Los hallazgos rupestres demuestran que los primeros pobladores conocían y practicaban dos alfabetos, uno líbico-bereber y otro latino-líbico, y que hablaban una misma lengua de estirpe líbica antigua.
Los signos registrados se corresponden con exhortaciones nominales relacionadas con patronímicos, apelativos étnicos, deidades y elementos astrales conectados con los espíritus de los antepasados invocados en fechas precisas de su calendario, afirma el arqueólogo.
Al respecto, explica que la escritura que el investigador francés R. Rebuffat denominó «Líbico de Bu Njem» en el área extensa del yacimiento de Gholaia (Libia) denota «un gran parecido con los caracteres descubiertos en Fuerteventura y Lanzarote» y posibilita aceptar una zona de localización en el norte de África para todos ellos.
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