Algo no ocurre a menudo

por más que metamos todos

al unísono los hombros.

Por eso me alzo y me uno

con quien me repite a fondo:

Me bajaré de mis hombros

si te bajas de los tuyos.

 

Unamos los vidrios rotos.

Cosamos todos los puntos

del oleaje sonoro.

Hagamos un jardín del mundo,

abriendo surcos de asombro

con altos brazos de júbilo.

 

Sólo estaríamos juntos

si me bajo de mis hombros

y  tú, a la par, de los tuyos.

               Gesto coincidente.

Agustín Millares Sall Portada