El amor nos desgarra,
Ian Curtis, cantautor británico.

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…Cogió a Jane a cuestas y la arrastró hasta la pared. Entonces ella descubrió que había unas anillas incrustadas. El hombre le levantó los brazos y la ató por las muñecas. De debajo de la túnica se sacó una cadena más larga que sujetó también a una de las anillas del collar de hierro que Jane llevaba al cuello…

“Historia de O” Escrita por la francesa Pauline Réage, seudónimo Dominique Aury.

Bondage, esclavitud en inglés; forma de “placentero dolor” Consiste en atar a la mujer o al hombre y realizar diversas prácticas eróticas estimulantes con el fin de ir retrasando el orgasmo, mientras disfrutamos del aire enrarecido, del olor fascinante de los efluvios, de la excitación del cuerpo y del espíritu, del gozo. También es una denominación aplicada a los encordamientos eróticos ejecutados sobre una persona vestida o desnuda. Los atamientos pueden hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando generalmente cuerdas, cintas, telas, cadenas…

El bondage procede del shibari inventado en Japón, como una forma de tortura y apresamiento de prisioneros, solo podía ser ejecutado por un guerrero samurái. Aunque el arte del shibari no implica forzosamente la inmovilización sino una estética de la sumisión, del plano triangular formado por el maestro, la persona atada y el espectador. Como práctica de relación sexual es muy refinada porque tiene en cuenta el efecto energético –negativo o positivo- sobre ciertos puntos del cuerpo de la persona entregada al maestro.

Pero en este tipo de prácticas, en donde se desafía el cielo y la tierra, requiere un largo aprendizaje, ciertas reglas de seguridad que deben respetarse, como no pasar las cuerdas alrededor del cuello, no dejar nunca sola a una persona atada y no realizar nudos corredizos. La idea es que estas prácticas resulten positivas para los participantes, que alimenten los deseos; ese gusano misterioso que da vida a la locura erótica. Y no olvidar que la persona que ata debe estar, igual que una sombra, atento a las necesidades de su acompañante, darle una confianza incondicional, tiene que saber cómo hacer volar a su pareja, tiene que estar a su lado como en aquella vieja melodía escocesa que decía: – Si tienes miedo o estás herido estaré a tu lado.

Todas las acciones se deben realizar con el consentimiento de ambos.

El término de bondage-dominación puede abarcar asimismo insultos y castigos corporales, ligeros como azotes o de encadenamiento y sujeción. Elementos de fantasías sobre esclavitud o sexo carcelario. Un buen amante debe estar, ante todo, igual que un cazador atento a las reacciones de su pareja, a la adrenalina que genera el peligro simbólico, atento a la presa deseada, para disfrutar de las sensaciones físicas de la pareja, de la presión de la cuerda sobre la piel, de la imposibilidad de moverse, del roce o incluso la abrasión producida por los vendajes o la fibra al desplazarse sobre la carne prieta y rosada.

Modelo clásico de Bondage

Modelo en postura clásica Hogtie-Bondage

A lo largo de su historia, los franceses, han sido maestros en las tendencias amatorias así como en las prácticas del sexo. Ellos han sido motivo de inspiración en la literatura y el cine.

Así el Marqués de Sade llevó una vida de excesos y su gusto por las relaciones de dominación y flagelación fueron conocidos en la sociedad francesa del siglo XVIII. Acusado y encarcelado varias veces, de sus detenciones en la cárcel surgieron obras llenas de historias y personajes que gozaban al flagelar o infligir dolor a otra persona, teniendo la búsqueda del placer personal como principio más elevado, sin el freno de la ética, la religión o las leyes.

Un escritor que expresa una predilección especial por las fantasías sadomasoquistas fue Alain Robbe-Grillet, una figura con letras mayúsculas que falleció en 2008. Rehabilitó a través de una escritura depurada, los clichés de la literatura y del arte popular. Realizó en los años sesenta una serie de películas sobre los juegos de la dominación, la sumisión y los signos fetichistas. De mujeres encadenadas y maniatadas que tenían que llegar hasta el final, sin hacer preguntas, obedeciendo a todo lo que se les ordenaba. Supo extraer maliciosamente y con un humor fino y socarrón la quintaesencia de su perversidad.

Sus películas no se estrenaron comercialmente en España. Únicamente se estrenó en las salas españolas su película Glissements Progressifs du Plaisir (Deslizamientos progresivos del placer, 1973).

Y aunque todo esto visto con los ojos de hoy puede parecer inocente, años atrás fue considerado el sumun de lo lujurioso. Tanto que la escenografía del bondage invadió todos los medios de comunicación, de la literatura de vanguardia a los comics, de las fotonovelas baratas a las películas de gran éxito, de la pintura a la publicidad y pudimos ver ya más recientemente dos películas de Pedro Almodóvar: Matador y Átame, que se inscribían en estas prácticas.

 

Foto de Rosario Valcárcel

Rosario Valcárcel

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