MI PENA
Hay pena, penita, pena…, pena de mis amores.
Te has ido con la tarde de colores y flores,
con la luna del mediodía, con el sol y sus albores,
con tus ojos claros de cielo, de cielos y sus rincones.
Te has ido volando lejos sin poder ver a tus amores,
como la triste alondra canta en los oscuros balcones.

Hay pena… Por qué te has ido aquella tarde de flores
en que mis labios temblaban, temblaban por tus amores.
Hay pena, penita mía, por qué te amarras a los lejos
como si fueras navío, navío de penacho y de hielo,
que se aleja de las costas, de costas de los sueños
de hilachas de cantos y de amores dulces y tiernos.

Hay pena… cuando me acuerdo de tu vientre y de tus pechos,
lisonjas caen del fondo, del fondo de mis recuerdos,
adornados de amapolas, de troncos también ya viejos,
aquellos que se adormecen en lo oscuro del inverno.
Hay pena… ¡Cómo te quiero!, aunque decirlo me cueste,
¡me cueste tanto! porque te tengo tan lejos…

Hay pena, penita mía… Ya no tocaré en mi piano
los acordes de tus sueños, con los ángeles dormidos
al pie de tus pensamientos… Corceles negros y blancos
galopando en tu silencio, en lo oscuro de la noche,
con las estrellas dormidas en lo alto del firmamento
besándote en cada suspiro y en cada trueno en el cielo.

Hay pena, penita mía ya nunca más arrancarás de mi pecho ,
aquel cariño, aquel grito que explotó en el universo,
con sus colores de gloria y de dicha. ¡Pucha…, cómo me acuerdo!
cuando adornaba tu cuello de besos púrpura al rezo.
De quererte para siempre, por más que llueva en inverno.
Y solo me quede…, solo, con la flor de tú recuerdo…

Christopher Hab

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