34 Festival de Música de Canarias

Esta semana ha sido presentada en sociedad la programación del 34 Festival de Música de Canarias. Presentación que ha pasado sin pena ni gloria. No hay terremotos ni misereres. No hay aplausos ni vítores. Nada que ver con la presentación del año pasado que provocó ríos de tinta entre apoyos e insultos.

Pero aunque el ruido mediático sea inapreciable, gracias a un pacto al más alto nivel con la única consigna de destruir la imagen del anterior coordinador del FIMC, Nino Díaz, la realidad es que hay mar de fondo.

Por un lado está Isaac Castellano, el nuevo consejero de Turismo, Cultura y Deportes, declarando en diversos medios que su intención «no es dar un golpe de timón» (declaraciones en el programa El Drago de la Cadena Ser el 7/09/2017 a las 10:30 horas). Días más tarde negó que «entre sus previsiones esté el diseño de un festival de mínimos» (La Provincia 13/09/2017). Seguidamente, el pasado día 22 de septiembre en La Cope, a las 9:27 horas, afirmó que quiere mantener la calidad del FIMC y que respecto al déficit se debe recordar que siempre ha habido déficit, que no solo lo ha habido en la pasada edición, y que el Gobierno no puede pretender tener beneficios económicos con el Festival sino que lo importante es «el impulso de la música clásica en la sociedad». Para finalizar, en esta misma entrevista y a la pregunta sobre la programación del próximo Festival, el consejero afirmó que «les puedo garantizar que la respuesta de la Comisión Asesora fue muy positiva».

Por otro lado están la mayoría de los miembros de la Comisión Asesora que están muy descontentos no solo con la programación sino con la manipulación a la que consideran se ven sometidos.

La mayoría de responsables de las organizaciones profesionales reconocieron el tono amable de la reunión pero se quejan de la condición inicial esgrimida por el consejero: «se ha hablado de no hacer el Festival el año que viene, pero esta posibilidad no la barajamos, así que mejor hacemos lo que les vamos a proponer». Esto no parece un buen comienzo para el diálogo, amenazar veladamente con cerrar. Porque todos sabemos lo que significa para la administración no hacer algo durante un año. Significa que ‘nunca mais’.

Una vez puesta sobre la mesa la presunta «nueva programación» para el 34 FIMC, fue Gonzalo Jaubert, representante de la Asociación Canaria de Profesionales de la Música, el que dejó constancia de que era exactamente ese mismo programa al que ya habían dado el visto bueno en la anterior reunión del 20 de febrero, tal y como constaba en el acta, salvo que reduciendo la presencia de creadores y artistas canarios así como la música contemporánea.

Y así era. Ya Nino Díaz, porque así lo estipulaba su contrato, desde diciembre de 2016 había realizado los contactos y precontratos de lo que sería la programación de 34 FIMC para poder así conseguir cachets competitivos, ofertas de billetes de avión, etc y que no se viera el nuevo director con el mismo problema que tuvo él con la 33 edición que tanto incrementó finalmente el gasto. El problema es que de esos compromisos se han anulado todos los que correspondían al encargo de obra a un autor canario, concretamente a Manuel Bonino, así como a diversas formaciones canarias, las bandas, las propuestas más vanguardistas o el sorprendente caso del pianista ruso Ivo Pogorelich.

Respecto a que para la próxima edición se prescinda de las bandas de música, fue Rosario Álvarez, presidenta de la Academia Canaria de Bellas Artes, la que dijo que no era lógico que después del éxito que habían obtenido las bandas por parte del público asistente en la pasada edición no se contara con ellas, siendo agrupaciones musicales conformadas por grandes profesionales titulados y de experiencia contrastada, como quedó patente.

Y así fue, porque en la pasada edición, y así lo atestigua la memoria realizada, fueron de los conciertos mejor valorados en las encuestas de satisfacción y, además, fueron precisamente las bandas las que generaron beneficios económicos que ayudaron a amortiguar el gran coste de las «orquestas de prestigio» como la Mozarteum que fue altamente deficitaria en todos los aspectos. Y todo ello a pesar de la terrible campaña orquestada en medios para desprestigiar la presencia de las bandas en el Festival, con toda clase de chistes y chascarrillos ofensivos que si se produjeran hacia determinados colectivos, que afortunadamente cada día se encuentran mejor protegidos, serían constitutivos de delito.

Por otro lado, fue Miguel Ángel Linares, director del Conservatorio Superior de Música de Canarias, el que puntualizó su desavenencia con el hecho de que para la próxima edición se abandone totalmente la mirada hacia la modernidad así como a la creación en Latinoamérica. Algo que aportaba personalidad y que ayudaba a la captación de nuevos públicos. También se lamentaba de la ausencia del factor pedagógico que se imprimió a la pasada edición y del proyecto ya apalabrado de ‘Mi Primer Festival’ que permitiría a los alumnos egresados con las más altas calificaciones a participar en lo que sería su primer festival. Y también propuso que la Comisión no fuera el convidado de piedra sino que formara parte activa en el devenir del FIMC.

Por su parte, Leandro Martín, presidente de la Asociación de Compositores y Musicólogos de Tenerife, expresó su disconformidad con que se anulara el encargo a un autor canario, la baja presencia de creadores canarios en general así como de intérpretes isleños. No le parecía razonable que no se hubiera consultado a las asociaciones de compositores para elegir la única obra de autor canario que se programará este año. Así lo denunciaba también Nino Díaz en un claro artículo de opinión en el que cifraba en un 85% la caída del número de conciertos, en un 97% la caída de la presencia de artistas canarios, en un 80% la bajada de creadores canarios y por el contrario el incremento del 100% del precio de las entradas más baratas o del 22% de los abonos A.

El representante de la Unión de Músicos de Canarias y de la Cooperativa de Músicos de Canarias FAMSIS, Florencio Bethencourt, dejó constancia, al igual que sus compañeros, de la importancia de que se celebrara la próxima edición del Festival, pero estimaba que esta vuelta a la visión anacrónica del Festival no era razonable ni tenía justificación alguna.

Jerónimo Saavedra, por su parte, pidió explicaciones sobre el concurso para la dirección del FIMC ya que nadie le había informado, como era preceptivo. Pero él, como todos los demás, no obtuvieron respuesta ya que se limitaron a tomar nota, según informaron los cinco miembros consultados.

Cierto es que tanto Jerónimo Saavedra como Pedro Schlueter, presidente este último de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria, demostraron su total conformidad con la vuelta al pasado para la próxima edición. Ya habían expresado su disconformidad con la pasada edición, así que no fue ninguna sorpresa, simplemente fue una opinión minoritaria frente a una mayoría absoluta. Muy respetable, pero minoritaria.

Conclusión

Isaac Castellano ha hecho justo todo lo contrario de lo que ha venido declarando en los medios. Ha dado un fuerte golpe de timón poniendo rumbo al pasado y haciendo caso omiso tanto a las opiniones mayoritarias de la Comisión Asesora, reflejadas en el acta de la anterior reunión y en la presente reunión, haciendo caso omiso también a la memoria del FIMC, así como al Plan Estratégico diseñado para el Festival, apoyando, por el contrario, un Festival anacrónico y de mínimos, en el que se cambian artistas de renombre por otros que no lo son tanto para, aparentemente, contentar a intermediarios amigos del lobby de Las Palmas de Gran Canaria, recortando considerablemente el número de conciertos y la presencia en las islas no capitalinas, además de subir los precios con lo que «el impulso de la música clásica en la sociedad» queda en mera frase para la galería junto a todas las demás.

Es evidente que la reunión transcurrió con total cordialidad, deseando buena suerte al nuevo consejero en su nombramiento y presuponiendo la buena fe de este en el uso y desarrollo de su cargo. Pero también parece evidente que esta amabilidad ha sido interpretada por el consejero como un apoyo unánime. Pero nada más lejos de la realidad y en breve tendrá constancia por escrito.

La realidad es que a la mayoría no le ha gustado que ocho meses después de finalizar la pasada edición del Festival todavía no se les haya entregado copia de la memoria a los miembros del Comité Asesor. O que se hayan enterado del Plan Estratégico porque se publicó una parte en la prensa. Como que tampoco se les convocara para informarles sobre el concurso para la elección del director del Festival, tal y como se establecía en la convocatoria. Incumplimiento grave que se suma a otros y que terminarán llevando a los tribunales la cuestión, lo que podría llevar al traste la intención del consejero de elegir a dedo al nuevo director, por lo que podríamos presenciar una próxima edición del Festival sin director al mando. Todo es posible ya en esta kafkiana situación que va de despropósito en despropósito.

Y como tampoco ha sido muy bien acogido el que se convocara de un día para otro al Comité Asesor solo para informarles de que han decidido, unilateralmente, quitar todo lo que ellos mismos habían dado el visto bueno y valorado muy positivamente en la anterior reunión del 20 de febrero de 2017, tal y como consta en el acta.

Todo denota un desinterés y una falta de respeto hacia la Comisión Asesora convirtiéndola en un simple convidado de piedra, con la única intención aparente de que salga ‘mona’ en la foto y que así puedan decir los responsables que son muy demócratas porque cuentan con las fuerzas vivas del sector.

Así que mientras el ambiente se caldea, el Festival se viene abajo y el perjudicado, como casi siempre, es la sociedad que tiene menos opciones para elegir (algunos no podrán ni elegir) y encima tendrán que pagarlo más caro.

Si la edición pasada fue movidita, esta tiene todos los ingredientes necesarios para serlo aún más en todos los aspectos, incluido el político, ya que la ruptura interna dentro de Coalición Canaria que está causando este affaire podría dejar la dimisión de Mariate Lorenzo en pura anécdota.