 58.000 euros, un 76% de la transacción, aunque finalmente se quedó en casi 30.000 euros, un 62% del acuerdo final.

Saque cada cual sus propias conclusiones.

Como no hay memorias de otros años, no podemos analizar lo que ha podido ocurrir en ediciones pasadas, pero tenemos evidencias de que este tipo de acciones han venido ocurriendo con demasiada frecuencia. Y aunque la memoria del 33 FIMC haya querido pasar de puntillas sobre la cuestión, es fundamental que este tipo de cosas no vuelvan a ocurrir nunca más porque, junto con algunas otras cuestiones que ya iremos comentando, son las que hacen que las cuentas nunca cuadren, salvo para los de siempre.