EFE.- Que diez familias numerosas con 127 hijos fueron capaces de fundar un pueblo está entre las anécdotas de «El Postigo de Tías», un libro de Juan Cruz Sepúlveda que, plagado vivencias, sacrificios y aventuras, ha sido presentado en el Museo Elder, en la capital grancanaria.

El Postigo de Tías recuerda que 10 familias con 127 hijos fundaron un pueblo

Antes de que llegara la industria del turismo a Lanzarote, Puerto del Carmen se denominaba La Tiñosa y en el municipio de Tías no había prosperidad, ni se la esperaba, tanto que sus vecinos tuvieron huir en peligrosos veleros a América sin que los cogiera la Guardia Civil, incluido su alcalde.

Asimismo, el intento de crear una segunda iglesia quedó interrumpido y, antes de que fuera sacralizada, desapareció piedra a piedra.

En la presentación de la obra, el historiador Manuel Lobo Cabrera recordó que el libro recupera la importancia de las familias numerosas, tanto que precisamente diez con 127 hijos fundaron Tías.

Por su parte, la directora del Museo Elder, Rita Hernández, destacó que Tías fue pionero en el turismo y que hoy es referente en la renovación del sector, aunque para ello tuvo que pasar por multitud de aventuras, como que el primer ayuntamiento costara 8.000 pesetas de la época y fuera pagado con el aumento del impuesto de la pipa de vino.

Antes de poder encarar el desarrollo turístico, se cambió el nombre de La Tiñosa por el de Puerto del Carmen, un hecho que se podrá descubrir junto al desmontaje de la teoría de que el municipio debe su topónimo a que el gobernador Alonso Fajardo regalara el territorio a sus tías.

El episodio más impactante para los lectores, según Juan Cruz, es el dedicado a la emigración, ya que ahora es inimaginable que en los años 40, apenas 25 años antes de la llegada del primer gran hotel al municipio, no solo era clandestina sino peligrosa.

«Era asombroso el arrojo de los vecinos por huir del hambre, primero sorteando a la Guardia Civil y después embarcándose en veleros de 20 metros con seguridad mínima y tres meses en alta mar tras agotar víveres y esperanzas», ha destacado el autor.

También es curiosa la arquitectura religiosa y sus vicisitudes, desde que el volcán arrasara la Ermita de La Candelaria, en 1735, a la creación de la parroquia de Tías, en 1796, porque la de San Bartolomé quedaba lejos para llevar «recién nacidos a bautizar y muertos a enterrar», era imposible imaginar entonces que sería el germen del municipio de Tías.

Para proyectar otra iglesia hubo que esperar 70 años y, aún así, no se consiguió, la hambruna hizo que parte de la población huyera a Uruguay, incluido su alcalde, mientras el templo quedó abandonado y desapareció canto a canto.

Asimismo, es complicado imaginar que la Ermita de San Antonio fuera el resultado de unir dos naves, una que albergaba tomates y otra a las tropas de la Guerra de Cuba.

Posteriormente, la construcción del Hotel Los Fariones marcó un antes y un después en el municipio. Los inicios no estuvieron exentos de apagones de luz, pero eso no impidió que las noticias de las hazañas del Pollo de la Asomada convivieran con las del atraque del ‘Black Prince’ noruego, en su viaje inaugural, y que Los Fariones alojara a Manuel Fraga, Adolfo Suárez o al mismísimo rey Hussein de Jordania.

Canalizaciones de agua, fuentes y aljibes, molinos de gofio, bodegas, profesiones del pasado, sacrificios, apuestas arriesgadas y aventuras que engarzadas forman una realidad que se cuentan a través de las vivencias de un centenar de familias, ilustraciones y documentos distribuidos en más de treinta crónicas que deleitarán a los lectores de dentro y fuera de Lanzarote.