EFE.- La poesía volverá a estar de moda, «seguro», por «cuestiones cíclicas», pero el éxito de la novela negra perdurará aún porque es consustancial con la crisis y el escritor no puede sustraerse a esa realidad «con la que está cayendo», según el autor de historias de crímenes José Luis Correa.
Y es que, en una coyuntura como la actual, «piensas: Tal y como está el mundo, yo no puedo estar con una ensoñación amorosa, porque está la gente jodida como para, encima, estar hablando de los ojos de la amada, o del olor de la chica o del chico», confiesa este profesor universitario y prolífico escritor de novelas en una entrevista concedida a Efe ante la publicación de su última obra.
Un libro titulado «El tanatorio» en el que se abordan asuntos «muy duros» como en otros anteriores de su autor, y en el que, a «la crisis económica, moral y política» de aquellos «se le añade una crisis existencial del personaje», un hombre en la madurez de su vida a la que «se le muere un montón de gente en el mismo año», llevándole a plantearse muchas dudas que nunca antes había tenido.
Puesto que «el personaje se tiene que pasar en el tanatorio una semana entera con un montón de gente cercana que se le muere, que le van llegando uno tras otro, y no sabe cómo enfrentarse a eso», explica Correa.
Escritor que destaca que entiende que la literatura siempre tiene un componente personal de su autor porque no concibe crear historias desde lo que algunos llaman «el distanciamiento del artista», incluso cuando se narran peripecias que uno no prevé que le pasen nunca en la vida, y que esa aportación de elementos propios es aún superior en «El tanatorio» que en otras novelas anteriores.
«Esta tiene mucho de mí, porque todos mis fantasmas, todas mis neuras y todos mis miedos están ahí», hasta el punto de que «cuando la escribía yo sentía que me desollaba, que era como una serpiente que se va dejando la piel» cada vez que la muda periódicamente, declara a ese respecto.
Agregando que, en cualquier caso, al ir a redactar una obra, se refiera a una ficción muy alejada de la propia realidad cotidiana, como un asesinato de una persona de la que solo se halla medio cuerpo, o a algo tan común como los sentimientos que despierta la muerte de un ser querido, la elección del argumento, en su opinión, siempre está marcada por la personalidad de cada cual.
Ya que «muchos de los temas recurrentes que uno tiene en sus novelas tienen que ver con la madurez personal: Tú te haces mayor y te empiezan a extrañar cosas que no encuentras normales», sostiene.
No obstante, Correa insiste en que también es determinante el contexto social e histórico del que escribe.
Algo que se comprueba analizando el contenido de sus obras, que ya hablaban de investigaciones en torno a crímenes cometidos en contextos de corrupción y decadencia desde un lustro antes de que estallara la crisis e inciden en el lado oscuro del ser humano, en buena medida, según opina, como producto de la situación actual.
Porque, argumenta, «como la literatura es el deseo de contar historias, si quieres contar cosas y que tengan un sentido actual, te sale completamente negro» el texto, «porque no solamente se trata de contar un asesinato y un investigador que indaga y la resolución del caso, sino también de analizar la situación que hay alrededor».
Y en la actualidad «coges el periódico y lo que tienes ahí son las pateras, las guerras, las mafias, la corrupción política, el maltrato a las mujeres» y todo ello enmarcado en la crisis económica, con lo cual «es muy difícil poder sustraerse a eso hoy en día», expone.
José Luis Correa matiza, no obstante, que tampoco es imposible sobreponerse a la realidad y aspirar a tiempos mejores, hasta el punto de confesar que él mismo, conocido fundamentalmente como autor de novela negra, hace rimas en paralelo a su producción narrativa, algo que admite al preguntarle si los poemas volverán a tener futuro a la vista de la realidad presente.
Pregunta a la que responde: «Casi todos estamos escribiendo poesía, y tú hablas con los escritores, incluso los aparentemente más desquiciados en novelas salvajes, y hay un montón de gente dedicada a la poesía, porque le gusta».