Raíz  – Un relato de J.C. Bonilla

Lo llamaron Raíz.

Nadie sabe si por esta razón siempre supuso que pertenecía a la propia tierra; aunque más tuvo que ver que a su padre lo conocieran por Tallo y a su madre, simplemente, por Pétalo.

Ahora mismo arrastra un neumático que le saca tres palmos mientras una polvareda le devora sus pasos descalzos. Se lo encontró lejos, allí donde solo llega la sed; y es que Raíz se rige por su nombre y tiene por trabajo ir en busca de agua desde que el sol sale por esa África de lengua seca. El agua es para la raíz de su familia que cuenta con siete bocas a su cargo. Duro trabajo para quien acaba de cumplir solo siete años.

Desde temprano Raíz gasta parte del día en soñar con ser mitad tortuga y mitad liebre y, ya de paso, tener el pelaje de un león. Es la historia que, por las noches, cuenta el chamán a la lumbre de una hoguera capaz de prender sus sueños.

Esos pensamientos se quedan en su raíz de niño, le nublan la mente y el sol que le come la espalda en sus largas caminatas.

No lo sabe, ni tan siquiera lo imagina, pero Raíz crecerá, tendrá una buena esposa y se ramificará en hijos. Sin embargo, lo diré bajito para que no me oiga: morirá joven.

Así que dejemos a Raíz crecer y soñar durante su vuelta a casa con ese presente que quizás tenga valor. Ustedes no lo ven pero arrastra el trozo de caucho con una sonrisa y, aunque tampoco me lo crean, su sombra propaga en esa tierra la pelambrera de una fiera.

Raiz interior

Ilustración: Samuel Hernández / El Asfalto es blando

 

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