Ron Voodoo

Sí, sí… los sé, a medida que van leyendo estas líneas, estarán muchos de ustedes, pensando; “¿En serio puedes contarnos algo nuevo sobre los Ron Voodoo?”. Si no me equivoco, y acierto con la premisa inicial, es que probablemente han leído mi crónica anterior cuando actuaron en el Paper Club, hace tan solo una semana.

Pero hay matices y diferencias importantes e interesantes. De entrada, que el aviso de la nueva actuación se hizo el mismo día, un cartel que avisaba de un “concierto sorpresa”, así me llegó de improviso, el viernes 17 a la 22:00 horas en “La Guarida del Blues”.

Llegué acelerado con mi pareja, no queríamos quedarnos fuera por aforo completo, porque, y aquí viene otro de esos matices de los que hablaba antes, ¡la entrada era gratuita!, como lo leen.

En una esquina, casi a mitad de la sala, mitigamos la sed, y poco después se subían al escenario los Ron Voodoo. ¡Madre mía!, – exclamé para mis adentros-, ya tenía varios muros de personas delante y no veía nada. ¿De dónde salió tanta gente? Miré hacia atrás y también estaba congestionándose el lugar. Me recordó un agosto en la playa, sin panza de burro y con la solajera pegando, de esos días que no ves el sitio para poder extender la toalla, pues algo así. Aguantamos unos temas sin ver nada, a excepción del técnico de sonido, que con las nuevas tecnologías subía el volumen de casi todo, noté el golpe de aumento en la voz de Juanma Rodríguez, también en las guitarras de Gustavo Alonso y Yaco Rubio. Y es lógico, la muralla humana iba absorbiendo el sonido.

Al término de uno de los temas, entre empujones y el consiguiente “disculpe”, conseguimos sortear la barrera y llegar al borde del escenario, allí nos sentamos para no quitar la vista a los que ya estaban en primera fila. ¡Aaaamigo!, eso ya era otra cosa, pegadito al escenario frente mismo de Yeray Rodríguez, concentrado pero animado mientras bombeaba ritmo a su batería. Casi podía tocar a Javier González, quedaba un poco más a mi izquierda, creando impecables melodías con su llamativo bajo.

Entre tema y tema, cada pequeña disertación del vocalista, se convertía en una explosión de risas por parte del público. Y cada canción la gozamos al unísono, junto al hormiguero humano que respondía dando palmas, chasqueando los dedos, o coreando y con el brazo en alto; en un momento de toma de conciencia con la canción: “El luchador”. Que energía más increíble, que atmósfera tan necesaria y positiva, que manera de transmitir esas melodías bien trabajadas, consiguiendo nuevamente integrarnos en una sublime fusión entre ese magnífico y valioso repertorio de temas propios.

El momento más punk de la noche fue la necesidad imperiosa de Juanma para ir al baño, “amigos me estoy reventando y no me lo voy a hacer encima”, y con toda la naturalidad del mundo -ya quisieran tener ese temple muchas estrellas del rock- abandonó el escenario mientras sus compañeros interpretaban un tema instrumental. A su vuelta, aclamación y vítores, hasta de una improvisada meada sacó una cantidad ingente de aplausos.

Y así se fue otro de los conciertos célebres de Ron Voodoo, se les reclamó el bis, y aceptaron el encargo, no defraudaron a su público, y como siempre, acabado el espectáculo, saltaron del escenario para mezclarse entre abrazos y sonrisas con sus seguidores y amigos. ¡Que grandes!

 

Pedro J. Brissón 18-01-2020