A buenas horas, por Juan Crisóstomo

Orquesta Maestro Valle ULPGC - diciembre 2014

Sí, probablemente sean mangas verdes e, incluso, el remordimiento. Todo ello surge cuando uno piensa hacer hoy lo que no hizo ayer. Y este “hoy” escrito son las fechas navideñas, ya pasadas, y en las que sentarse a escribir fue una tarea aplazada; de ahí que sea ahora, entrado enero, cuando se puede plasmar en letras la intención.

Me lo debo a mí mismo, tanto como que se ha convertido en costumbre escribir sobre lo escuchado a la Orquesta Universitaria Maestro Valle.  Además, esta vez por partida doble, porque dos fueron los conciertos a los que pude asistir. Sobre ellos plasmo ahora mi sensación.

Diciembre, como mes, da para mucho. Además este último ofreció la oportunidad de asistir a la reposición del Rock Sinfónico en el Teatro Pérez Galdós, en un extraño horario de mañana, por parte de la Orquesta Universitaria.  Siempre que asisto a ese lugar me considero privilegiado por sentarme (aun después de la remodelación) en lugares donde la música (y otras artes escénicas, pero para este momento es ella la protagonista) ha impregnado de tal forma la estructura material del espacio que es imposible que esa magia, presente, no se manifieste en cada expresión artística que suba al escenario. La locución inicial del Director de la Orquesta, José Brito, así me lo dejó claro: en el escenario y en las butacas del Pérez Galdós han tenido lugar momentos musicales únicos e irrepetibles, como todo instante que se precie, y en los que artistas de calado nacional e internacional han dado a ese espacio el renombre que ha alcanzado.  A esa hora y en ese “templo” me preparé a escuchar la Orquesta.

El programa era similar al presentado la temporada anterior en el Paraninfo, con alguna obra incorporada, pero cuando el concierto empezó, la audición de esas piezas, aun siendo repetidas, no supuso ningún hándicap para disfrutar nuevamente con este conjunto.  Los temas fueron ejecutados de manera muy expresiva por los músicos, viviendo cada uno de los intérpretes lo que supone interpretar piezas de rock arregladas sinfónicamente, y el resultado estuvo a gran altura.

Como siempre, las introducciones del presentador, en tono muy desenfadado, volvieron a ubicar al público en el contexto y esto es algo que hay que agradecer. La Orquesta pone mucho interés en darnos a cada uno la posibilidad de conocer de antemano la motivación que llevó a los compositores a componer sus obras, las condiciones en que las crearon… el porqué de las cosas. Por esto, se puede ir a un concierto desprovisto de información, pero con la espera del aprendizaje.

El sonido de la orquesta en un marco como el del Teatro Pérez Galdós ronda siempre la gran altura, con unos detalles musicales expresivos y una afinación de calidad. Aun así, se echa de menos la mejora que ofrece la colocación de la concha acústica que el Teatro utiliza para determinados eventos orquestales, la cual minimizaría, sin duda, esa pequeña distancia que separa el sonido en un escenario que sólo cuenta con la escenografía propia de una representación teatral, con las consiguientes pérdidas acústicas, de lo que supondría ese sonido elaborado de la Orquesta Universitaria en unas condiciones óptimas.  Esto se irá consiguiendo, ya lo verán, porque a nadie se le esconde que esta agrupación está consiguiendo llenar su espacio, proponer proyectos interesantísimos y ofrecer calidad en su producto… Y los gestores artísticos del Teatro Pérez Galdós creo que ya son conscientes de que la Orquesta Universitaria garantiza y hará lo indecible por ofrecernos un trabajo de máxima índole. Tiempo al tiempo.

Y diciembre tampoco sería diciembre si no tuviéramos el Concierto de Navidad, este año en un formato diferente porque se propusieron nuevas cosas: sábado, coros protagonistas, etc.  Todo esto sucedió bajo el paraguas que ofreció la celebración del XXX Aniversario de la Schola Cantorum de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, hermana mayor de la Orquesta Universitaria, y que supuso la audición de un concierto muy interesante en el que la primera parte la conformó la actuación de la Schola Cantorum así como de Clavedemar y el Coro de Cámara Ainur, cada cual con un pequeño repertorio y una puesta en escena (ya no sólo se canta, sino que se escenifica) que acercó el género coral al público asistente.

El coro femenino Clavedemar intervino con piezas de diferentes estilos y épocas, presentadas por sus componentes e interpretadas de manera íntima, pero expresiva. La intervención del Coro de Cámara Ainur reflejó perfectamente la experiencia y la calidad elevadísima del conjunto. Ainur ha alcanzado en estos últimos tiempos las más altas cotas de calidad a nivel regional y nacional, con numerosos premios que validan la trayectoria de este coro engrasado en su maquinaria, perfecto en su interpretación y cercano en su sonido. Prueba de esto fue la nana interpretada, en la que mostraron su capacidad como conjunto y una dinámica digna del mejor de los instrumentos, la voz, en un pianísimo final que dio paso al silencio primero y a un sonorísimo aplauso después.  La anfitriona Schola Cantorum hizo también de su aniversario su momento, poniendo en voces varias piezas de diversas épocas y con las que terminaron de entusiasmar al público.

Lo que aconteció después supuso el broche final al concierto. La unión de todos los coros intervinientes junto a la Orquesta Universitaria Maestro Valle produjo otro gran momento de los vividos y escuchados por un servidor en los últimos tiempos. Tras una intervención sólo de cuerdas con el tema principal de Juego de Tronos, coros y orquesta interpretaron magníficamente tres canciones de Navidad compuestas por John Williams para la película Solo en Casa, y Williams, como sabemos, es mucho Williams. Las canciones de Navidad interpretadas (“Somewhere in my Memory”, “Star of Bethelem” y “Merry Christmas”) buscaron en el interior de cada uno de nosotros nuestros recuerdos y nuestra relación con la época navideña porque sonaron de manera grandiosa, como escribió y pensó John Williams, pero con una intensidad emocional descomunal.

La interpretación de 1492: La conquista del paraíso de Vangelis tuvo su importancia en tanto que nos suavizó el impacto del Williams inicial, mas la última obra del concierto fue de una contundencia total.  “Dry your tears, Afrika”, banda sonora de la película Amistad, en la que Williams tomó un poema de Bernard Dadie traducido al Mende (lengua indígena de Sierra Leona) y le puso música mezclando percusión rítmica africana con música norteamericana de principios del XIX, cumplió su cometido, recordando primero el hecho heroico y ennoblecedor de la lucha contra la esclavitud en ese siglo XIX y dejando después en nuestra conciencia que la música, sólo por ser música, nos puede ayudar a dar más significado a lo que significa la palabra “libertad”.

En breve, tendrá lugar el próximo concierto de la Orquesta Universitaria, dedicado a Latinoamérica.  A juzgar por el repertorio propuesto, lo que se puede intuir es que va a ser uno de los conciertos de este año en Gran Canaria, pero esto será escrito a su tiempo. De momento, marcaré en el calendario el concierto del día 27 de febrero dándole el rango de fecha clave.  Espero y deseo que ese día, después de casi seis años de vida, la Orquesta Universitaria alcance su mayoría de edad.