EFE.- Los muros de un solar en desuso en la travesía que conecta dos de las dos calles comerciales más importantes de Santa Cruz de Tenerife se han llenado de vida gracias a un grupo de artistas, que, con la ayuda de vecinos y empresarios, han colgado en ellos su talento.
Cinco creadores de origen canario, rumano y coreano han invadido con sus fotografías e instalaciones este solar de 50 metros cuadrados, propiedad del arquitecto y fotógrafo Carlos Schwartz, quien ha cedido este espacio con el fin de que los ciudadanos puedan vivir el arte y no sólo verlo en un museo.
«Solar», en la calle Suárez Guerra número 15, es una sala de arte al aire libre que puede visitarse, de forma gratuita, cuando hay alguna exposición programada, indica a Efe Lola Barrena, impulsora de este proyecto e historiadora del arte.
Barrena, que ha trabajado en el museo contemporáneo TEA (Tenerife Espacio de las Artes), asegura que «Solar» demuestra que la cultura no es solo asunto de las instituciones públicas, también es de los ciudadanos como agentes activos.
«Donde hay pared se pueden colgar obras de arte», defiende la historiadora del arte, quien señala que aunque este espacio no tiene carácter reivindicativo, se esfuerza por eliminar la frontera entre el arte y vida.
Entusiasmada con esta idea, Barrena ha logrado involucrar a unos 15 comerciantes que han aportado su granito de arena a este proyecto independiente, ya sea de forma económica, nunca aportando más de 20 euros, o con buenos gestos.
Por ejemplo, el propietario de una copistería de la zona les hizo un descuento por la impresión de folletos y carteles, mientras que otros han ayudado dándole difusión a esta iniciativa cultural.
Para poder sacar adelante este proyecto, Barrena ha puesto en marcha un crowdfunding (microfinanciación colectiva) y va puerta a puerta preguntando a vecinos y comerciantes si quieren participar de alguna manera en «Solar».
«Un emplazamiento privado para la creación de una red que implique al lugar y sus circunferencias concéntricas con la cultura como denominador común», esta es la carta de presentación con la que la impulsora de «Solar» se dirige a sus interlocutores.
Aunque así explicado parezca difícil de comprender, la idea es sencilla: «la cultura tiene que ser como merendar, como estar en tu hogar y ‘Solar’ pretende ser el salón de tu casa, en el que puedes comer, fumar, conversar y, sobre todo, vivir el arte», asevera Barrena.
Consecuente con este alegato, la historiadora del arte se limita a abrir por la mañana este espacio y a cerrarlo a última hora de la tarde, confiando en la buena fe de los transeúntes y dejando en sus manos las obras de arte que en él se exponen.
Hasta el momento, no ha habido ningún problema y «la gente ha respetado lo que se expone», indica la responsable de «Solar», quien avanza que el próximo 27 de febrero inaugurarán la segunda exposición que acoge este espacio al aire libre, comisariada por Dalia de la Rosa.
Se trata de la muestra «De manifiesto», en la que los artistas Laura Gherardi, Acaymo Cuesta y Oliver Behrmann pondrán en relación los conceptos urbe y cuerpo, el primero como algo público y el segundo como contenedor privado que lo recorre.
Behrmann destaca a Efe que el buen clima que hay en Canarias durante todo el año propicia esta sala de exposición al aire libre, un espacio que considera «perfecto» para mostrar al público su próxima instalación, creada solo con hormigón y cristales.