Cierto es que el refrán afirma que una imagen vale más que mil palabras. Pero no es menos cierto que, a veces, un sonido vale más que mil imágenes, sobre todo si hablamos de música
Parece que hay dos formas de explicar lo que ocurrió anoche en el Auditorio Alfredo Kraus con la Banda Sinfónica de Tenerife. En una lo que prima es la imagen, la apariencia. En otra la música, el sonido, el contenido.
La imagen
La Provincia hoy decide poner una gran foto en portada y debajo el siguiente texto:
«El Auditorio Alfredo Kraus, con el patio de butacas prácticamente vacío, recibió anoche a la Banda Sinfónica de Tenerife en otra velada del Festival Internacional de Música de Canarias sin público. La trigésima tercera edición de la muestra está marcada por la ausencia de espectadores a los recitales, una tónica que ha sido constante en buena parte de la programación.
Ayer, a pesar de que la organización optó por bloquear parcelas de la platea, la imagen desangelada del Auditorio revela que el público ha dado la espalda al Festival«.
El sonido
Yo, por el contrario, lo viví así:
Con una larga ovación y con el público en pie terminaba ayer un hito histórico en la trayectoria del Festival de Música de Canarias, la justa inclusión, por primera vez, de las bandas de música interpretando repertorio sinfónico. Hecho que recalcó la formación en un emotivo discurso en el que el director invitado dio las gracias al Festival por entender la importancia de las bandas en el desarrollo histórico y educativo de la vida cultural y por entender la forma de hacer música con su propia sonoridad, ni mejor ni peor, y que cada vez tiene más presencia en los grandes festivales como el de Canarias.
La centenaria Banda Sinfónica de Tenerife fue la responsable, junto con el director invitado Francisco Ferreira, de ofrecer un programa novedoso en el Alfredo Kraus que hizo las delicias de los asistentes.
La noche comenzó con el concierto para clarinete ‘Contradança’ de Telmo Marques, una magnífica obra que sirvió de lucimiento al solista, Horácio Ferreira, que ante los aplausos regaló el Homenaje a Falla como bis, una pieza corta de gran virtuosismo y expresividad que fue también ovacionada.
El concierto transcurrió sin pausa hasta el final con Chiaroscuro de Luis Carvalho, Porto de Saudades de Nelson de Jesús y la espectacular Extreme Make Over de Johan de Meij en la que hasta botellas afinadas formaban parte de la generación tímbrica en un juego de armonías, resonancias e intensidades. Una durísima prueba para embocaduras no expertas que la BST superó con matrícula.
Todos fueron autores vivos que trabajan lo contemporáneo desde la tonalidad, a veces lo romántico, a veces lo minimalista y a veces la investigación sonora. Toda una paleta de recursos estilísticos que confirieron a las obras de una particularidad en su mismo eclecticismo.
Un concierto de esta calidad, por 8 euros la entrada, es un auténtico regalo para los sentidos que debería haber producido un lleno hasta la bandera. Lástima que los prejuicios adquiridos, la falta de formación y los mensajes negativos lanzados desde los grandes púlpitos estén haciendo tanto daño al enriquecimiento cultural, al disfrute de la ciudadanía y al reconocimiento de nuestros grandes profesionales.
Y para los incrédulos les dejo la grabación de Extreme Make Over de Johan de Meij porque, en este caso, un sonido vale más que mil imágenes.
[videopost id=»vqMt4rkFLsc»]
La reflexión
Al final cada cual pone el valor en lo que considera importante en la vida. Para mí, el que mis hijos y mis nietos sean personas cultivadas es fundamental. No viene al caso explicar aquí las virtudes de tener hijos cultos frente a hijos incultos.
Pero cultivar es una acción lenta, que requiere inversión y tiempo ya que, para recoger los frutos, se necesitan años. Muchos años.
Si solo buscamos la inmediatez, lo grandilocuente, lo obvio, lo fácil, pasarán los años y seguiremos siendo una de las zonas europeas catastróficas culturalmente hablando.
Declaraba una señora mayor de La Graciosa, después del concierto de la Banda Sinfónica de Tenerife en su isla, que jamás había tenido la oportunidad de escuchar en directo nada parecido y que le había emocionado de «los pies hasta los pelos de la cabeza».
Si seguimos en esta línea, puede que dentro de 10 o 20 años hayamos conseguido que la ciudadanía llegue al nivel cultural europeo y que los muchísimos espacios culturales que tenemos sean visitados por una gran mayoría mientras nuestros profesionales son respetados y queridos. Pero como sigamos retrocediendo de la forma que lo veníamos haciendo, solo conseguiremos «alcanzar las más altas cotas de miseria».
Amén, y como dice un gran amigo del humor canario: «el que lo quiera coger que lo coja». No se puede explicar mejor compañero. Anoche estuve allí, en ese gran concierto histórico y lo disfruté tanto como en alguna de las noches de gloria que nos ofrecen nuestras orquestas. Soy músico profesional y pedagogo, y es una verdad indiscutible que la educación y la cultura son procesos lentos y pocas veces ofrecen beneficios económicos, pero este es el camino para educar a largo plazo a una sociedad.
Para los ineptos que sólo ven números, el auditorio y sólo fueran a contar butacas les explico: era la sala necesaria para la acústica de tal formación, pero estaba claro que no se iba a producir un lleno absoluto por la poca cultura bandistica de algunos sectores de la isla, unidos a los boicots al Festival y el día y hora que no eran adecuados, pero alrededor de 400 personas se dieron cita anoche formando un público calido, culto y entregado a la calidad del concierto. Pocas veces he visto al auditorio en pie en noches de orquestas sinfonicas excepto cuando los maleducados no se paran ni a aplaudir, sino que salen corriendo a sus cenas obstentotas después de cumplir su función de aparecer y aparentar. » Y el que lo quiera coger, que lo coja…».
Gracias Festival, las bandas siempre apoyaremos estas propuestas, pero pensando en que acuda más público canario, no se puede poner entre semana muchos de los conciertos. Ya el Festival no es sólo para ricos y turistas.
Bravo!!!
Lo incomprensible es que ni los propios músicos, con la cantidad de miembros de bandas que hay en Canarias, hayan acompañado a sus compañeros en este día tan especial. Qué les pasa a los músicos, ya sean profesionales o estudiantes, que no se interesan por la música en directo? Si no se interesan los músicos, de qué se quejan?
El problema de asistencia al festival de música ha existido siempre, y por ello la tradicional política de regalar abonos y entradas a políticos, patrocinadores, amigos y demás familia durante todos estos años. Cuando este año se ha cerrado el grifo para analizar cuánta gente acude realmente comprando entradas, se ha descubierto el pastel.
O no hay cultura, o no hay dinero, o hay saturación, o la gente tiene problemas mayores, o gusta más el fútbol y telecinco, o todo junto. Sea como sea, en los últimos años no han habido eventos culturales de pago, ni privados ni públicos, con las salas llevas. Y el Festival de música se llenaba artificialmente en la mayoría de los casos, salvo si traías por un millón de euros a la Chicago y después de semejante gasto vendías 1.400 entradas como mucho, lo cual es una porquería para tremendo gasto. La Chicago debería atraer a 100.000 personas. ¿No consiguió la Orquesta Sinfónica de Tenerife 20.000 personas en el concierto de Navidad? Pues la Chicago solo llenó el Kraus y hasta quedaron asientos libres en el Adán Martín (repartiendo entradas a patrocinadores y políticos por narices, lógicamente).
Un concierto como Goyescas, producido por la viuda de Rafael Nebot, por el que pedía la friolera de 75.000 euros de cachet y que dicen que se lo rebajaron a 45.000 euros (incluso si así fuera estaría totalmente fuera de mercado), un concierto al que sus amigos Guillermo García Alcalde, Pepa Luzardo o Jerónimo Saavedra han puesto por los cielos cuando en realidad ha sido uno de los peores conciertos de todo el festival, tuvo un teatro vacío. Pero como pertenece al grupo de melómanos que llevan treinta años controlando el festival, nadie dijo nada, nadie publicó una foto en portada del teatro vacío. Todo lo contrario. Unas críticas excelentes.
Años atrás, siendo quien era la organizadora, no solo le hubieran pagado el cachet que hubiera pedido, además se hubiera llenado el teatro con entradas gratuitas para todas sus amistades y además se hubieran ido todos los amigos a cenar después de la exitosa gala con el estupendo dinero público recibido.
Y como toda esa mamandurria y pasteleo a muerto (porque cuando hablan de que el festival ha muerto se refieren justo a eso, no a la música, si no al pasteleo de lujo y la tontería) por eso hablan de muerte del festival. Lo que ha muerto para siempre, por mucho que presionen al presidente del gobierno este grupo de melómanos, es su chiringuito privado.
No les preocupa la música de verdad. Apoyan incondicionalmente a sus amigos haciéndoles unas críticas espectaculares y luego ningunean a profesionales de primera línea solo para defender movida. Se quejan de que se regalan invitaciones cuando en realidad están enfadados porque ya no les entregan a ellos, a sus parejas y amistades tacos de invitaciones por la cara.
¿Quien ha escrito una sola línea sobre cómo sonó la Banda Sinfónica de Tenerife? ¿Quién ha escrito sobre las obras que fueron interpretadas? ¿Quién ha explicado que la BST no ha cobrado un euro por dar este concierto?
Solo aquí, en esta web de cultura, he podido leer algo que tiene que ver con lo que realmente ocurrió. Muy bien, sr Mateu, porque reconoce el problema de asistencia, pero reconoce también el talento y el trabajo de compositores, intérpretes y director así como al público que ovacionó el fantástico resultado. Valiente posición que solo le va a acarrear problemas profesionales, mucho me temo.
Bueno, que parezca un accidente, por favor 🙂
Soy miembro de una banda pero prefiero mantener el anonimato para evitar problemas. Estoy de acuerdo con María que los propios músicos de las bandas lo hemos hecho mal. Deberíamos haber sido nosotros mismos los primeros, junto con nuestros familaires y amigos, los que deberíamos haber llenado al auditorio pra disfrutar de buena música interpretada en un magnífico recinto. Son pocas las veces que podemos trabajar repertorio sinfónico y que, encima, nos permitan tocar en un espacio con unas condiciones acústicas en condiciones. Quiero dar las gracias a la organización del festival así como al gobierno por habernos brindado esta oportunidad. Pero también me gustaria decir que han sido muchas las quejas e insultos que hemos tenido que soportar desde determinados medios de comunicación y redes sociales desde que se publicó que participaríamos en el festival. Personas que, por falta de conocimiento y por prejuicios, han venido creando muy mal ambiente para el desarrollo noral de nuestra actividad. espero que el sentido común reconduzca esta fea situación y podamos ser reconocidos por lo que realmente somos, unos profesionales que cumplimos una funcion docente y cultural necesaria y desde hace más de 100 años.