La búsqueda de la ola ideal es uno de los mejores motivos parra recorrer el mundo

Hugo Clemente sustituyó el skate y el snowboard por el surf cuando se instaló en Canarias. Viajaba con frecuencia a Tenerife en busca de trabajos temporales en el tiempo en que esperaba para regresar a la montaña, en el norte, donde se dedicaba al snowboard y, para matar el gusanillo de la tabla, probó con el surf. La experiencia fue definitiva: dejó las otras tablas por las de coger olas y la búsqueda de la ola perfecta se ha convertido en motivo de viajes y en motivo de escritura.

Hugo Clemente en Periplo_foto_Fran Gonzalez

Hugo Clemente. Fotografía: Fran González

Hijo de su actividad surfera es Cuadernos de agua, en el que muchos de los apuntes están creados en la propia playa, escritos mientras esperaba la ola, y desde luego, inspirados por tantos personajes y ocurrencias que se dan entre los adictos a las tablas en la frontera movediza entre el mar y la arena. Tratarlos de adictos no es una exageración, él mismo lo afirma: “el surf es adictivo, es una enfermedad”

El escritor da una charla sobre Surf y literatura este miércoles 17 de septiembre, a las 18.00 horas, en el Festival de Literatura de Viajes y Aventuras, dentro de la sección Terminal Norte de Periplo, que se celebra en Puerto de la Cruz hasta el próximo 21 de septiembre.

Indonesia, Brasil, México, Bali, Tahití, Hawai… son algunos de los destinos que pueden convertirse en los jalones de un viaje surfero en busca de la ola ideal a lo largo del mundo. El deporte nació de la comunión con el mar que tienen los habitantes de los mares del Sur y de ahí se extendió por el mundo a medida que se ha ido dando el encuentro entre ellos y los viajeros occidentales.

La investigación que ha realizado Hugo Clemente sobre la relación entre surf y literatura es exhaustiva: ha encontrado en los lugares más insospechados personajes inimaginables que se aventuraron a cabalgar sobre las olas, desde los testimonios del explorador y navegante inglés James Cook cuando conoció esta práctica en los mares polinesios, hasta el momento en el que el surf dio el salto a Europa, gracias a una larga temporada de rodaje de una película de Hollywood en la costa vascofrancesa.

Dentro del la ola es “el silencio, nada del rugido cuando rompe o cuando vas a cogerla”; es una experiencia que exige un esfuerzo físico estimable, pero que, sobre todo, tiene un sentido “muy espiritual”, subraya Clemente.