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Los antiguos bailes en los que se cantaba y bailaba el folklore no escenificado recibían varios nombres en Canarias. Más conocidos en las islas occidentales como Bailes de Candil, en Gran Canaria y Fuerteventura era más frecuente su acepción de Bailes de Taifa, aunque Isaac Viera (1916) también los cita en Santa Cruz de Tenerife. Tenían lugar en pequeños salones de una vivienda que dispusiera del espacio adecuado.

En ellos, los hombres entraban por tandas o turnos y era habitual que tuvieran que pagar un pequeño estipendio para el dueño de la casa. El repertorio solía consistir en isas, folías, malagueñas, valses o alguna otra canción de moda (como un pasodoble o una ranchera), interpretado por un pequeño conjunto de músicos que podía componerse con una guitarra, un violín, algún instrumento de plectro (laúd o bandurria) y un timple.

Acerca del término taifa ha habido algunas hipótesis, como que supone una corrupción de tarifa, por la mencionada entrada que se tenía que abonar a la entrada. Derivada del árabe, la voz significa bando o facción, aunque también como una reunión de personas de mala vida o poco juicio. Según Marcial Morera, en su Diccionario Etimológico del Habla Canaria, en Fuerteventura se usaba la expresión “no perder alguna taifa” en el sentido de no desaprovechar ninguna ocasión favorable. Para el estudioso Navarro Artiles una taifa era un cuadrilla de personas que trabajan juntas.

Lo cierto es que cualquier anciano que supere cierta edad, recuerda estos bailes con especial añoranza, ya que en ellos es donde nuestros abuelos se enamoraban, se divertían y hasta se peleaban, ya que era frecuente que acabaran en trifulca. Para nuestra música tradicional, supuso el marco habitual de su ejecución durante varias décadas, antes que el pick-up y los nuevos aires bailables irrumpieran en la sociedad isleña.

Foto de http://www.veoveolarevista.com/gran-baile-de-taifas-en-fuerteventura/