Cual si fuera ciertamente un día especial

¡Ah domingo!…, cual si fuera ciertamente un día especial. Los señores dueños de la venta se han tomado el día libre, ¡ah…,domingo!, se dice, sentado en el banco de todos los días. Ojea la prensa, otea el lago en que se ha transformado la plaza, ahora redonda igual que un círculo perfecto. Navíos y barcazas cruzan de un lado al otro ese lago artificial; magnolias en ramos adornan el portalón, que a pesar de los siglos se mantiene erguido con la dureza de una roca….

¡Ah domingo!…, las señoras irrumpen adornadas con el vestido de tal magnánimo día. Ahora alguien pregona helados; ahora las nubes se deslizan igual que globos de helio, allá va una columpiándose igual que una damita; aquí otra toma la forma de una cachimba,…son caprichosas, presuntuosas.

Zarpa aquel barco lleno de habitaciones donde duermen los visitantes que llegaron a puerto la noche anterior; ellos recorrieron las callejuelas con sus ojos bien abiertos, admirando pañuelos bordados; husmeando éste o aquel castillo, admirando el cielo tan azul y el mar que se extiende a lo largo, con todas sus criaturas dentro. ¡Ah, domingo!…, los amantes en cada esquina con sus rostros iluminados igual que las bombillas de la plaza en fiesta; se quieren, se besan…. dicha infinita llena de bucles y más bucles repletos de caricias, de promesas.

Hay un silencio eterno en aquel camposanto; hay voces que lloran porque sienten dolor también en domingo, quizás un helado para que sonrían como los niños, si, quizás. Ahora suenan acordes de una guitarra y es como presenciar un amanecer tan bañado por la luz del sol, tan aparentemente lustroso emerge por entre el horizonte…, ¡Ah domingo, domingo!…los dones que se nos han proporcionado están ahí, casi todos los días, casi todos, se dijo…

María Gladys Estévez.
(Leer comentarios en Facebook)