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Hace dos semanas escribía sobre la especulación con el arte. La razón fue la reciente subasta de Christie’s en la que se vendieron 12 obras de artistas contemporáneos por 58,4 millones de dólares. Dinero que pasaron de manos en un acto 100% especulativo y que nada tenía que ver ni con el amor al arte, ni con recompensar a los autores por su trabajo.

Ahora trataré otro caso que es, a mi juicio, un rizar el rizo en todo este asunto de la especulación y más concretamente, la especulación con el arte. Se trata de la obra Slave Labour atribuida al conocido artista graffitero Bansky. Y digo atribuida ya que realmente la obra no estaba firmada.

El caso es que un día de mayo de 2012 apareció en el barrio londinense de Wood Green una pintada de un niño cosiendo réplicas de la bandera inglesa en una clara denuncia hacia la esclavitud infantil. El graffiti no estaba firmado pero enseguida se le atribuyó al famoso pintor. Los propietarios del inmueble, una conocida cadena de ‘todo a un euro’, así como el ayuntamiento, estaban encantados con la obra de arte generosamente donada ya que se llegó a convertir en un reclamo turístico para la ciudad. Y tanto fue así que la protegieron con una plancha de metacrilato para evitar posibles daños.

La sorpresa fue cuando en febrero pasado la obra desapareció durante la noche y a los pocos días se estaba subastando en Miami por el precio de salida de 540.000 dólares. Pero los vecinos montaron tal pollo que tuvieron que parar la subasta.

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Nada más se supo de la obra hasta la semana pasada en la que los propietarios legales, los dueños de su emplazamiento original – que son en realidad propietarios de todo lo que se pinte en sus paredes -, subastaron de nuevo el Slave Labour atribuido a Bansky pero en Londres y a puerta cerrada.

Realmente no se sabe mucho de la transacción salvo que presumiblemente no volverá a su sitio original y que han pagado cerca de un millón de euros. Los representantes hicieron saber de su intención de que la obra se quedara en Inglaterra. Pero tratándose del poderoso caballero Don Dinero, cualquiera sabe el final que tendrá la obra.

¿Que pensará Bansky de todo esto? Al menos en su caso parece que se trata de un joven que aunque se mantiene en el anonimato podría decidir salir a la luz y poner precio a su trabajo… pero entonces dejaría de ser lo que es, un auténtico graffitero con nocturnidad y alevosía. Una persona que no se sabe a ciencia cierta quien es. Alguien que cuida su anonimato aunque ha concedido alguna entrevista y ha realizado un documental. Un artista que afirma «no tengo ningún interés en darme a conocer, creo que ya hay mucho imbécil creído intentado figurar».