Vejigas_wide_color

Regresa el Carnaval con sus diferentes personajes y ritos de inversión simbólica, al margen de los consabidos actos organizados y dirigidos, propios de una época en la que el modelo carnavalesco -participativo y transgresor- ha ido derivando hacia formas más políticamente correctas y abocadas al mundo del espectáculo.

Los Buches de Arrecife (Lanzarote) son un vestigio del antiguo carnaval, anclado en arcaicas tradiciones de ritos de fecundidad ligadas a los luperci romanos, como ya comentamos en alguna otra ocasión. No conocemos su antigüedad exacta en Lanzarote, aunque la primera referencia escrita nos la ofrece en 1890 el francés René Verneau, reseñando que, tanto hombres como mujeres iban tocando la guitarra y cantando, seguidos por muchas personas que “los acompañan provistos de unas vejigas de pescado enormes, con las que golpean a todos aquellos que encuentre”.

La tradición, con sus modificaciones, arraigó en muchos lugares. Bajo los nombres de botarga, morrache, guirrio, sidro, peliqueiro, zamarrón o zamarraco, encontramos personajes que golpean con vejigas de cerdo, garrotes o tiras de carnero (igual que hacen Los Carneros de Frontera, de El Hierro), en lugares de España como Asturias, Cantabria, Castilla, Galicia, Navarra y el País Vasco. En la mayoría de los casos, es común el uso de trajes de vivos colores y elementos ruidosos como cencerros o sonajas. Casi siempre ligados al ámbito pastoril, es una curiosidad que en Lanzarote tuviera un carácter eminentemente marinero.

En otros países, como Suiza existen personajes similares, vinculados a sus propias mitologías. El caso más conocido en Sudamérica es el de los Vejigantes de Puerto Rico, que llevan una vejiga seca de animal, inflada y atada a un palo, con la que golpean a la gente. También encontramos aquí cierta similitud con los Diabletes de Teguise, que portan un zurrón de cabrito atado al extremo de un palo.

 

*Imagen: Fragmento de fotografía del Carnaval. De la Web ‘Las creaciones de Beatriz Busto López