Las vidas del retrato son infinitas. Es un género harto trabajado por una cantidad enorme de artistas. Su significación ha sido diversa, como recuerdo perenne o como dignificación y empoderamiento de una efigie. Ya en etapa contemporánea, la fotografía se ha preocupado además, de incidir en las cualidades expresivas de los rostros más allá de su belleza, algo que apunta del mismo modo a las cualidades fílmicas del visage.
En el caso de Adassa Santana, el rostro humano es tomado como pretexto para realizar un ejercicio manual: el bordado. La técnica se replica a sí misma en las piezas, dejando visible los restos del proceso o continuando las anatomías fuera de marco. La consecuencia de emplear hilo es la abstracción geométrica de las formas corporales así como de las tonalidades. La mezcla es concisa y clara, casi al modo puntillista, delimitando los contornos y creando armonía entre fondo y figura. Más allá de esta simplificación, los rasgos de Adassa son concebidos al modo de un apunte, en los que la que la generalidad de las formas va avanzando en complejidad.
Las experimentaciones de la artista multiplican los semblantes hasta ocupar, en algunos casos, toda la extensión de las telas, estudiando distintas posiciones de las cabezas, e imitando a maestros manieristas de la disciplina, como van Dyck o Phillippe de la Champagne, en retratos dobles o triples. Estos estructuran diversas posturas en las que se disciernen particularidades más allá de la frontalidad, y hacen acopio de posibles disposiciones espaciales.
Asimismo, dos grandes retratos al óleo muestran la preocupación de la artista grancanaria por el devenir actual de la representación. Mediante su fragmentación en diversos óleos, se ejemplifica la invasión en redes sociales de imágenes que llevan aparejadas diversas poses y maneras de describir la faz, así como la posibilidad de creación de una identidad virtual que no refleja necesariamente la vida diaria y sus preocupaciones.
Del mismo modo, se expone una instalación de holgado tamaño en la que se describen distintas posiciones de una figura femenina tomando apuntes. De ella, al modo diédrico, se extraen puntos que salen de la pieza en forma de hilos, recorriendo un determinado espacio y configurando un retrato que queda depositado en el suelo. Se confirma aquí el deseo de estudio y clasificación. A modo de archivo, Santana pormenoriza su método.
La obra expuesta expresa una cierta desmitificación del retrato. Las figuras no están hechas para el lucimiento, contradiciendo los postulados de lo viral. Subyace un descreimiento acerca de la validez del mismo más allá de la ejecución de la técnica y la dominación de la figura humana posiblemente debido a la saturación implacable sufrida a diario. Con todo, se debía haber considerado la posibilidad de exponer la obra de Santana en un espacio más reducido. El formato de la mayoría de obra hace que esta se disuelva por momentos en el muro blanco.
Specto. Red de retratos. Adassa Santana.
Sala de Arte Contemporáneo. Parque de la Granja.
Hasta el 18 de marzo.