Erase una vez en un reino muy lejano donde sus habitantes vivían atemorizados por culpa de un gran dragón que asustaba a todos y causaba daños entre la población y los animales. Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo decidieron dar al dragón cada día una persona en sacrificio. Y así se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.
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