mascarones_wideCon este nombre se conocen en Santa Cruz de La Palma a los papahuevos o gigantes y cabezudos, tan ligados inicialmente a la celebración del Corpus Christi, cuyo complejo ritual (como hemos comentado en otras ocasiones) sufrió un desplazamiento de fechas al caer en desuso todo el aparataje escénico de estas suntuosas fiestas. En otros países, como Honduras, también existe una danza de mascarones realizada por la etnia garífuna.

Los mascarones palmeros son el germen de los populares Enanos. Hoy es un número festivo característico de la ciudad, tanto en las fiestas de la Cruz como en la Bajada de la Virgen de Las Nieves. Según el cronista Manuel Poggio Capote, aparece documentada desde 1814 en los actos con motivo de la restauración de Fernando VII, y un año más tarde se refleja su participación en las fiestas lustrales.

Un total de cincuenta y dos piezas (cuarenta cabezudos y seis parejas de gigantes) componen la comparsa de mascarones en la actualidad. En ella aparecen personajes muy diversos, de los que los destacan el Biscuit (incorporado en 1935) y la pareja de gigantes (1940), elaborados por el maestro Félix Martín (1908-1998); la Luna de Valencia, importada a principios del siglo XX desde América del Sur por Andrés Pérez o la figuras alemanas adquiridas en 1935 a la prestigiosa firma Eilers & Mey.

El músico Felipe López Rodríguez (1909-1972), adaptó su obra Polquita -compuesta inicialmente en honor a un amigo suyo- para acompañar los desfiles de estos personajes. Desde entonces se le conoce como la Polca de Mascarones.

Todas estas piezas han sido restauradas gracias al impulso de la Asociación Cultural Mascarones, creada para recuperarlos. Hasta el próximo 30 de septiembre, el Casino de Santa Cruz de La Palma acoge una exposición con estas entrañables figuras, con detallada información sobre su historia.

Foto original de la Biblioteca Municipal de Teatro Antonio Abdo.