“DE LA MANITA DE C.C. VA EL CULICHICHI” : Mejor trata uno este tema con la sonrisa puesta, porque la verdad es que no hay por donde cogerlo. De toda la vida, el mandatario se ha aprovechado del artista y de la Cultura. Pero, que se siga haciendo hoy y que sea hasta normal, deprime bastante. Porque hoy sigue este retrógrado circo en el que “estos impresentables de C.C.” deciden a dedo lo que no les compete, porque se creen con el don de dirigirlo todo. Qué pena. Al régimen político que soportamos desde hace tres décadas sólo le falta continuar el derecho de pernada, porque nos siguen tratando con caciquismo altivo y como si fuéramos los peones de su finca platanera. Si no le sonríes la jugada y te atreves a criticarlo, te ignoran y te marcan con la crucecita para siempre.
Se quedan tan panchos dictando “a dedo” quién les hace el cartel del Carnaval a su antojo, por ejemplo. No lo hace una comisión de expertos del tema, o de Arte, publicidad, etc, qué va… C.C. toma el mando e IMPONE su criterio, el que le da la gana, el que decide, el que no le toca y del que poco o nada sabe.
Da igual, lo hace y punto. Y nadie le dice ni pío. Si es un concurso, las bases y el jurado los ponen igualmente ellos. Qué pena.
La politización de la Cultura es una enfermedad contagiosa entre “estos políticos”. Usan al artista para sus intereses partidistas. Lo peor es que se les permita hacerlo, porque no está dentro de las funciones de un cargo lo que no es de su competencia. Los mal llamados “Premios Canarias” son otro ejemplo : dictados por el régimen político. No es Cultura, es Política.
Con semejante panorama, parece que hay que ser un CULICHICHI para agradar al CACIQUE, un calladito LAMECULOS o un TREPA interesado. Nada de esto tenemos la mayoría del gremio artístico (…bueno, hay de todo…), que es particular, y por eso “estos políticos” no ven más allá de cuatro elegidos apellidos convenientes para sus antojos, cuando hay artistas y talento más que de sobra. Pero es que muchos no se callan, pero les pusieron la crucecita hace tiempo.
Hace como un mes que aparecía en primera página de los periódicos (¿qué sería de “estos políticos” sin su manipulación mediática?) a Pepe Dámaso de la manita de C.C., representada por el repetido Clavijo, cual buñuelo lagunero con su cara de santo para repartir sonrisas, plantando votos para su partido por donde quiera que vaya (romerías incluídas). Y la “noticia” era que, en un acto de vanidoso ego inclasificable, el pintor de caracolas había decidido donar toda su obra “a todos los canarios”, porque él dice que lo vale. Y va C.C. y se autoproclama tal gentilicio, sin discusión, claro. Y entonces decretan POR NARICES que harán un museo en cada isla (que son siete cuando les conviene, y ocho cuando les da la gana) dedicados a la gloria del que siempre trepó alardeando de haber sido novio de Manrique, aunque éste ya no le pudiera ver «ni en pintura». Por si fuera poco, César (que fue un artista con auténticas mayúsculas y muy comprometido contra las especulaciones políticas) le hubiera sacado los colores a C.C., precisamente, por seguir destrozando las islas de manera tan salvaje y chapucera como lo han hecho estos vendedores de empleos de esclavitos del cemento, ladrillo y hormigón. Y cuidado, porque de la manita de C.C. también vinieron las sucias plataformas petrolíferas, para limpiarlas de porquerías en la misma entrada de la ciudad, y ahora el gas…, puaggg.
Por si fuera poco, hasta Oramas se nos metió a crítica artística y ya publicó su artículo peliculero, alabando la genialidad y generosidad del personaje. Sinceramente : podrá gustar más o menos, pero Dámaso es un pintor mediocre, o normalito, y da vergüenza que ahora, por convenio y decreto de “estos de C.C.”, se gasten un pastón en museos para encumbrarlo como referente canario universal de la pintura, porque no lo es sino por interés político. Bueno, hay que reconocerle que sabe callar, trepar y empujar a los demás para acaparar el objetivo de las cámaras. También puso el precio de un millon de euros (casi nada) para un mural suyo de unas barquitas en Candelaria y le dijeron que sí (¡¿?!), hasta que fue tanto el escándalo que lo rebajaron a menos de la mitad y ni se empezó. En fin, qué pena la moraleja : no vale el talento, sino ser políticamente correcto. O sea, ser un CULICHICHI.
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